El Mundo De Los Caídos

CAPITULO 11

NARRA ABIGHAIL

-Por favor, solo averigua su número y donde está su madre, Micah.-Dije justo antes de cortar la llamada.

Volví a entregarle el teléfono a Sebastián. 

-¡Abby! ¡Corre, ven! ¡Quiero un algodón! –sentí a Mateo tomar mi mano y arrastrarme por todo el lugar.

-En serio, ¿Qué le dan de comer? No se le agotan las baterías…- dijo Kaliel a mi lado mientras reía un poco y lo imité.

-Supongo que todos fuimos así en algún momento. –me encogí de hombros.

Estábamos en el parque de diversiones desde hacía dos horas y Mateo parecía cada vez tener más energías.

-¿Puedo subir a los carritos chocones?-volvió a gritar con evidente euforia mi hermanito.

-Pues…

-Yo puedo ir con él, no te preocupes.-habló Kaliel pero Mateo se negó rotundamente.

-¡No! Quiero ir con Liam. ¿Sí?- pidió alargando el “si” lo cual me hizo reír un poco.

-Yo voy, señorita.-habló el guardaespaldas de Mateo y asentí.

-Estarán bien.-habló Kaliel.- ¡Oh, ven!-tomó mi mano y empezamos a caminar rápidamente.-ganaré un peluche para ti.

-Estas bromeando, ¿verdad?-pregunté una vez nos detuvimos. Esto era demasiado cliché.

-¡Claro que no! ¿Qué tiene de malo?

Me encogí de hombros.

Lo escuché prepararse y 1…2…3, dispara 3 tiros.

-¡Felicidades! Aquí tiene su premio.-habló el encargado del puesto y sonreí sin poder creer esto.

-Aquí esta lo prometido.-hablo mi acompañante entregándome aquel bulto de telas y algodón.

-¿Ahora resulta que eres una especie de asesino en serie?-bromee.

Caminamos hasta un lugar donde sentarnos.

-Y… ¿De dónde eres?-pregunté de pronto.

-Emm… de… bueno, es… muy muy lejos…

Fruncí mi ceño.

-¿Cómo Fiona?-bromee.

-¿Quién?-preguntó sin entender.

-¿Qué? ¿No has visto Shrek?

-¿Qué es eso? ¿Un lugar?

-Luego solucionaré eso.-reí- ¿Y por qué dejaste... muy muy lejos?

-Tengo una misión aquí.-respondió con simpleza.- ¿Y tú? ¿Eres de aquí? 

Asentí.

-Sí, aunque extrañamente todos somos de distintos lugares, ejemplo yo soy de aquí, de Los Ángeles, pero Matt y Tyler no, ellos nacieron en Rusia como mis padres,  Emma nació en Italia durante unas vacaciones familiares – sonreí al recordar el pánico que nos invadió cuando mi madre rompió fuente.-y Mateo pues nació en Miami.

-Wao…-fue lo único que dijo.- ¿y dónde está tu madre? Digo, obvio si puedo saber, de no ser así…

-Ella…-lo interrumpí.-nos dejó cuando yo tenía 6 años, lo último que me dijo es que yo era un error y pues, según ella no era feliz, mis hermanos y yo solo éramos objetos que la estancábamos.-sentí mis ojos empañarse un poco al recordar que no ha cambiado de opinión a pesar de los años que han pasado.-No fue fácil para mi padre o para mi nana que nos crió, así que Matt también se tomó la tarea de cuidarnos. El me enseñó mucho.

-No son objetos.-dijo a la vez que limpiaba las lágrimas en mis mejillas con sus pulgares. – y no eres ningún error, bonita.-sonreí. –eres lo mejor que podrías pasarle a cualquiera, eres especial.-sentí su respiración cada vez más cercana y no hacía nada para alejarme, tampoco tenía ganas. Sentí sus labios rozar los míos cuando de pronto un carraspeo se escuchó interrumpiéndonos.

-Disculpe, señora. Pero tiene una llamada y dicen es importante.-habló Sebastián y lo golpee mentalmente.

Tomé el móvil y contesté.

-¿Si?

-Escucha atentamente y no digas nada. Tengo algunas cosas que te interesan, así que no cuelgues. Vas a hacer exactamente lo que te diga, cuando yo lo diga o pagarás como tu papito.

No espere un segundo más y corté. ¿Qué carajo era eso?

-¿Qué pasa? –preguntó Kaliel.

-Señora.-habló Sebastián.

El teléfono volvió a sonar y contesté.

-¿Quién carajos eres y como tienes mi numero?

-Te dije que no colgaras.

-No estoy para bromas, diviértete solo.-iba a volver a cortar cuando volvió a hablar.

-¡Ah! Ya veo, crees que estoy jugando.-rió y mi ceño se frunció sin entender. –Esa chaqueta roja te queda muy bien y Mateo se ve feliz, tal vez me una a él en los Go Karts.

-Mateo.-fue lo último que dije antes de salir corriendo sin saber a dónde.

-¡Abighail!-escuché los gritos de Kaliel pero lo ignore. Necesitaba encontrar a Mateo pero no sabía dónde estaba o hacia dónde ir. ¡Dios! ¡Que inútil me sentía! Necesitaba encontrar a Mateo rápido. Esto no me daba buena espina. Todo me daba vueltas, me sentía mareada.-oye, para, ¿Qué pasa?-colocó sus manos en mis hombros.

-Mateo. Encuentra a Mateo. ¡Ya!-le grité.

Esperé unos segundos y no llegaban.

Tal vez esto solo se tratara de una broma de mal gusto pero no me gustaba en lo absoluto.

-¡Abby!-escuché gritar a Mateo para seguido abrazarse a mi cintura.

-¿Estás bien? ¿Nadie te tocó o se acercó a ti?

-No, estaba con Liam pero de pronto desapareció, entonces vi a Kaliel.-me explico y asentí no muy convencida. Algo andaba mal. Se supone que Liam no podía dejarlo solo un momento.

Mi teléfono volvió a sonar en mi mano y lo descolgué llevándolo a mi oreja una vez más.

-Para que no digas que soy tan malo. Mateo está a salvo, por ahora, aunque no puedo decir lo mismo del tal Liam. ¿Sabes? Ese es el problema de ustedes los Kovalev, nunca me toman en serio. Primero Aarón, luego Olivia y ahora tú. –suspiro y sentía mi corazón acelerarse. ¿Qué era esto?-esto es lo que haremos, harás lo que te diga o pagaras las consecuencias como lo hizo tu padre y  no volverás a ver a tu hermana o a tus amigos. Te llamaré luego. ¡Ah!, y ni se te ocurra llamar a la policía o alguna de esas tonterías o les irá muy mal. Hasta pronto, Abighail.

Finalizó la llamada.




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