No, nada de lo que observó fue mentira.
Ella conoció el mundo más hermoso,
Tan único que jamás tendría comparación;
Ese fue el mundo que ella vio.
Lo detallo con dulcera,
Donde cada una de sus partes, eran tan bellas,
Que su amor termino por emanar,
Y ella ya jamás pude dejar ese mundo.
Contempló sus sueños,
Sus deseos y todas las sonrisas que cada día,
Tras el frío, Surgían como esferas de luz.
También observo sus defectos,
Y se dio cuenta de que ese mundo incluso,
Tenía defectos que enamoraban.
Aquí, tras la compañía de tibia Luna,
Ella miro su reflejo, y sonriendo de emoción,
Levanto su voz para gritarles a los cielos,
Que el mundo que ella vio,
Estaba dentro de suyo.
Niños de mundos hermosos,
Las voces que hoy suenan, son las suyas;
Que nadie las calle jamás,
Porque ante el cielo y la tierra,
Sus mundos de colores,
Siempre vivieran.