El mundo de Gaia

EXTRA BELIAL Y KEERA +18

El alfa sacó sus cuerpos del agua, con Keera enredando automáticamente las piernas alrededor de su cintura y sus labios todavía unidos en un apasionado beso.

Camino hasta depositarla en la cálida arena seca mientras el sonido de las olas al chocar con la orilla producía un arrullo relajante.

¿Podía Keera sentir aquello también? ¿Toda esa pasión que galopaba desde lo más profundo de su ser?

Esas eran las preguntas que Belial se hacía una y otra vez, quería pensar que aquella química imparable que surgía entre los dos no podía ser cosa de uno solo.

Le quitó la camiseta empapada con rapidez, sintiendo la desesperación que ella le producía al darse cuenta de que lo había hecho con un poco de brusquedad. Por qué esto solo le pasaba con Keera, hacía surgir su lado más salvaje y sentir desesperación al momento de sentir su cuerpo contra el suyo.

Comenzó a dejar besos desesperados por su mandíbula mientras Keera —en un acto de excitación— perdió la paciencia y terminó rompiendo su camiseta al medio haciéndolos sonreír a ambos.

Así que a ti te pasa igual mi fyring— se dijo para sus adentros.

Keera se deleitó unos momentos en el tacto de su piel cálida, sus tersos músculos y la suavidad en sus brazos. Las cosquillas que los vellos de su cuerpo producían en las palmas de sus manos mientras ella recorría su cuerpo con parsimonia.

Belial la dejaba hacer mientras no le quitaba los ojos de encima, tenía una sonrisa en su rostro que por más que intentaba ocultar, le resultaba imposible.

El alfa por su parte, recorrió con la punta de sus dedos el contorno de su rostro con lentitud. Pasando por sus pómulos —teniendo especial cuidado con el que se encontraba lastimado—, por su nariz respingona mientras contaba una a una las pecas que salpicaban su rostro.

Su dedo fue bajando, no sin antes pasar por sus labios hinchados por los besos, delineándolos y produciéndole una sonrisa dulce en el rostro.

Sin despegar sus ojos de los de Keera, su dedo se aventuró hacia abajo, bajando el bretel de su corpiño con lentitud mientras la veía tragar con dificultad.

Su respiración se había agitado y sus pupilas agrandado debido a la excitación que estaban sintiendo ambos en esos momentos.

Su mano se aventuró hacia sus espalda, desprendiendo el broche de su ropa interior  y dejando sus pechos libres.

Sin dejar de mirarla, Belial se metió uno de ellos en la boca, saboreándolo como si de un dulce se tratase y deleitándose con las reacciones que él producía en el cuerpo de ella.

Keera pareció cansarse de los preliminares ya que, enredando sus dedos en el cabello de Belial, lo obligó a subir nuevamente, haciendo que sus labios se encuentren en un beso pasional que los dejó casi sin aire, chocando sus labios con fuerza y dientes en el proceso.

Sus lenguas luchaban por tener el control así también como sus cuerpos, por lo que ella — sin esperar un minuto más— se montó a horcajadas del alfa tomando así el control.

Comenzó a mover las caderas, en un principio con timidez para poco a poco dejarse llevar por la pasión que le recorría el cuerpo entero.

Se apresuraron a terminar de desvestirse, no importándoles en absoluto la arena que tenían debajo ya que en este momento, lo único que querían los dos era sucumbir a sus deseos carnales más primarios.

Belial pareció cansarse también de cederle el control a Keera. Por lo que tomándola por la cintura hizo que sus cuerpos volvieran a su posición inicial —él encima— y sosteniéndose con sus manos de un solo empujón se internó dentro de la calidez que le brindaba su cuerpo.

Ambos largaron un suspiro que les supo a gloria, como si aquello fuese lo que estaban esperando desde hacia mucho tiempo.

Belial apoyó su frente un momento en la de ella, sintiendo como pocas veces había sentido e intentando relajarse para que aquello no termine antes de siquiera empezar.

Podía jurar que sentía cada una de las partes que su cuerpo estaba en contacto con el de Keera, percibía una especie de conexión que nunca antes había sentido, como si más allá del deseo carnal del momento se tratara de algo más.

Su fyring era más.

Comenzó con el lento vaivén de sus caderas mientras sostenía parte de su peso con sus antebrazos.

En todo momento sus ojos estuvieron en contacto, en una clara conversación muda en la que permitían que sus cuerpos fueran los que expresaran todas las emociones que bullían desde lo más profundo de su corazón.

Los besos que no llegaban a ser besos, las caricias que terminaban en un apretón por la absurda pelea de no dejarse ir primero, los jadeos que se ahogaban en el cuello del otro.

El mar seguía con su danza, el mal se cernía prácticamente sobre ellos y el mundo de Gaia seguía su curso, pero para Belial y Keera el tiempo se había detenido, no existía mal que pudiese alcanzarlos en ese momento y Gaia había pasado a un tercer plano.

Ellos eran los únicos protagonistas de ese momento y no existía nada que pudiera quitárselos.

¿Aquello era real?— se preguntaba el alfa para sus adentros—¿Podía sentir esta adoración por alguien que apenas conocía?

No hubo tiempo para responder a esas preguntas, la realidad es que no hubo tiempo para otra cosa que no sean ellos dos, sus alientos entremezclados, sus corazones latiendo desesperados, sus ojos conectados en todo momento con preguntas mudas:

¿Puedes sentirlo fyring?¿Sientes lo mismo que yo?— parecía preguntar él con su mirada.

Si Alastair, siento lo mismo, tanto que por momentos temo que me consuma— parecía responder ella sonriendo.

Sus respiraciones se agitaron al igual que sus movimientos mientras sus bocas se atacaron como si fuese el último beso que se darían en su vida.

Keera arañó su espalda con desesperación y Belial enterró su rostro en su clavícula aspirando con fuerza cuando —juntos— llegaron a la cúspide del placer.




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