El mundo del paraíso: palabras.

21: Nuestra canción.

Vuelvo a cruzarme con tu mirada y se nota que no te cansas de buscar lo bueno en mí.

Me tienes paciencia, más de la que merezco.

Llevamos el mismo paso, tú manejas el ritmo y me dejo llevar por ti.

No conozco la melodía pero sé que si la elegiste es por una razón

que aún no me dejas saber y está bien, confío en ti.

No permites que mi cuerpo choque contra el suelo.

Dices que los tropiezos me ayudarán a aprender y te creo.

La música no es fácil, esos pasos de baile parecen mortales.

Y te pregunto por qué me elegiste para seguir con esta pista,

habiendo tantas otras personas que tienen más recursos,

y a pesar del barullo, tú me susurras en un murmullo que para ti yo soy suficiente.

Ni más ni menos como me hizo pensar toda la gente.

Dices que dentro mío puedes ver la luz y a pesar de mis errores encuentras siempre una virtud.

Me llamas por mi nombre aún estando entre la multitud y te oigo con claridad.

Decido continuar por donde tú vas, siguiendo el movimiento de tus pies

que dejan marcas en la tierra, y que a pesar del tormento siguen intactas

al igual que las huellas que habitan en tus palmas.

Sé que me amas desde mucho antes que me diera cuenta

y que marcabas la sintonía perfecta de nuestra canción.

Estás en cada rincón de mi corta vida y no te molesta si llevo conmigo alguna imperfección.

Me abrazas, me envuelves en ti, y en tu presencia divina puedo encontrar la paz.

Y aunque mil problemas me rodeen, tú vives en mí.

No te importan las veces que te he fallado porque sabes que soy human@,

pero en ti me vuelvo fuerte, un poco más valiente para afrontar lo que se viene.

No hay trucos en tus versos, no salen de tu boca las mentiras,

puedes leerme la mente y saber lo que siento.

Sabes que no estoy hech@ de hierro, puedo romperme y quedarme en el suelo,

pero te veo allí, viéndome, y me estiras la mano y vuelves a armarme.

Dices que debo escucharte; Sí, lo acepto, soy cobarde,

mi orgullo me gana y decido no hablarte,

y me esperas, eres paciente y encuentras lo bueno en mí.

Comienzas a cantarme al oído, la sinfonía más bella que he escuchado jamás,

y juntos bailamos al compás, y sin importar todo el ruido siempre vuelvo a mi hogar.



#21188 en Otros
#6234 en Relatos cortos
#1719 en No ficción

En el texto hay: poemas, poemario, poesía.

Editado: 24.07.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.