El Mundo de Jennel : 4 - Dama Jennel

Capítulo 2 - Enviada Sola en el Pasado

Jennel lanzó una mirada perpleja a Alan antes de preguntar:

—¿Qué piensas hacer exactamente en Ieya?

Alan se encogió de hombros con una media sonrisa:

—Pisar fuerte.

Jennel frunció el ceño.

—¿Estás seguro de que es el mejor enfoque? Lo que sabemos de este planeta no justifica semejante audacia.

—Justamente, no sabemos nada —replicó Alan—. Así que más vale ir directamente a la fuente.

El crucero salió del tránsito hiper-cuántico cerca del planeta. Alan ordenó inmediatamente el aterrizaje en la superficie, eligiendo el lugar más práctico. Jennel, escéptica, cruzó los brazos.

—Normalmente se desciende en cápsula para mostrar respeto.

Alan le dedicó una sonrisa maliciosa.

—Hoy la urgencia no permite etiqueta.

El crucero inició su descenso, atravesando la atmósfera fina y turbulenta de Ieya. Grandes remolinos de arena roja giraban alrededor, proyectando sombras móviles sobre el desierto desolado. Desde el aire distinguieron los relieves caóticos del planeta: extensas dunas alternaban con abruptas formaciones rocosas, vestigios de estructuras colapsadas y erosiones milenarias. Los instrumentos escanearon las zonas estables, y una meseta rocosa pareció ofrecer el mejor punto de apoyo. Alan decidió aterrizar allí, inmovilizando la nave sobre su campo antigravitatorio.

Se colocó un traje negro flexible y un respirador antes de volverse hacia Jennel.

—Vamos.

Ella dudó.

—¿No deberíamos ser menos?

—Cuantos más, mejor nos reímos —respondió Alan con ligereza.

Jennel alzó los ojos al cielo, desconcertada por su actitud, pero lo siguió. Recorrieron una cierta distancia, descendieron una pendiente, hasta quedar fuera de la vista de la nave. Alan se sentó sobre una roca, inspiró profundamente y alzó la voz:

—Venimos hacia ustedes porque creemos que ser los juguetes de un poder que no se atreve a decir su nombre, ya ha durado demasiado.
¿La nave que parece venir a visitarlos es una cortesía… o viene a destruir este planeta?

Espero su respuesta, porque deben comprender que esto es urgente.

Jennel abrió mucho los ojos, atónita ante semejante entrada en materia. Se preguntó qué les ocurriría a continuación. Pasaron unos segundos en un silencio opresivo. Luego, ante ellos, apareció lentamente la mujer del desierto que Alan ya conocía. Su voz, que no era más que una comunicación mental, resonó en sus mentes:

—Noción Urgencia extranjera. Llegada esperada.

Alan frunció el ceño, fijando la silueta que tenían delante.

—¿La nuestra o la de la nave desconocida? —preguntó con firmeza.

La mujer permaneció inmóvil, luego respondió con voz mental, serena y sin emoción:

—Ambas.

Jennel, aún en estado de shock, recobró el aliento y preguntó:

—¿Qué es esa nave? ¿Qué viene a hacer?

Un breve silencio. Luego la voz resonó de nuevo:

—Nave Inicial Gull. Modificación del pasado.

Alan y Jennel se miraron.

—¿Nave Inicial? —repitió Alan en tono interrogativo.

—¿Qué quieren modificar? —preguntó Jennel, inquieta.

Pasaron unos segundos antes de que la respuesta llegara, más matizada, como si la figura ajustara su forma de comunicarse.

—Nave Inicial es la primera nave Gull. Usada para salir de Ieya.
Quieren modificar la programación de la nave Selección que llega a Sol. Sin Supervivientes.

Un escalofrío recorrió a Jennel ante las consecuencias devastadoras de ese acto. Eso solo podía significar la desaparición de esta línea temporal.

—¿Por qué venir aquí? —se sorprendió Alan, su mente ya en análisis estratégico.

—Podemos hacer la modificación.

Jennel se tensó al instante. Indignada, dio un paso al frente.

—¿Por qué harían algo así? —preguntó con voz fría.

—Amenaza de destrucción de Ieya.

Alan y Jennel se quedaron sin palabras. El alcance del asunto era mayor de lo que habían imaginado.

Alan fijó la vista en la mujer y formuló la pregunta que le ardía en los labios:

—¿Con quién estamos tratando?

—Somos los Pensadores.

Alan observó la figura ante él, sus pensamientos enredados en ese torrente de información. Una pregunta brotó en su mente.

—¿Fueron ustedes quienes me contactaron dos veces? —preguntó.

—Sí.

Jennel intervino de inmediato:

—¿Y mis sueños?

—Sí.

—¿Por qué? —insistió ella.

Un silencio suspendido se instaló antes de que la voz mental resonara otra vez:

—Existe Camino temporal. Flujo energético que pasa por destrucción de los Gulls. Requiere creación pareja Jennel/Alan y aumento de motivación Alan.

Alan entreabrió los labios, desconcertado. Miró hacia Jennel, que también trataba de asimilar esas palabras.

Respiró hondo y la miró largamente.

—Debería estar escandalizado por esta manipulación… pero me alegra.

Jennel alzó una ceja antes de esbozar una sonrisa sincera, profunda, cruzada por mil emociones.

Extendió suavemente la mano hacia él, que la tomó con ternura.

Entonces Jennel recordó su conversación con Ran Dal sobre su paso por Ieya, y luego su propia visita. Una incoherencia volvió a su mente.

—Pero… ¡ustedes dijeron que no habían ayudado a Ran Dal! —exclamó.

—Respondieron los Precursores.

Jennel sintió que su desconcierto crecía.

—¿Cuál es la diferencia?

Esta vez, la voz mental pareció casi… irónica.

—Pensadores energéticos. Precursores semi-materiales, primeros habitantes de Ieya. Gulls materiales. Clasificación simple.

Jennel parpadeó.

—Creo que tienen sentido del humor —susurró a Alan.

Alan, en cambio, tenía otra revelación en mente. Cruzó los brazos y declaró:

—Entonces, los Gulls vienen de Ieya.

—Sí.

Jennel silbó entre dientes.

—¿Y ahora regresarían para destruirla?

—Ieya sin importancia para los Gulls.

Sus corazones se encogieron ante esa afirmación carente de toda emoción. La naturaleza de los Gulls, su absoluta indiferencia, volvía a mostrarse en toda su frialdad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.