El mundo de avalum estaba lleno de dioses nuevos y viejos a los que la gente elegia por quienes rezar dependiendo se sus problemas, pero como en todo en la vida y el cosmos había unos más poderosos que otros, unos cuentos con responsabilidades más pesadas que lleva y otros que como dioses solo tenían la divinidad de su lado.
Según contaba la leyenda Haius era un dios que cayó al mundo de los mortales cansado de observar a lo lejos la vida de los mismo, mientras que el en cambio se mantenía ajeno a lo que era la vida misma, el amor, el juego los vicios y las maravillas que el mundo terrenal tenía para ofrecer y que el de su observatorio no podía presencia.
Cansado de la monotonía se embarcó en el viaje hasta el mundo humano y maravillado por las cosas que de las que nunc apodo ser parte decidió quedarse allí para siempre, pero para los otros dioses aquello estaba dotado de injusticia un dios no podía convivir con los mortales, así que enviaron a otros a por él, en cambio ente en lágrimas ofreció sacarse los ojos antes que dejar la vida que tanto había anhelado, así en medio se du suplica ofreció su inmortalidad y poderes a cambio de mantener una vida común y corriente, los demás dioses se apiadaron y le dejaron mantener sus ojos divinos para pueda ver la divinidad y lo mágico aun en avalum.
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Yaya tenía empuñada una lista de todo lo que quería de este nuevo mundo, no se consideraba mima ni mucho menos, pero al estar la posibilidad sobre la mesa entonces no tenía nada que hacer. Quería sus materiales de arte, quería un abanico, necesitaba un aire acondicionado en frio y húmedo cuarto de piedra, igualmente quería un laptop, con suscripciones a sus servicios de streaming y un rápido internet si era así como le llamaban en estas tierras, quería ir al supermercado por todas sus dietas y botanas y ropa de su gusto.
Tenía planeada exponer sus demandas a Asher pero no lo había visto en todo el día, y la única que quedaba en la línea siguiente era Lavina, pero ahora en medio del desayuno con la tensión que se sentía ene l aire, con las miradas que se cruzaban de un extremo a otro de la mesa y aquella conversación donde se había enterado que estaban rota, no creí que fuera el mejor momento para empezar a exigir como la princesa que querían que fuera.
Tanto Lavina como Grace se quedaron mirando durante unos segundos, hasta que la reina corto el hilo y miro a las chicas sentadas al lado de la mensa viendo y escuchando todo como si no fueran parte de la conversación o peor aún el motivo de ella—Ella es Grace, y las estará ayudando con su magia—dijo con su particular empatía, pero no había mucho que sumar y restar para saber que la “ayuda con la magia” significaba muchas cosas y no necesariamente buenas.
Eran esclavas del castillo, después de todo no había mucho que hacer que obedecer y seguir la corriente en todo lo que ellos quisieran si así podían volver a casa, calculaba Sarai quien no había perdido la esperanza de escapar de toda esa locura que querían imponerle, y estaba bien, entendía que todo era real peor eso no significaba que se mantuviera quieta en ese lugar para siempre, hallaría un forma de regresar a su normalidad, a su vida fuera del peligro, fuera de la magia y donde ella mantenía todo el control aunque tuviera que auxiliarse de la magia para deshacerse de ella.
El salón al que ingresaron no estaba muy lejos de donde estaba, El cuarto de entrenamiento tenía el tamaño de un gimnasio solo que sellado aprueba de sonidos, líquidos y la última tecnología mágica en resistencia de daños, tan fuerte como para aguantar el poder de los jóvenes recipientes de los dioses fuera de control, entonces Lavina se colocó frente a ellas y recito unas palabras junto a un ademan de la mano que le extrajo un líquido brillante de sus cuerpos y lo esfumo ene l aire—ahora no tienen ningún limitante en su magia, aquí podrán usar su magia con libertad, Grace—miro a la chica que tenía una mano en la cintura esperando su señal—son todas tuyas ¿crees que puedas manejarlo?
—manda tu chico si no—dijo siendo honesta, sin los limitantes dentro de ellas lo que parecía una magia revoltosa ahora era un tornado de peligrosidad que oscilaba desde adentro hacia afuera y que crecía conforme más pasaba el tiempo, entonces reconoció que ese era el color y la forma de un poco del poder mágico de un dios.
No tenía sentido negarlo, estaba aterrada de que alguna de ellas hiciera un movimiento que la devolviera a los cielos y es que ya ella había tenido una probada de la muerte y no le había parecido tan calmante y tranquila como la querían describir algunos, exhalo esos pensamientos, ella estaba allí ara realizar una tarea y lo haría del modo en el que ella creyera correcto—ok no me andaré con rodeos palabrerías bonitas, ahora mismo ustedes son ratas de este laboratorio sin importar el título que tengan, este reino y el mundo necesita que puedan estabilizar sus poderes mágicos para que así puedan convertir esa bestias—a Sarai no le sorprendió nada de lo que estaba escuchando—no se si la mística de Lavina les había dicho esto o no, y la verdad no me importa lo que ella prefiera mantener en secreto o no, así que de ahora en adelante hasta que les dé el alta seré más que honesta, seré cruel y despiadada si es lo que necesito para enderezarlas. Primero, no seré una profesora de magia, el que iba a serlo escapo y yo no estoy aquí para enséñales a levitar piedritas y conjurar luces de colores que asombran a los mortales como lo eran ustedes. Segundo, es posible que mueran en el intento, así que tienen que hacer todo lo que yo les diga y confiar plenamente en mis palabras ¿estamos de acuerdo? Bien, en verdad no me importan si lo están o no. Así que empecemos—Grace no tenía intención de fallar a lo que había dicho anteriormente, sus palabras eran tan rudas como lo eran sus intenciones, pero no pretendía que ninguna de ellas muriera cuando las estaba tratando.
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Editado: 11.05.2021