El Mundo De Los Caídos

CAPÍTULO I: ABIGHAIL

15   A ñ  o s   A n t e s

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NARRA ABIGHAIL

 

Salté del columpio mientras Tyler contaba hasta cincuenta apoyado de un tronco de uno de los viejos árboles del jardín y junto a Matt entramos corriendo a la casa para buscar nuestros escondites, cruzando de largo junto a los tres guardaespaldas que custodiaban el jardín.

-Uno, dos, tres, cuatro…-escuchaba la voz de Tyler cada vez más lejos mientras me adentraba más en la casa. Me giré para decirle algo a Matt pero no lo encontré, así que decidí buscar un escondite por mi cuenta.

Estaba en la sala.

Algunas fotos se encontraban dispersas en todo el lugar, sobre mesitas, mientras otras pinturas se hallaban colgadas en las paredes, así como, el retrato familiar sobre la chimenea.

-¡Listos o no, allá voy!-escuché gritar a Tyler y recordé que estábamos jugando así que eché a correr.

Subí las escaleras de la izquierda ignorando por completo todo lo que encontraba en el camino, como la biblioteca, la cual consistía en inmensos estantes repletos de todo tipo de libros, un escritorio justo en el centro con una lámpara sobre él, algunas lámparas colgando del techo, sillones de cuero negro, un gran globo terráqueo en una esquina y alguno que otro cuadro; seguí corriendo sin saber exactamente hacia donde, gire a la derecha, luego a la izquierda y así un par de veces hasta que llegue al final de un pasillo y solo había una enorme pared, no sabía hacia dónde ir, ni siquiera sabía dónde estaba con exactitud. Había recorrido la casa con mis hermanos innumerables veces,  creíamos conocer cada lugar, pero al parecer nos equivocamos.

-Abby… Matt…-escuché la voz de Tyler aún más cerca y empecé a ponerme nerviosa.

Miré a mi alrededor intentando encontrar un buen lugar para esconderme, ya que siempre me encontraban primero, pero solo había un par de puertas, todas iguales, cerradas, teñidas de blanco y dorado, excepto una que estaba entre abierta, escuché algunas voces, parecían estar susurrando, no era algo que me interesara, solo necesitaba un escondite, además, ya recordé porque no reconocía aquel lugar, a papá no le gustaba que nos acercáramos a este lugar de la casa, se molestaba mucho si no lo obedecíamos, iba a seguir mi camino pero de pronto escuché su voz, tal vez se molestaría conmigo pero no lo había visto desde hacía casi dos semanas ya que tuvo que viajar por trabajo y quise saludarlo.

Abrí la puerta despacio, con cuidado de no hacer ruido y poder sorprenderlo. Al instante me invadió el aroma a ron, tabaco y perfume, característico de mi padre, había leña quemándose y todo estaba un poco oscuro, apenas iluminado por unas lámparas. Lo busqué con la mirada, este era su segundo estudio, todo estaba decorado con madera, una chimenea con unos sofás dos piezas de color negro junto a ella, en el centro una mesilla del mismo material rustico decorada por unas figuras talladas, todo sobre el sombrío alfombrado, que cubría toda la habitación, me adentre un poco más mientras seguía recorriendo con la vista el lugar, encontré algunos estantes repletos de libros, una televisión de pantalla plana completamente en negro y algo grande colgando en una de las paredes, algunas plantas como las de la sala de estar, y  los ventanales estaban cubiertos con grandes cortinas gruesas de color oscuro.

Todo denotaba un aire gélido y hasta sofisticado, provocándote un sentimiento helado pero al mismo tiempo podía sentirse acogedor y hogareño. Finalmente lo encontré en su escritorio, solo que en lugar de la gran sonrisa que quería ofrecerle mi rostro cambio a uno de total sorpresa ante lo que vi, estaba confundía y podría decirse que decepcionada. No entendía porque esa mujer estaba sentada sobre mi papa, ni porque estaba tan cerca de él, o porque lo besaba, o porque él se veía feliz con ella y la abrazaba, porque ella se sentó sobre el escritorio, eso no era correcto, además ella no era mi mama.

Iba a decir algo cuando de pronto sentí como alguien tomaba mi brazo y me halaba hacia afuera de la habitación.

-¡¿Estás loca?!- era Matt y junto a él estaba Tyler.- ¡¿Qué haces aquí?!

Gritó en un susurro mirándome con total desaprobación.

-Sabes que a Papá no le gusta que estemos aquí.- habló Tyler esta vez para seguido cerrar la puerta demasiado fuerte por lo cual tuvimos que salir corriendo.

El resto del día no pude dejar de pensar en lo que vi, ¿Quién era ella y por qué besaba a mi papá?

-Abby, ¿me pasas la sal por favor?-habló de pronto papá y negué sin levantar la vista. No quería verlo, estaba molesta, no entendía que sucedía. –Por favor…-Insistió y volví a negar.- ¿Está todo bien? ¿Estás molesta?

No respondí.

-¡Por Dios! ¡Qué niña tan maleducada!- intervino mi madre.- ¡Unas buenas nalgadas es lo que le hace falta! Te he dicho que la consientes demasiado…

-Elizabeth, basta…- le calló mi padre pero ella hizo caso omiso.

-Es una mala niña, nunca he visto algo así, nunca debiste haberla trai…

-¡Elizabeth!-Gritó papá golpeando la mesa y salí corriendo hacia mi cuarto.




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