El mundo del espejo

Capítulo 9

Capítulo 9

Ruinas, oscuridad, bloques de pierda cubiertos por una fina grama luminosa por su rocío. Flores de loto flotando en el agua cristalina, agua que dejaba atravesar la mirada a las formaciones sumergidas que emitían ligeros gases que calentaban el manantial encerrado en la caverna iluminada por unas lámparas que colgaban de las estalactitas milenarias de la cueva.

Un aroma en particular, uno que no podría descifrar del todo, una mezcla floral y terrosa, unos rayos de luz blanca que atravesaban desde un agujero del techo, un paso dentro del agua caliente ahora todo en el líquido revoloteaba mientras su cuerpo poco a poco se acercaba al centro de lugar, allí donde yacía un pedazo de roca plana que compartía espacio con unos candelabros de piso recubiertos de la cera derretida que había caído durante años en el mismo lugar, espacio designado para el reposo y restriegue de quien se bañara en las aguas termales. El fondo no era profundo en todo el camino si seguía derecho como lo estaba haciendo podía llegar al altar sin ningún problema con el agua por su cintura.

Dio un paso tras otro, dejando sus manos flotar en el agua, su cabello exageradamente largo la perseguía como si fuera un manto, mechones lacios y negros que no se correspondía a su aspecto actual, así mismo como el color reluciente de su piel, ese brillo tintineante, las uñas largas como garras negras y un cuerpo diminuto casi desnutrido. Así mismo como Sarai, Yaya tampoco era ella misma, solo podía ver lo que ese cuerpo podía ver, experimentar lo que esa persona hacia y para su mala suerte lo que esta podía sentir.

Ahora en un parpadear de ojos se encontraba viendo al cielo por el agujero del techo justo a la luna llena que la alumbraba por completo dejándola sentir como si se estuviera recargando de esa energía que resultaba refrescante y vivaz, su cuerpo sobre el frio suelo de piedra húmedo y tieso, los vapores cada vez más densos llenándole los pulmones de un aire que podía verse al exhalar, era como oxigeno mismo, no podía escuchar más nada que sus jadeos al tomar el aire y expulsarlo por la boca, pero este ahora era más frio y tampoco era agradable, podía sentir su cuerpo temblar y la respiración más agitada.

Las luces de las velas se habían extinguido, ahora todo era penumbroso y lúgubre, la luna era la única fuente de luz mientras que todo lo demás parecía vacío, su cuerpo se retorció y  sintió como su pecho fuera aplastado ¿Qué era ese dolor tan extremo? Que la había hecho sufrir tanto en ese momento, porque aquel cuerpo que estaba ocupando estaba gritando y contorsionándose del dolor, pero no era ningún dolor físico, no tenía heridas no había sangre, solo sentía ganas de llorar y rasgar el piso, apretar sus puños hasta atravesar su piel cualquier cosa con tal que aquel dolor en su corazón se detuviera.

Podía sentir cada sensación, cada respiración cada lagrima como si fuera suya y no podía mas ¡sácame! Gritaba una y otra vez sin poder escuchar su propia voz, ya aquella aventura no le gustaba. Era demasiado sufrimiento, demasiada frustración, intentaba pararse de allí, pero nada pasaba, no podía tomar control de si misma y solo podía ver como ese cuerpo ajeno hacia lo que quisiera mientras ella sofocada gritaba por ayuda sin poder hacer nada, solo paralizada.

En medio de su cantaleta interna sintió una mano en su costado, una imagen que se hizo vivida frente a ella, Asher estaba allí hincado su lado con los ojos perplejos ella hizo el intento de levantar la mano para que este la tomase y la ayudara, pero no paso nada. Apretó los ojos mientras todo intentaba volverse mas oscuro, ahora sus ojos iban en esas tres direcciones, la oscuridad que se comía todo a su paso, la luna que se burlaba de ella y el hombre que no sabía cómo ayudarla.

Seguía allí llorando sin ser realmente escuchada, seguían las lagrimas corriendo por la cara que no era suya y ahora Asher rodeaba un cuerpo que ella no podía controlar. El se sentó en la plataforma y recogió el cuerpo de esta estrechándolo en sus brazos, al menos Yana podía sentir la fuerza de su abrazo y lo cálida de sus manos en el helado cuerpo, él acaricio su largo caballo e hizo apoyar su cabeza contra su hombro, magia o lo que sea, pudo oler su aroma, era distinto al que ella había percibido, el no era una ilusión, era real estaba ahí y podía sentirlo ¿pero podía el salvarla de aquella tortura? Ahora la oscuridad había recubierto todo, no podía ver nada, pestañeo unas cuentas veces, y aun así no había luz, solo estaba la nada, oscura y helada, salvo el cuerpo del que estaba recostada como si fuera un cadáver inmóvil e inútil.

—¿puedes sentirme? —quiso asentir, sentía como una de sus manos se apoyaba en la base de su espalda y la otra en su mejilla—déjame entrar—le pidió, ella como quiera no hubiera podido hacer nada, pero al menos ya no estaba tan sofocada como antes, aunque mantenía el dolor insufrible en su pecho y el continuo lagrimeo y jadeos posteriores al llanto, así mismo sintió como él la estaba sentando y su cuerpo respondía sin peros a lo que él hacía. Asher despejó de su cara los cabellos mojados que le impedían verla correctamente, la tomo del mentón apretando sus mejillas forzándola a abrir la boca—abre los ojos Yaya—y pudo abrirlos aunque todo lo que veía aun era pura negritud—no le tengas miedo déjate llevar, aquí estoy—entonces su vista se fue aclarando a poder ver sombras, su respiración se hizo larga y su cuerpo volvió al estado en que había iniciado una calidez indescriptible, una sensación placentera en el centro del estómago, su cuerpo dio pequeños saltos involuntarios así que Asher la apretó mas contra el y dejo que ella absorbiera todo el poder mágico por si sola.

Con gemidos y micro convulsiones sus venas de ennegrecieron al igual que sus ojos y un miasma oscuro seguía siendo absorbido por la boca de la chica que poco a poco recobraba el control de sus extremidades, que de inmediato se aferro al hombre que la sostenía—abre más—De un dolor inmensurable ahora se compadecía de un placer divino, uno que solo había experimentado en pocas ocasiones. Se sentía llena, viva y una con el universo, incluso pudiendo ver cada recoveco de cosmos y el pensamiento de Asher que ahora apoyaba su frente contra la de ella mientras lo apretaba pidiendo más de él.




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