El mundo de Gaia

PRISIONERAS

—Andando— murmuró Belial tomando a Keera de la mano y arrastrándola con él.

—¿Qué diablos está pasando?— preguntó ella con los ojos bien abiertos.

—Nos atacan— respondió él intentando divisar a lo lejos deteniéndose detrás de un árbol.

—No me digas— respondió Keera con ironía ganándose una mirada desaprobadora del alfa—, lo siento es que estoy nerviosa—agregó rápidamente—, tengo que ir por los chicos Belial.

El alfa la observó con detenimiento, su expresión se encontraba preocupada aunque alerta. Desató la espada que tenia en su cintura y se la entregó a Keera.

—Iré por los niños, estaban por el bosque asique lo más probable es que estén aquí ocultos— y cuando vio que ella iba a protestar agrego:—Fyring tengo que ir a buscar a Archie y a Ness, necesito que te quedes aquí y pelees contra lo que sea nos esté atacando.

Observó la súplica en la mirada de Belial, por lo que termino por asentir antes de tomar la espada con firmeza y volver al campamento.

El alfa por su parte —viendo como Keera se alejaba—, relajo su cuerpo y espero por la transformación que no tardó más de tres segundos en llegar.

Ya en su forma animal y con todos sus sentidos agudizados se tomó un momento para olfatear el ambiente.

En su estado de lobo Belial podía sentir con mucha más intensidad, siendo consciente de absolutamente todo lo que lo rodeaba.

Sintió el leve aroma que desprendía su cachorro a lo lejos y comenzó a correr hacia allí. Las garras de sus patas se clavaban en el suelo levantando la tierra a medida que avanzaba mientras de su hocico salía un vaho por el frío de la noche.

Archie estaba siendo atacado por sabuesos que trataban de acorralarlo para poder así, dar fin a su vida.

Ness por su parte largaba pequeñas chispas de sus manos que poco parecían hacer, sin embargo intentaba con frustración.

El alfa saltó encima de aquellos seres con agilidad y violencia, comenzando así una lucha sangrienta en la que las extremidades de los sabuesos eran arrancadas sin piedad y junto con la ayuda de su cachorro acabaron con las seis alimañas que los rodeaban.

Belial le hizo sentir a su cachorro lo que harían a continuación, Archie debería regresar ni bien él desapareciera solo por si las cosas en el campamento no estaban del todo bien, por lo que sin perder más tiempo, comenzó a avanzar nuevamente hacia el campamento.

Una vez que llegaron la batalla había prácticamente terminado, salvo por algunos sabuesos que aún presentaban batalla.

Observó que todo se veía medianamente bien y no había más que algunas carretas rotas y unas cuantas tiendas destruidas. Volvió a su forma humana y se vistió con la ropa que le alcanzó Alec.

—¿Bajas?— preguntó sin mirarlo mientras se subía los pantalones.

—No pero...— murmuró este por lo bajo con su voz ronca y profunda.

—¿Pero?— preguntó Belial levantando la mirada.

—Keera y Jorunn no están— agregó Edwin que llegó agitado y con el cabello empapado de sudor.

—¿Qué?— preguntó Belial alternando la vista entre los dos.

*

—Iré por los niños, estaban por el bosque asique lo más probable es que estén aquí ocultos— y cuando vio que ella iba a protestar agregó:—Fyring tengo que ir a buscar a Archie y a Ness, necesito que te quedes aquí y pelees contra lo que sea nos esté atacando.

Nada más el alfa decir aquello a Keera la recorrió una extraña sensación por todo el cuerpo, como si la confianza que Belial depositaba en ella fuese más de lo que esperaba recibir de él.

Cuando volvió al campamento se encontró con seres que despreciaba como pocas cosas despreciaba Keera.

Sabuesos.

Eran seres que no medían más de metro cincuenta, tenían la piel parecida a las rocas y eran en extremo brutos, pero se reproducían como conejos y cualquier ser vivo de Gaia que les diera un poco de comida los tenía a sus pies.

Habían por lo menos cien de ellos alrededor de todo el campamento. El problema con los sabuesos es que eran difíciles de matar; al tener una piel rocosa, al momento de querer clavar tu espada podía ser un poco inútil ya que estas solían romperse.

Keera sabía dónde apuntar para matarlos y eso fue lo que hizo nada más los sabuesos corrieron hacia ella.

El secreto estaba en apuntar a la boca de su estómago y el problema se presentaba cuando era difícil asestar el golpe.

Sin embargo siguió esquivando los golpes a medida que los lobos comenzaban a transformarse y unirse a la pelea.

El problema con los lobos más jóvenes, es que tardaban unos minutos en terminar de convertirse, es por eso que algunos preferían luchar con espadas o flechas a correr el riesgo de estar en plena transformación y ser atacados, ya que en esos momentos eran más vulnerables.

Keera tenía la frente perlada de sudor por el esfuerzo mientras trataba de sacarse a un sabueso de encima.

Logró asestarle una patada en el estómago a la vez que aprovechaba el golpe que le había dado para clavar su espada y acabar con su vida. Estaba tan ensimismada en la pelea que no se dio cuenta que detrás suyo un sabueso estaba a punto de acuchillarla.

Escuchó el jadeo que provino de éste y cuando se giró, encontró el cuerpo cayendo al suelo ya sin vida.

Sus ojos se encontraron unos segundos con los de Jorunn —que fue quien la había salvado—, antes de volver a la pelea que tenían frente.

Keera sabía que aquella batalla estaba prácticamente ganada —con la mitad de la manada transformada —, los lobos arrancaban casi con facilidad la cabeza de los sabuesos, dejándolos en menor número considerablemente.

¿Entonces por que sentia que algo no cuadraba?

Una vez que estaba todo bajo control, Keera —con la respiración aún jadeante— miró a su alrededor con atención, intentando dar con ese leve cosquilleo que le decía que algo andaba mal.




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