—¡¿CÓMO PUDISTE BELIAL?!— lo acusó nuevamente Edwin —¿Cómo pudiste ser tan inconsciente?
Belial miraba como su hermano se ponía rojo por el cólera que trataba a duras penas de contener mientras caminaba a lo largo de la oficina sin poder detenerse.
—¿Por qué?— volvió a preguntar ahora más calmado deteniendo su andar.
—Tenia el celo Edwin, no fue como si lo hubiese pensado mucho— respondió apartando la mirada.
—¿Por qué me mientes?— preguntó su hermano de regreso.
—No estoy mintiéndote.
—¿Tienes siquiera idea de lo que hiciste Belial? ¿Al peligro al que esta expuesto Keera?
—No dejaré que nada le pase— se limitó a responder.
—Eso significa que no vas a dejar que se vaya ¿Verdad? Tal como le prometiste— el alfa levantó la cara encontrándose con la mirada acusadora de su hermano—Ella me lo dijo si es lo que te estás preguntando.
—Hice un arreglo con ella, por supuesto que la dejare ir— contestó, sin embargo sus palabras carecían de cualquier tipo de verdad.
—Cualquier ser sobrenatural que la huela sabrá lo que hiciste Belial — volvió a decir Edwin, apretando sus manos en puños—Creerán que es importante para ti, la van a cazar como si fuese un puto trofeo.
—¿Cómo sabes que no me importa?— preguntó despegando su cuerpo del escritorio y cruzándose de brazos.
Edwin se limitó a negar con la cabeza y mirarlo con desaprobación.
—¿Es que acaso me tomas por idiota Belial?— preguntó y el alfa noto la resignación con la que su hermano le hablaba. —¿Te piensas que no se por qué la marcaste?
—No sé de qué estás hablando— se limitó a responder Belial.
—¿No lo sabes?— preguntó nuevamente riendo con ironía — Por supuesto que lo sabes.
—A ver... ¿Por qué crees que la marque entonces?— respondió el alfa estirando sus manos con dramatismo.
—Por que quieres tenerla controlada, por que no confías en ella, por que sea cual sea la mierda que estás planeando para Keera necesitas tenerla bajo tu poder, saber donde demonios se encuentra y en el momento que ya no te sirva la destruirás, por que como te dije antes Belial— y acercando sus rostros murmuró:—Eso es lo que tú haces, pero no permitiré que pase, no esta vez.
El alfa sintió aquel leve olor del que últimamente se había hecho adicto, sus ojos se dirigieron hacia la puerta y se encontraron con aquellos color avellana que solían atormentar sus noches.
Keera miraba todo con los ojos abiertos luego de escuchar prácticamente toda la conversación, negó con la cabeza y comenzó a caminar a pasos apurados lejos de todo lo que tenía que ver con Belial.
—¿En qué momento pensaste que le importabas idiota?— se dijo a sí misma mientras ignoraba los llamados del alfa —Idiota de ti que venías a hacer las paces, idiota mil veces.
Salió del castillo y se encamino directo al bosque, mientras ignoraba todos y cada uno de los pensamientos que invadían su mente.
Deseo por un momento simplemente desaparecer, alejarse de Crena y hasta de la mismísima Gaia, desprenderse de su mente y dejar de pensar en todo aquello que la rodeaba.
—Keera...— murmuró Belial una vez que la alcanzó.
—¿Es que no puedo tener un puto minuto a solas?— respondió ella poniendo las manos sobre su cintura y girándose para encararlo.
—Lo que escuchaste...— comenzó diciendo él pero Keera no lo dejó terminar.
—¿Qué?— preguntó con una sonrisa maliciosa—¿Es que acaso creíste que siquiera cruzó por mi cabeza que podía llegar a importarte? ¿Qué me importa a mí?
Belial la miró con los ojos entrecerrados comenzando a enfadarse por sus palabras.
—Se que estas enojada...— intentó nuevamente empezar a hablar, sin embargo Keera volvió a cortarlo.
—No estoy enojada Belial— dijo ella largando una carcajada carente de diversión—Simplemente siento asco.
—¿Asco?— preguntó él con duda.
—Si, asco— respondió ella acercándose— siento asco de haber terminado accediendo a tus jodidos caprichos, siento asco de siquiera haber creído que cumplirías con tu palabra cuando ésta no vale una mierda.
—Lo que dijo Edwin no era verdad.
—¿No?— preguntó ella de regreso—¿Estás seguro de eso?
Belial no respondió, simplemente se quedó mirándola fijamente, esperando encontrar algo aunque no sabía muy bien el qué.
—No te quiero cerca de mi Belial— comenzó diciendo Keera al ver que el alfa no había dicho nada más. —Y como que no me des mi libertad pasado el año...
—¿Qué?— la cortó él.
—Te mataré con mis propias manos mientras duermes— respondió ella sin siquiera pestañear.
—No serias capaz— respondió con una sonrisa irónica el alfa.
—No me conoces Belial.
—Te conozco más de lo que crees— respondió encogiéndose de hombros.
—Y ahí es donde te equivocas—contestó ella mientras pasaba por su lado de vuelta al castillo —No sabes una mierda de mi.
*
Se dio cuenta de que algo raro estaba pasando luego de ir a la habitación de Keera al amanecer por tres días seguidos y no encontrarla.
Cada vez que aquello pasaba se obligaba a respirar hondo y tratar de encontrar la calma. Las últimas semanas apenas si la había visto y aquello —aunque nunca fuese a admitirlo— lo estaba volviendo loco.
La furia que sintió recorrer sus venas nada más volver a entrar allí y no encontrarla lo hizo ver todo rojo cuando una idea cruzó por su mente.
¿Y si ella lo estaba engañando? ¿Y si había logrado escapar de Crena?
Aquellas eran las preguntas que no podía sacarse de la cabeza, es por eso que al cuarto día se dispuso presentarse más temprano en su habitación, sin embargo tal fue su sorpresa al no encontrarla que la furia invadió todo hasta prácticamente cegarlo.
Keera no estaba allí.
No dormía en su habitación.
Estaba con alguien más.