El mundo de Gaia

NUEVOS CAMINOS

El lobo de Archie respiraba de manera agitada mientras mordía y zamarreaba los pedazos muertos de los sabuesos.

Ness todavía estaba un poco impactada por todo lo que había pasado, sin embargo no tardó en acercarse a su amigo y susurrar bajito, solo para que él pueda escucharlo:

—Archie, ya termino...—susurró mientras ponía su pequeña mano en el lomo del lobo—, ya terminó— volvió a repetir haciendo que el niño vuelva un poco en sí y deje la violencia de lado.

El cachorro clavó sus ojos en los azules de Ness y se quedó prendados de ellos por unos instantes, mirándose fijamente en lo que el todo lo que los rodeaba pareció desaparecer.

Ness se había dado cuenta de que cuando Archie estaba en su forma de lobo, su carácter se ponía violento y en muchas ocasiones parecía fuera de sí. Ella se había dado cuenta tambien que si le hablaba despacio y con cariño, el niño volvía a ser el mismo de siempre.

Sonrió cuando Archie comenzó a lamer su rostro con cariño haciéndola caer sentada.

Todo el cuerpo del pequeño lobo se puso en tensión, parando sus orejas y mirando detrás de Ness.

La niña supo que algo iba mal, por lo que se puso de pie con rapidez y se dio vuelta, encontrándose con unos ojos de color rojo que se ocultaban detrás de los árboles a lo lejos.

Un frio pareció caer sobre ellos en ese momento, haciendo que todo a su alrededor se torne sombrío.

Archie comenzó a gruñir y cuando quiso comenzar a avanzar hacia aquel ser que tenían delante, Ness enredó sus pequeños dedos en su pelaje, en un claro pedido de que no lo haga.

Había algo dentro suyo que le decía que no tenían ni la más mínima oportunidad contra aquel espectro.

—Necesitamos huir— susurró llamando la atención del lobo que la miró con desconcierto—, Archie tenemos que irnos ahora mismo—. Terminó diciendo con desesperación.

El lobo ladeo un poco su cuerpo, permitiéndole a la niña subirse a su lomo y así comenzar a correr en dirección a donde sabía que estaba el campamento y el alfa le había ordenado dirigirse cinco minutos después de éste desaparecer.

Nada más comenzar a correr en esa dirección, por lo menos cinco personas encapuchadas parecieron surgir de la nada, haciendo que Archie clave sus garras en la tierra para detenerse.

—¡A LA DERECHA ARCHIE!— gritó Ness con desesperación, intentando perderlos de vista.

Se aferró con fuerza al pelaje del lobo, que bajo sus dedos era áspero pero a la vez se sentía suave y seguro.

El lobo corrió con agilidad y ligereza, perdiéndolos de vista rápidamente, sin embargo una vez que Ness se giró a ver si eran perseguidos, se sorprendió sobre manera cuando divisó al espectro de ojos rojos muy cerca de ellos, sin embargo era raro, la niña sentía que lo había visto en algún otro sitio.

¿Tal vez en sueños?

No podía recordarlo y aunque lo único que podía ver en esto momento eran sus ojos, sabía lo que se escondía debajo de aquella oscuridad aunque ahora fuese difuso.

Sintió el momento exacto en el que fue separada del cuerpo de Archie, saliendo despedida para uno de sus costados y el lobo hacia otro.

Magia— se dijo Ness para sus adentros abriendo los ojos alerta.

Sin embargo supo que no era magia a la que estaba acostumbrada, había algo más oscuro en el aura que corría alrededor.

—Sawubona Ntombazane yami (Hola mi niña)— murmuró una voz proveniente desde dentro del bosque.

—¿Ungubani?(quién eres)— respondió Ness casi de inmediato.

Luego de decir aquello se puso rígida —¿Cómo demonios conocía ella ese idioma si nunca lo había escuchado en su vida?— se dijo para sus adentros.

—Kungani lulimi lwakho lwendabuko (por que es tu idioma natal)— respondió el espectro de ojos rojos a su pregunta no formulada, apareciendo a unos metros suyos.

— ¿Ufunani? (que quieres)— terminó preguntando.

—Uza ekhaya (que vuelvas a casa)— respondió el espectro y aunque Ness no pudiera verlo sabía que estaba sonriendo.

—Cha (no)— respondió Ness mirando a su alrededor en busca de Archie.

Sintió movimiento a su lado y cuando sus ojos se dirigieron hacía el origen del sonido se encontró con los ojos dispares de Archie que miraban todo con atención.

—Archie— murmuró Ness y por el temblor en su voz, el lobo supo que estaba asustada —. Tenemos que irnos— susurró hablando con calma para que pudiera entenderla.

El lobo que aunque era pequeño de edad, era por lo menos tres veces más grande que la niña.

—Angicabangi kangako (no lo creo pequeña)— murmuró la voz saliendo de la oscuridad protectora de los árboles.

Ness enredó sus finos dedos en el pelaje de Archie mientras murmuraba nuevamente:—Necesitamos escapar ahora.

Luego de que esas palabras salieran de su boca y el lobo se acercara lo suficiente para permitir que la niña se monte sobre él, fueron rodeados por lo menos por diez encapuchados, que a simple vista parecian ser humanos comunes y corrientes, sin embargo Ness supo que había algo raro en ellos.

—Woza nami futhi ngiyakuthembisa impisi ngeke ihlupheke (ven conmigo y te prometo que el lobo no sufrirá)— dijo el ser de ojos rojos, estirando una mano de un color grisáceo en su dirección.

Ness sintió el picor en sus manos nuevamente, las chispas azuladas comenzaron a surgir casi por voluntad propia de sus manos y la niña sintió un poder extenderse por todo su cuerpo sin siquiera pedirlo.

Archie se puso en tensión, todos los vellos de su cuerpo erizandose en anticipación antes de que los encapuchados comenzaran a correr en su dirección.

Sin dar tiempo a que el lobo hiciera nada, de las manos de Ness comenzaron a salir cientos de corrientes eléctricas que primero chocaban con el suelo, levantando y haciendo grietas en la tierra en dirección a quienes se acercaban a ellos. Nada más aquella corriente conectar con sus atacantes, estos caían al suelo retorciéndose de dolor.




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