El castillo estaba en silencio después del ataque salvo las campanadas que anunciaban que todo había pasado, así solía ser cada día. Los pájaros habían vuelto a volar en el cielo color oscuro, la música y las voces de toda la cercanía habían reanudado su común bullicio como si aquella criatura no hubiera apreciado de la nada y es que así era. Los ataques podían salir en cualquier lugar del país, aunque los más habituales ocurrían cerca del corazón de Astrya, siendo atraídos por poderosa magia del castillo y lo único que los mantenía realmente protegido a ellos y al resto del mundo, pero no era suficiente, nada había sido suficiente.
Sasa, escucho en medio de su sueño, Sasa, volvió a escuchar, peor no tenía intención de despertar pues a cada segundo podía recordar la razón, a menos que no fuera la voz de su madre llamándola en la mañana para abrir la tienda, si no era su hermano queriendo que ella hiciera desayuno, si no estaba en su penumbroso cuarto, entonces no tenía la intención de despertar. Sarai, abrio los ojos.
Yaya la miraba con el ceño fruncido, ¿Por qué no podía ser más egoísta? Se reacomodó en la camilla, esta vez solo estaban las dos en el ala médica, cerro los ojos y rápido, Yaya le hizo un espacio en su pecho y la acomodo allí donde acaricio su cabello. Para ella no era fácil tampoco, tenía la certeza de ser la que más asustada estaba, pero sabía que cuando Sarai flaqueaba tenia que ser fuerte por el bien de ambas.
Se quedaron acunadas en la única normalidad que tenían, ellas mismas, ¿Cuándo todo había cambaido tan rápido? Ahora había monstruos y magia, reinas y caballeros, todo un cuento de hadas del que esperaba despertar en cualquier momento. El tiempo paso y Sasa se quedo dormida nuevamente en sus brazos, Yaya solo se quedo contemplando desde su sitio el cielo inalterable del Astrya ¿Cómo era que no cambiaba? Y ¿Cómo las aves volaban tranquilamente en aquel aterrador mundo? Se pregunto un sinnúmero de cosas mientras sintió una lagrima deslizarse por su mejilla, no había siquiera pensado en su madre hasta ese momento o en la mama de Sasa o quizás su hermano.
¿Qué pensando? ¿se Darian cuenta de que no estaban ahí? ¿estarían aterrados? O tal vez el tiempo pasaba como en Narnia, rogaba por que fuera lo segundo.
Entonces escucho la puerta deslizarse y unos pasos fuertes en el piso, Asher estaba ahí intentando no ver la escena, entonces ella recordó que tenía la cara húmeda y se maldijo a si misma por ser tan llorona. Limpio sus mejillas de forma rápida y carraspeo para que el soldado pueda decirle lo que pretendía.
—mi reina las está solicitando a ambas.
— ¿Qué? ¿quiere mostrarnos otro de los encantos del país? —rodo los ojos— paso, ahora solo queremos volver a casa, despertar o lo que sea, lo que este pasado aquí esta muy por fuera de nuestra liga—en la tierra se consideraba como alguien audaz y arremetida, alguien que siempre estaría dispuesta a una aventura que pocas cosas las sacaban de su zona de confort, pero la magia, el estar tan cerca de algo que ella no podía controlar, algo que podía quitarles la vida en cuestión de segundos… no, aquello no.
—no tengo autorizado hablar con ustedes sobre este tema—soltó un suspiro, estaba agotado y se preguntaba porque le había tocado justamente esta tarea, porque el de toda la línea sanguínea que estaba obligada a servirles, lamio sus labios y replanteo sus prioridades—tal vez hablando con Lavina puedan obtener mas información de como irse de aquí.
Para Yaya eso sonaba a gloria, una salida y asintió como una respuesta, entonces despertó a Sasa y fueron de nuevo escoltadas por la guardia del castillo hasta el invernadero. Para la sorpresa de las chicas este no estaba destruido como lo habían dejado, al contrario, estaba tan intacto e inmaculado como la primera vez que esas puertas se había abierto a sus ojos.
Lavina aun tomaba él te, no había rastros de vidrios, las flores y arboles estaban intocables, incluso se escuchaba el sonar de los pájaros que vivían ahí ¿Qué había pasado? Y es que todo se había reconstruido por literal arte de magia. Entraron al sitio y retomaron sus asientos sin evitar mirar al horizonte e imaginar que la bestia surgiría una vez mas y las atacaría, no importan cuanto insistiesen en la idea de que estaban protegidas y que todo era normal, el mal sabor en la boca que les generaba el recuerdo, la mano temblorosa de Yaya, y el dolor en la boca del estomago por el miedo era algo que no perderían por un largo tiempo.
—espero que ahora si podamos disfrutar del te sin interrupciones—interrumpió el ambiente tenso Lavina con su voz suave.
— nos han dicho que podemos volver a casa ¿Cómo lo hacemos? O ¿Cómo despertamos de este sueño? —a Yaya no le importaba ser impudente cuando sus sentimientos se sentían tan de lleno, ya no era divertido estar ahí, no era lindo y mucho menos cómodo.
— no sabemos cuanto tiempo hemos estado aquí, tenemos vidas y hogares a los cuales volver.
—entiendo sus preocupaciones—Lavina dio un sorbo a su taza y las miro con una sonrisa—podrán volver a casa cuando gusten, cruzando el portal.
—¿en serio? Así como si nada— Yaya no pudo contener la alegría, por un momento sentía que todo podía ir mal.
—la verdad es que no sabemos como hemos terminado en este loco mundo—añadió Sarai.
—pero no podrá quedarse allá por mucho tiempo—sintieron como su estómago se apretaba ¿Qué significaba eso? —ahora han despertado sus poderes divinos, y tanto sus cuerpos como este mundo no podrán sobrevivir sin ustedes, la conexión mágica esta ya establecida.
— ¿Qué conexión mágica ni que nada? No somos de este mundo, no entendemos de magia, estamos aquí por pura casualidad.
—bajo el cielo de Astrya nada es casualidad cariño—no podían creerlo. Sasa se cubrió el rostro con las dos manos, todo se estaba saliendo de control y no encontraba respuestas de peso, nadie realmente entendía como se sentía en esos momentos lejos de casa envuelta en toda esa locura—ustedes son nuestras princesas perdidas, las reencarnaciones de las princesas Izellah y Amara.
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Editado: 11.05.2021