El mundo de Gaia

DEAD CAN DANCE (PTE 2)

Belial gruño por lo bajo, haciendo a su cuerpo vibrar por completo, pero solo sacándole una sonrisa al muchacho que tenía en frente. 

—No hay que ponerse gruñones... Alfa— agregó lo último prácticamente con burla —. He venido para tener una conversación civilizada. 

Belial rondaba al muchacho, decidiendo qué extremidad le arrancaría primero. Aquel chico no era muy alto, llegandole apenas a los hombros y debajo de aquel vestuario que usaba —que a diferencia del resto, tenía tonos y detalles en dorado— no notaba muchos músculos, por lo que supuso que no sería bueno en la pelea.

—¿Que no soy bueno en la pelea?— preguntó fingiendo ofenderse mientras llevaba una teatral mano a su pecho. —Es muy duro que me juzgues de esta manera Alastair. — terminó diciendo al final, dando a entender que lo conocía más de lo que pensaba. 

El primer golpe no lo vio venir debido a que lo realizó con magia; un latigazo parecido a un rayo de color rojo surgió de la tierra y rozó su pecho que rápidamente se tiñó de color carmesí traspasando su camiseta. Para el segundo ya estaba preparado y en guardia, pudiendo esquivarlo así con agilidad. 

Al muchacho parecian brillarle los ojos a medida que movía sus manos y hacía que destellos de luces rojizas nazcan de la tierra, tirando golpe tras golpe al alfa tratando de asestar alguno. La batalla a su alrededor seguía, aunque podía decirse que estaba prácticamente ganada por los lobos. Sin embargo Belial sabía que podía esperar cualquier cosa de la guardia, no por nada tenía a este humano haciendo magia delante suyo. 

—Tienes razón alfa, no puede ser tan sencillo ¿Verdad?— preguntó con una sonrisa. 

Y que aparte podia leerle la mente —genial— pensó para sus adentros.

Belial podía sentir cómo su cuerpo le pedía a gritos transformarse en su forma lobuna, si bien era bueno peleando con la espalda, una vez transformado su lado más salvaje dominaba haciendo que sea simplemente implacable.

—Hazlo— lo reto el chico lanzándole una mirada enloquecida— ¡HAZLO PARA QUE TODOS VEAN COMO ASESINO AL REY DE LOS LOBOS!— gritó lo último, llamando la atención de los que se encontraba a su alrededor. 

Belial miró al resto de los lobos que lo rodeaban, a simple vista se veían todos bien; nada más alla de un rasguño insignificante. 

El vello del cuerpo comenzó a erizarse, mientras todas sus extremidades hormigueaban. Su organismo se preparaba lentamente para la transformación, por lo que comenzó a correr esquivando uno a uno los destellos que surgían de la tierra hasta terminar dando un salto mientras cambiaba a su forma de lobo, lanzándose encima de aquel peculiar brujo. 

El muchacho llegó a esquivar al alfa a tiempo antes de que éste pueda incrustar los dientes en su cuello. 

Así comenzó una batalla en el que Belial atacaba y su contrincante esquivaba con dificultad los ataques del alfa. 

—Así que la leyenda es real...— jadeo el muchacho con cansancio mientras hacía un extraño movimiento con sus manos —El alfa de todos los lobos de Gaia puede repeler la magia— su cuerpo se contorsiono de manera extraña mientras un extraño cántico salía de su boca.

Belial miraba a su alrededor observando como lentamente las copas de los árboles danzaban con violencia y un viento azotaba su oscuro pelaje. El frío glacial que había caído sobre ellos se hacía notar y vio como todos los guardias que quedaban en pie comenzaban a ponerse a la defensiva. 

Los cuerpos ya sin vida de los guerreros de la guardia de Dios comenzaron lentamente a sacudirse; al principio eran espasmos que hacian a sus cuerpos agitarse, sin embargo al cabo de unos segundos comenzaron a moverse con más violencia. 

Los cuerpos lentamente volvieron a ponerse en pie, a diferencia que esta vez no parecian ser del todo humanos; los ojos se le habían vuelto completamente negros y de su boca manaba una espuma parecida a la de los lobos enfermos en Crena. Belial observó como de sus bocas asomaban dos colmillos puntiagudos que lastimaban sus propios labios haciéndolos sangrar. 

Todos quedaron estáticos, a la espera de que fueran ellos los primeros en atacar hasta que aquello sucedió, aquellos muertos comenzaron a moverse con más velocidad que antes, parecian querer saciar su propia sed de muerte. Blandían la espada con torpeza, sin embargo al ser sus movimientos tan rápidos era difícil para los lobos matarlos. 

Se dieron cuenta de que sería difícil matarlos cuando, al incrustar sus espadas en los cuerpos de estos, nada pasaba. Estos cuerpos casi inanimados seguían atacando como si nada pasase. 

El alfa reaccionó de inmediato y saltó encima de uno de los muertos —ahora vivientes— antes de que clave su espada en Josteil. La cabeza salió despedida lejos de este cuando Belial la arrancó de cuajo, dejando al cuerpo laxo al caer al suelo. 

—¡HAY QUE CORTAR SUS CABEZAS!— Bramó Josteil, haciendo que automáticamente todos se pongan a ello.

Belial volvió a buscar con sus ojos al joven brujo, que ahora se encontraba levitando a unos metros sobre el suelo y seguía murmurando aquellos cánticos en un raro idioma. 

Se acercó lentamente, tratando de así no llamar su atención para poder atacar sin que éste se percate y cuando se encontró lo suficientemente cerca el alfa saltó con ligereza, pero lo que no se espero fue atravesar por completo aquel cuerpo, como si realmente no estuviera allí. 

—No deberias subestimar a la guardia de Dios Belial... somos más inteligentes de lo que crees— murmuró el muchacho girándose para mirarlo de frente—. Y ahora mismo soy el menor de tus problemas. 

Fue en ese instante que un grito resonó por todo el bosque y cuando se giró, vio llegar a Jorunn completamente llena de sangre llamando la atención de todos. 

—Ellos... Ellos— no llegó a terminar la frase cuando detrás de ella aparecieron aquellos heridos que habían dejado en la casa principal. 




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