Alan inspiró profundamente, fijando la mirada en el holograma del Red Temporal suspendido frente a él. Ya no había lugar para la improvisación. Jennel había cumplido su parte con brillantez, destruyendo la Nave Inicial e impidiendo que los Gulls alteraran el pasado. Pero aquí, en el presente, la Red seguía intacta.
Pidió a la IA que refinara su análisis.
—Detállame la estructura de la Red Temporal.
La IA tardó unos segundos en compilar los datos antes de responder con voz neutra y mecánica:
—La Red está compuesta por 25 poliedros concéntricos, cada uno con 1.970 caras. Las burbujas temporales están dispuestas en los vértices de estos poliedros, formando una malla tridimensional compleja. Las líneas que conectan dichos vértices convergen todas hacia un centro teórico, un punto de anclaje central que mantiene la cohesión del sistema.
Alan frunció el ceño.
—¿Los centros de gravedad de esas caras también están alineados en líneas que pasan por el centro?
La IA confirmó de inmediato:
—Afirmativo. Cada cara posee un centro de gravedad que se encuentra a su vez en una línea que converge hacia el punto central de la Red.
Alan observó el holograma, con los ojos entornados por la concentración.
Sentía que estaba cerca de una pista importante.
Pero antes de ir más lejos, debía informar a los demás dirigentes de la Confederación y del Imperium.
Con un gesto, abrió una comunicación prioritaria con la Presidenta Xi Mano.
—Presidenta, tenemos un problema.
Ella apareció en la pantalla holográfica, su Espectro vibrando levemente con un matiz de ansiedad.
—Le escucho, Gran Almirante.
Alan expuso los acontecimientos recientes: la destrucción de la Nave Inicial por Jennel, el colapso parcial de las torres rocosas en Ieya, y sobre todo, la existencia de esa Red Temporal, cuya función era ya conocida, pero cuyo funcionamiento seguía siendo un misterio. Añadió:
—Lo que sabemos es que es casi indestructible por medios convencionales. Si atacamos cada unidad individualmente, se defenderán, sufriremos bajas y perderemos un tiempo precioso. Necesitamos otro enfoque.
Xi Mano reflexionó unos segundos.
—¿Tiene una solución?
—Tengo una idea en desarrollo. Pero por ahora, necesito movilizar todas nuestras fuerzas. Quiero que todas las naves disponibles cerca del Complejo se rearme exclusivamente con misiles de fragmentación gravitacional, y luego se unan a mí.
Xi Mano lo miró en silencio durante unos instantes antes de responder:
—Confío en usted, Gran Almirante. Tiene mi autorización.
Alan asintió con la cabeza, y cortó la comunicación para abrir de inmediato otra con la Almirante Arin Tar.
Su rostro apareció, marcado por el cansancio, pero con una concentración inquebrantable.
—Alan, he recibido informes preocupantes. ¿Cuál es la situación?
Él le expuso rápidamente los acontecimientos recientes, insistiendo en la urgencia que representaba la destrucción de la Red Temporal.
Cuando terminó, Arin Tar suspiró y cruzó los brazos.
—¿Y cuál es su petición?
—Necesito su autorización para utilizar los arsenales de Arw. Todas las naves confederadas y arwianas deben equiparse exclusivamente con misiles de fragmentación gravitacional. Si tengo razón, los necesitaremos en grandes cantidades.
Arin Tar arqueó una ceja.
—¿Tiene una solución?
—Creo tener un enfoque… original.
Una ligera sonrisa se dibujó en el rostro de la Almirante.
—Imagino que no quiere darme más detalles por ahora.
—Cuanto menos sepa, más podrá decir que fue inesperado en caso de que fallemos.
Arin Tar soltó una breve carcajada y asintió.
—Muy bien, le dejo librar esta batalla a su manera. Ordenaré de inmediato el rearme de toda nuestra flota.
Cuando estaba a punto de cortar la comunicación, se detuvo un instante y añadió:
—Las escuadras arwianas pasan bajo su mando, Gran Almirante.
Alan abrió ligeramente la boca, sorprendido por la declaración.
—¿Está segura?
Arin Tar se encogió de hombros con una sonrisa enigmática.
—El futuro a veces guarda sorpresas increíbles, Alan. Ahora demuéstreme que tomamos la decisión correcta.
La comunicación se cortó.
Alan permaneció unos segundos inmóvil, contemplando el holograma de la Red Temporal que giraba lentamente frente a él.
Ahora tenía todos los recursos necesarios.
La verdadera pregunta era: ¿funcionaría su estrategia?
Alan analizó rápidamente la situación. 2.140 naves estaban desplegadas en formación alrededor de la Red Temporal, listas para intervenir. Una flota de una magnitud impresionante, pero frente a una amenaza aún mal comprendida. No había margen para la duda.
En las pantallas tácticas, comenzaron a propagarse pulsaciones temporales desde el centro de la Red. Ondas de energía vagas pero potentes se extendían como latidos, diluyéndose a través de las estructuras poliédricas.
Algunas porciones de la Red parpadeaban, desapareciendo durante una fracción de segundo antes de reaparecer. La inestabilidad aumentaba.
Alan comprendió que la activación de la Red ya estaba en marcha.
Se conectó a la IA de la nave insignia.
—Coordinación inmediata con todas las IAs de la flota. Integración de las unidades arwianas bajo el protocolo de alineación táctica.
—Afirmativo, Gran Almirante. Estableciendo enlace.
Alan sabía que todo debía estar perfectamente sincronizado. No podía haber margen de error.
—Distribución de unidades de disparo.
1.970 cruceros fueron asignados de inmediato a posiciones precisas. Cada unidad debía alinearse con uno de los 1.970 centros de gravedad de las caras de la Red.
El holograma proyectaba una simulación de la estructura poliédrica. La pureza geométrica del enemigo era una obra de perfección. Había que usarla en su contra.
Tomó una última inspiración y dio sus órdenes de ataque:
—Fuego sobre las líneas de alineación de los centros de gravedad.