El mundo del espejo

Capítulo 24

Su cabello ondeaba en el aire, manteniéndose allí frente a sus narices suspendida encima de ella nadando en una piscina imaginaria. No se sentía asustada como todos sus sentidos le pedían que lo estuviera, pero a esa altura ya las cosas no se sentía como antes. sentía que no valía la pena soltar el grito que urgía por salir de su boca, el pánico en su pecho que le apretaba el corazón en un puño en cambio, la expresión en su rostro, el rizo de su cabello bailante, su piel translucida y la fría niebla que la rodeaba.

El espectro se llevo la mano a la boca pidiendo silencio, levantando la comisura de sus labios una risilla que mínimo le parecía macabra. La chica se alzó y siguió al fantasma que insista en que lo hiciera. Este ya no estaba volando, se desplazaba por los pasillos y escaleras abajo como si fuera una chiquilla intrépida guiándola sin perderla de vista mientras tarareaba una cancioncilla que solo podía describir como tétrica y envolvente. El cielo no marcaba la hora, pero el silencio y lo vacío del palacio le daba entender de mas que no era una hora apropiada para ella estar fuera de la cama.

El camino que recorrió con los pies descalzos la llevaron por lugares que desconocía de su propio palacio, y no se sentía culpable por no saberlo pues había estado allí tan solo unos cuantos meses, embelesada por el aura envolvente del fantasma que cada vez se volvía menos visible avisándole que el tiempo se acababa. llego a las puertas de un lugar que conocía de donde mismo conocía a la chica que la había parado de la cama. Una habitación gigantesca con una piscina alimentada de fuentes que se mantenían en funcionamiento, el agua por el contrario de la primera vez que estuvo en el lugar se veía pantanosa y oscura con restos de flores muertas y una niebla por doquier que daba un aroma curioso, el techo de cristal estaba roto y negruzco, todo recubierto de un moho que crecía desde abajo.

Ahora solo era un espacio abandonado y espeluznante, con el agua en calma como un estanque sin rastro de lo que alguna fue cuando Izellah aun estaba con vida. Dio el primer paso dentro del cuarto y vio como el cuerpo intermitente de la princesa se hundió en el agua esperando que ella la siguiera por igual y así lo hizo. Se quito los calcetines y así el resto de la ropa dejando un rastro de camino al agua. Se sumergió de un solo salto sintiendo como el agua extrañamente cálida abrazada su piel, abrio los ojos y se encontró sola mirando a los lados y sin sentir la necesidad por respirar. Allí dentro no se podía percibir la profundidad de la piscina, tampoco en donde estaba la superficie, solo estaba ella en medio de la nada y sin idea de donde ir o que hacer.

Nado hacia lo que creyó el fondo sin ir a ningún lugar, todo mantenía el mismo aspecto, pero ahora su respiración no se sentía tan cómoda como antes, solo un poco más, se dijo a si misma nadando con mas fuerzas hasta que de repente se encontró con bosque de algas, un espacio de matices verdes y borrosas, frente a ella estaba el fondo, un compendio del nacimiento de las algas, tierra y gravas así mismo como un destello tintineante que llamaba su atención, la voz de Izellah se hizo clara en su mente, aquella tonada pegajosa mientras más se acercaba. Ahora sentía la calidez de la mano de la difunta sobre la suya a tal punto de ver la translucida presencia que la ayudaba a llegar más lejos, queriendo que tomara el objeto brillante allí debajo.

Despertó.

Abrio los ojos rodeada por las criadas que le vendaban el cuerpo y pasaban paños cálidos buscando lavarle la tierra y la sangre con la que había llegado. Giró la cabeza y miró por la ventana suponiendo, que de tener un sol en este mundo, este se asomaría para traer luz y espantarles de las criaturas del abismo. pestañeo sintiendo el cansancio y finalmente se durmió tarareando la canción que Izellah le había enseñado.

 

Su piel se sentía ardiente de bajo de la suya que estaba tan fría como la de un dragón de hielo ¿estaría dormida? Eso esperaba. Su mente estaba hecho un lio, y no imagino que su impulso por protegerla los llevara a esta situación y ahora tenía que buscar la manera de escabullirse lejos de los cuidados de Yana, lejos de su cuerpo que lo abrazaba para brindarle calor, pero no quería del todo soltarla, su propio cuerpo estaba comprometido a seguir acurrucado a su lado, apretarle un poco mas peor su mente seguía diciéndole una y otra vez que parara su trasero de allí antes de que las cosas se pusieran incomodas… tarde. Agachado en el borde de la ventana estaba Alister que llevo sus manos a su boca para enfatizar la sonrisa de oreja a oreja que le provocaba ver a Asher recostado del pecho desnudo de Yana.

Puso una de las manos sobre el cristal y dibujo  con su dedo un corazón a partir del empaño de su aliento. Asher apretó los ojos, asegurando que esto era un castigo divino de los dioses por prestarse a esta clase de cosas, apoyo sus palmas en la cama y con premura se empujó hasta poder salir de forma exitosa, suprimiendo la pena de verla buscando su presencia y tan solo girarse para abrazar un colchón, ella estará bien, mucho mejor que bien, se dijo sintiéndose ridículo por eso, sacudió la cabeza y la tapo con las sabanas, después de todo tenía  muchas cosas con las que lidiar, como por ejemplo Alister que lo esperaba dando saltitos en un solo sitio como señora chismosa de patio.

—no hay nada que ver aquí, vámonos—bramo Asher a su hermano empujándolo fuera de la habitación.

—ah ¿no? —tonteo el pelirrojo— ¿y la velada romántica? ¿las caricias compartidas? ¿los dos desnudos en la misma cama? Te aseguro que hay muchas cosas que ver e indagar.

—nadie estaba desnudo—espeto.

—¿esta ella bien? —preguntó Alister poniéndose serio

—solo tiene unos moretones y cansancio, después de ahí... —recordó como Yana se había entrado en modo de ataque, cerro los ojos y siguió bajando las escaleras preocupándose mas de su propio dolor—todo está bien.




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