El mundo del espejo

Capítulo 2

Ya no se escuchaba nada, todo fue un silencio aturdidor, un viaje de luces, atravesar una cascada, realmente fue una experiencia que no se podría poner en palabras, pero lo más preocupante es que ahora estaba sola. Yaya se puso de pie y se vio rodeada de árboles pisando hojas secas. Era misterioso gazebo de mármol donde las columnas rebelaban el poco cuidado que habían recibido y que ahora solo eran unos grandes barrotes rotos y sin techo y detrás de ella el espejo que la había transportado allí.

No sabía si llorar, aunque ya sentía el nudo en su garganta, o si solo gritar por ayuda, tal vez ambas, concluyo saliendo de  las ruinas y hundiéndose en el tupido y poco iluminado, no sabia decir que hora era, pero para ser justos ella no sabía ni donde estaba.

Empezó a caminar sin rumbo alguno, solo con una corazonada de que aquello podía ser el norte y según… todo el mundo, si seguía el norte podría encontrar la vuelta a casa, o por lo menos alguien que la despertara de aquel confuso sueño. Lo que Yaya no tenia en cuenta es que seguir el norte no siempre funcionaba y más donde ella estaba.

Habían pasados largos minutos y nadie respondía a su pedida de ayuda, el árbol que tenía en frente había sido marcado unas dos veces por ella misma, lo que indicaba que había estado dando vueltas en círculos y no tenía más pistas, se dejó caer y empezó a llorar, después de todo ese había sido su plan desde  el inicio ¿Qué estaba pensando? ¿Cómo podría salir de eso por si mismo? ¿Dónde estaba Sasa? ¿Qué demonios estaba pasando?

Se quedo llorando, extrañaba su casa, extrañaba su amiga, y odiaba la sensación de estar perdida, su pecho le dolía pues no recordaba la ultima vez que había llorado tan intensamente. Se detuvo de repente y se reclinó en el suelo, cerro los ojos creyendo que no tenia mas lagrimas que llorar, de hecho, se moría de hambre, su estómago ardía y hacia ruidos molestos, era el colmo pensó.

Subió la mano y apretó en el aire, en su puño se formo un hilo de humo negro, llevo su mano al rostro, este era el sueño mas absurdo que recordara y eso que ella poseía recordar con detalles todos sus sueños como un talento curioso. Creyó estar loca, pero lo hizo de nuevo, el hilo se formo en su mano y esta vez no se esfumo, apretó de el sintiendo que tenia volumen, no era solo un espejismo, ella podía sentirlo en su puño incluso llegando a tirar de el y servirse de su ayuda para ponerse nuevamente de pie. Vio que el hilo se extendía a través del los arboles como si le indicara el camino

Tal vez era Dorothy y tenía que seguir el camino amarillo.

 

El cruzar aquel portal mágico se sentía como entrar dentro de una maso densa, como si atravesara una pared de gelatina, una extraña cortina de agua que se rompiera con la presión de la yema de sus dedos. Sasa había cruzado del otro lado del espejo para darse cuenta de que estaba cayendo de un segundo piso hasta el suelo, el golpe había sido seco y no quería ponerse de pie, se preguntaba si el suelo del ático se había roto, luego de algún corte de luz por alto voltaje. Intento ponerse de pie, ver si Yaya estaba a salvo y si ella era la única que había escuchado el crack de su tobillo.

Coloco las palmas en el piso y afincando el pie bueno logro pararse y sacudirse el pantalón, giro sobre si mismo ignorando el mareo que le ocasionaba el dolor ¿Dónde demonios estaba? Sabia que la casa de Yaya era grande, pero esto era absurdo. Estaba en medio de un salón descomunal, miro en la dirección donde había caído y no podía creer que hubiera sobrevivido, pues a dos metros de ella estaban dos sillones contra esa misma pared, el corazón le dio un salto imaginando caer fuera de la plataforma donde había aterrizado, o en las escaleras o en aquellos barrocos sillones que ahora mismo ella definiría como un trono, y también lo que confirmaría que no estaba donde Yaya.

Intento dar un paso fuera, pero el dolor era insoportable así que tuvo que arrastrase por las escaleras, se quedo mirando las paredes, los vitrales a este y oeste ocupaban toda la pared con una serie de ilustraciones preciosas que brindaban luz de colores a todo el espacio, era hermoso, tan hermoso que por un segundo se había olvidado de que mágicamente había caído del cielo a un lugar completamente desconocido y sola.

Le preocupaba Yaya, no era del todo buena por su cuenta, podía estar llorando en ese justo momento o haciendo un berrinche en suelo. Sacudió la cabeza, no quería pensar lo peor, tenia que salir de allí, buscar información, rescatar a su amiga y volver a casa.

Siguió cojeando hasta la mitad del salón cuando escucho una serie de pasos alarmados, quiso correr, pero como instinto empezó la huida con el pie roto lo que hizo que cayera al suelo, gateo lo más rápido que pudo ahogando el grito que la llevo al suelo, pero fue tarde, los pasos sonaban mas rápidos de lo que ella podía moverse, la puerta sonó como si quitaran candados y pestillos, y lo próximo fue el crujido de las puertas abriéndose.

Ese momento fue tan eterno como rápido, su corazón latía a millón ante el temor de ser descubierta, pero al mismo tiempo no sabía porque se sentía así, su cuerpo empezó a calentarse, y sabía que pronto tendría un ataque de pánico, no sabia donde estaba, no sabia que le harían si la encontraban allí, apretó la mandíbula y se detuvo ya al pie de los escalones del trono. ¿y se hacia la muerta? Ese pensamiento rondo su cabeza, apretó los ojos y los puños, no era como si le fueran a creer que estaba muerta, y su corazón no dejaba de latir, su cuerpo no dejaba de sudar y arder, no sabía porque sentía tanta terror en aquella situación de la que no tenía la culpa ¿Cuánto eran los chances de ser absorbida por un portal y terminar ahí? —lo siento, lo siento lo siento, no sé dónde estoy, no sé nada—comenzó a decir entre dientes, todo se sentía mal, todo se sentía tan caliente, y no era aun calor reconfortante, era un calor abrazador como si estuviera encendida en llamas de adentro hacia afuera, sintió que podría vomitar allí mismo.




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