El mundo del espejo

Capítulo 3

El timbre sonó en medio del atiborrado colegio, una joven apareció en cuanto se formaron las filas para iniciar las clases, era una niña escuálida de cabello rizado atado en dos colas altas, chuecas y despeinadas y una piel oliva llena de pecas, entro corriendo al patio con una lonchera en la mano y una sonrisa de oreja a oreja, dejando a atrás unos guardaespaldas vestidos de negro. No tardó mucho en ser la fijación del todo el estudiantado.

Sus botas amarillas pisaron el primer charco, era la primera vez en ese sitio y aun así no sentía vergüenza alguna, tampoco tenía miedo de ser la niña nueva. El día continuó lluvioso, también siguió solitario y frio, a pesar de que era seguida por la mirada de todos, nadie se había atrevido a hablarle, pero esto no le afectaba, estaba acostumbrada a ser tratada de aquella forma. Se consideraba alguien social y aun así no tenía amigos, o nadie a quien  pudiera considerar de aquella forma.

Las horas habían pasado, las clases, y así toda la semana. Para el viernes ya no era una novedad, su tiempo de fama había pasado a la historia y aunque seguiría siendo la chica nueva hasta que alguien más la reemplazara ya no causaba que la miraran con curiosidad, ahora solo era ignorada como si nunca hubiera estado allí y aunque nadie se lo creyese esto le resultaba mas cómodo, pues de esta forma se sentía mucho mas libre, mas ella, a la hora del recreo podía comer como le diera la gana sin guardar el recato, a la hora de llegada podía llegar rodeada de sus custodios sin sentirse fuera de lugar.

Hasta un día.

Corrió, corrió y corrió, más rápido le pedía la entrenadora, ahora salta, le grito desde lo lejos, ella en cambio cayo de bruces, frente a toda la clase. Ella escucho las risas de los demás, y ella también rio, pues le había parecido divertidísimo como creyó haber volado por unos segundos y luego haber aterrizado en la tierra mojada raspándose las rodillas y el codo, la entrenadora la envió a la enfermería.

Pisando la grama, sintió como las heridas le ardía, las gotas de lluvia le eran frías y molestas, entonces aquella sonrisa brillante se volvió cada vez más cansada, fue transformándose poco a poco en un lamento hasta convertirse en un lloriqueo que espera que nadie pudiera ver.

—creí que nunca pondrías esa cara—giro la cabeza de golpe hasta esa voz. Limpio sus mocos con la mano menos sucia—no es que me importe, pero siempre estas sonriendo a pesar de estar sola… así que es algo reconfortante ver que también puedes poner ese tipo expresión—su mirada era tan serena incluso algo sombría, la chica caminó hacia ella, era muy alta, era muy bella, no pudo evitar que su corazón comenzara a latir—toma, no creo que ayude con el dolor pero al menos son más lindas que las de la enfermería—le tendió una curita con motivo de hello Kitty, que se negó a despreciar, sin darse cuenta ya estaba sonriendo nuevamente— ¿Cómo te llamas?

—Yaya—aquella niña extraña mostro sus brackets a través de una sonrisa burlona.

—no creí conocer otra persona con un nombre ridículamente vago—siguió riendo—Sasa, es un placer—sus labios formaban una perfecta curva, y Yaya lo había decidido, estaría a su lado toda la vida.

 

*****

—no puedo dejar de hacer alboroto, esto se va poner feo, Sasa corramos—le dijo a su amiga alarmada—nos van a decepcionar, y lo harán sin anestesia para que veamos nuestros intestinos—continuó dramatizando todo lo que decía con muecas y gestos exagerados—ya he tenido este sueño del hospital, corre conmigo esta vez si te salvare, y no como la vez pasada, de hecho ya te había dicho ese sueño y te enojaste bastante ¡en fin Sasa imaginaria! Vamos, intentare despertar pronto o cambiar el rumbo como pueda—le tomo la mano a la rubia y se dispuso a correr.

—Jesús Yaya, detente, este no es un sueño tuyo y no creí que lo diría, pero que bueno que no lo es—respondió Sasa.

— ¿Cómo que no lo es? Sas, esto no es mi casa, esto es un puto castillo medieval—Yaya miraba a su amiga como si ella no fuera la única que se estaba volviendo loca, nada de esto era posible ¿Cómo podría sacar a su amiga de aquel mundo de sueños? —incluso e estado siguiendo un hilo hecho de mi imaginación.

—Yaya… me he hecho una bombilla, una ¡puta bombilla! Me he roto el tobillo y esta señora me lo arreglo con un bibidi babidi bu, me han puesto un estilo de Pepto-bismol para diarrea mágica—Sasa soltó una bocanada de aire, en busca de calma—así que cariño—tiro de su amiga y le acaricio el pelo—se de lo que estás hablando.

— ¿Cómo sabes que esto no es un sueño? —pregunto Yaya.

—porque él me lo dijo—Sasa señalo a Asher detrás de ella, Yaya pestaño lentamente para reajustar sus ojos a lo que estaba viendo.

— Sasa nena, por favor, te creí más seria—se puso la mano en el puente de nariz y negó con la cabeza abriendo paso a un continuo chasquido de su lengua —no le puedes creer solo porque esta como su mismísima madre que lo fabrico en un domingo de resurrección—añadió en un tono serio mientras miraba hacia aquella obra de arte. Ese era el príncipe con que la tenían que obligar a casarse, ese definitivamente era el hombre a quien ella obligaría a casarse.

—Vulgar—fulminó Sasa a su amiga que no dejaba de mirar a Asher— ¿sabes qué? A la verga, si estamos en un sueño—dijo rodando los ojos dándose por vencida.

—já, lo sabía… entonces ¿en que estábamos guapo? —cuestiono a Asher usando una voz coqueta mientras cortaba el espacio entre ambos moviendo sus gruesas cejas de arriba abajo.

—ven, esto no te da permiso a avergonzarme— Yaya hizo un puchero ante el estate quieta de Sasa—ok, veamos ¿eso es el pasado? ¿estamos donde exactamente?

—esto es Avalum—respondió dejando sin ideas a las chicas—avalum es como se llama nuestro planeta, y no sabría determinar si nuestra civilización es mas avanzada o no a la suya, pero actualmente estamos en 2020.

—oh, vaya, no estamos en el pasado, solo estamos en ¡otro planeta! —exclamó Yaya.




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