El mundo del espejo

Capítulo 13

La música estaba tan alta que al cuerpo ebrio de Yana el piso le parecía retumbar, la única cosa que la mantenía unida a Sarai era el fuerte y sudado agarre de sus manos, atravesaron la gente siendo iluminadas por los reflectores de colores y luces estroboscópicas. No pretendía llegar a un sitio mas calmado, al contrario, su intención era llegar justo al medio de la pista y mostrar unos cuantos pasos de bailes que demostrara su superioridad a todo el mundo.

Su canción empezó a sonar justo cuando piso el centro de la multitud, unos acordes pegajosos, movedizos y repetitivos, una melodía que no se le había quitado de la cabeza en semanas desde que la había escuchado. Yana subía las manos, meneaba la cintura solo siguiendo el ritmo de los bajos y dando saltitos alrededor de Sarai a quien con los ojos cerrados acariciaba su propia piel contoneando la cabeza formando parte de algo mucho mas alto que ella misma o lo que había allí.

Para ellas esa era la vida, eso era lo que le daba sentido a seguir vivo ese momento que compartían, donde solo existía la música y ellas, nada más, ese momento donde Sarai volvía a ser consciente de la chica revoloteando como mariposa cerca de ella, la misma que no le quitaba los ojos de encima ¿Qué vez? Se atrevió a preguntas sabiendo lo que Yana veía “tus ojos” respondió esta vez, Sarai sonrió, no tenia ganas de profundizar mas nada que eso en aquel tema que le daba pereza abordar.

Sus hombros siguieron el paso de su amiga, luego siguió el bailecito hasta terminar abrazadas chocando sus cuerpos esperando que la canción nunca se acabase, que el efecto del alcohol no las abandonara y que aquella amistad nunca llegara a su fin.

Se sentía como si fueran las únicas en el antro, bailando como si fueran los 70´s rodeadas del humo y la brillantina, siendo el centro de intención con sus elaborados movimientos, pero no era así como lucia en la realidad, solo eran dos chicas borrachas bailando apretadas en medio de la multitud que las veían con los ojos extrañados por sus pasos descoordinados, la voz chillona de Yana cantando a destiempo la canción que estaba ya por terminar.

Y aunque para los ojos ajenos esa sinergia mágica podía ser una escena de burla, para ellas que no sabían lo que les esperaba o como realmente estaban conectadas era un momento de paz y añoranza, uno que atesorarían como una serie de pequeñas aventuras que habían vivido uno al lado de la otra, el solo la imagen de Sarai sonriendo a las locuras y bailes de Yana, sus pieles sudadas por tan solo la diversión y el despegue de la gente que vivía fuera su mundo.

Ahora este recuerdo les parecía divino, y a la vez uno de los mas desafortunados pues unas horas más tarde terminarían aquí en este mundo en fantasía para ser explotadas al punto de quedarse encerradas en una habitación que no les daba la hora, comida, agua o al menos un sanitario al que Yana pudiera ir antes de tener que recurrir a bajarse los pantalones en lo primero que pareciera una esquina, después de todo no seria la primera vez que orinaría frente a Sarai o peor… en un lugar que no fuera destinado para la tarea.

Asher las había dejado en la habitación por un tiempo que ellas no podrían calcular, serian horas, días una vida entera se quejaba Sarai maldiciendo el momento en que decidió buscar a Yana al ático. Ambas se había tirado al suelo sin idea de cómo podría generar una bola de magia que se convirtiera en algún bastón, escoba, espada al menos en un trapeador que le diera validez a Asher de sacarlas de ahí.

La magia no había resultado sencilla, exigía demasiado de sus cuerpos, por lo que en ese momento estaban mas peleando por su vida que por lograr el truco de invocar un elemento mágico, y Asher lo sabía, pues esa era  su intención, no le gustaba andarse por la ramas y si Lavina quería que ellas apresuraran su magia tendría que hacerlo de formas extremas por lo que no se sentía culpable a forzarlas al máximo. La magia era cuestión de temple y de concentración, no era con lo que jugar y hacer destellos. habían tardado casi un día allí encerradas mucho más tiempo del que tenía estimado y lo único que podía hacer el comandante era revisar las grabaciones del simulador desde afuera

—me voy a desmayar, puedo sentirlo—expreso Yana desde el suelo—tengo demasiada hambre, pero estoy muy cansada para comer, tengo mucho sueño, pero también estoy cansada para dormir ¿así se siente desear la muerte?

—si—respondió sin peros Sarai, amaba a su amiga, pero odiaba las quejas, el lloriqueo y muy en el fondo la debilidad. Había seguido intentando convocar su elemento sin parar, sus piernas temblaban sin poder aguantar el peso de su cuerpo y su mano no podía mantenerse en alto por más de un minuto sin sentir sus hombros en llamas. Subió el brazo por enésima vez y soltó un grito que solo la ayudo a liberar un poco mas de poder que la anterior ¿Cómo se suponía que mejorara en esto si cada vez solo sentía mas agotada? No tenia sentido, solo estaban perdiendo fuerzas y Yana solo se había rendido después de los tres primeros intentos cuando vio que cada vez perdía mas y mas fuerzas “prefiero morir fresca como una uva a marchita como una pasa” dijo cuando se acostó en el suelo y no volvió a pararse.

Sarai lamio sus labios y sacudió el torrente de sudor que corría por su frente, entonces se apoyó las manos en sus rodillas y respiro lentamente, debería haber una forma que no fuera expulsar el alma en cada rugido y cada intento fallido, pues en vez de mejorarlo único que hacían era retroceder y ahora mismo solo sentía el amargo sabor antes de vomitar. Saldrían de ahí logrando lo que se esperaba de ella y no por que se lo hubieran impuesto, no, si no porque no le permitiría a nadie decir que no pudieron con algo que al parecer incluso los niños puedían hacer.

—vamos Yaya, de pie ¡ahora! hay que acabar con esta mierda—dijo con la respiración entrecortada y la mirada perdida a costa del mareo por hambre y fatiga.




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