Prefacio (Introduccion)

Prefacio

En medio de la tormentosa vida adulta, Jinsun, una mujer ya formada, no logra entender por qué, a pesar de tenerlo todo, siente que no está presente. Ha llegado al futuro que esperaba y, aun así, no sabe cómo realmente llegó a ese punto de su vida.

Triste es, pues, vivir de una manera tan apresurada, ¿no lo creen? Pero es incluso más triste no saber si realmente deseaste tu presente; si fue construido en parte gracias a ti o si solo no eres más que el resultado de una persona arrastrada por la corriente, que nunca se detuvo a pensar si podía dejar de ir en la dirección que el viento mandaba, si podía ir a la derecha en lugar de la izquierda.

Una joven adulta de 25 años, una belleza física envidiable por tantas otras que lo ocultan con sonrisas y ojos alegres postizos. De una familia prestigiosa donde el dinero no falta, pero quizá sí un poco del sentido común; un título de una profesión tan compleja como la arquitectura y una pareja que, se supone, estará siempre a su lado. ¿Qué, esto no es tenerlo todo? ¿No es esto haber ganado la vida?

De cierta manera, lo sería para alguno que lea esto, pero esta mujer está teniendo demasiado tiempo libre para reflexionar. Y eso jamás se debe hacer, puesto que no se debe pensar en el presente; uno no debe dejar que la reflexión llegue a su vida, porque una vez que ingresa, jamás sale. Los seres humanos no nacimos para pensar, nacimos para vivir, y el que se atreva a pensar en su vida y en sus actos, en su pasado y presente, en su forma de amor... ese, sin lugar a dudas, será singular en el mundo, pero el mundo no lo recibirá de la mejor manera. El mundo odia a las personas que intentan pensar y aprender a amar.

Jinsun está a punto de recorrer la vida junto al fantasma de alguien; alguien que fue la única persona que le demostró algo auténtico, un corazón en bandeja de plata.

Un cuaderno entregado a esta hermosa joven hace ya cuatro años. Este libro pequeño donde se encuentran anotados los pensamientos de cierto joven que se enamoró de ella de una manera tan tierna e infantil, mas fue rechazado de manera tan fría y adulta. Este cuaderno contiene los pensamientos del joven. No se podría llamar diario; más bien, diría que son los días que impactaron al joven, pensamientos sobre él, su forma de vivir y lo que quería lograr. En este cuaderno, en un punto, se volvió más un registro de la forma en cómo se enamoraba hasta llegar a la punta del amor: el amor sincero.

Porque amor real o verdadero tenemos todos, ¿todos somos reales, no? ¿Todos somos verdaderos, no? Con eso basta para que cualquier cosa que salga de nosotros (amor, odio, tristeza) sea real y verdadera.

Aquel pobre hombre quizá tenga la solución al conflicto de Jinsun, quizá tenga lo que ella busca y no sabe cómo llamarlo. Qué rara esta mujer: buscará algo que no conoce con tanta intensidad. En sí, todas las personas quizá deban enfrentarse a algo parecido en algún momento de sus vidas.

Sin embargo, ella tiene el cuaderno, la evidencia física del amor sincero. Afortunada, dirían; pero quizá la propia existencia de ese cuaderno es lo que causa tantas preguntas en su presente actual. A veces es mejor tener libros cerrados.

El joven, del cual no se puede decir todo en un solo resumen, solo quédense con que no es lo que uno llamaría «real». Un joven que degusta tanto la realidad y el presente, tanto los momentos buenos como los malos; los degustará con una pasión increíble. Pues para él, el mundo no es malo ni bueno, ni apetecible ni agradable, es simplemente como se le llama a nuestro planeta: tierra. Tierra donde nacen millones de flores que llevan los deseos de las personas, y ya sabrá quién se encarga de clasificarlas, desde la flor con el deseo más placentero y terrenal hasta la flor con el deseo más liviano y espiritual.

Este joven no es bueno ni malo. Eso es todo lo que necesitan saber. Su nombre era Blas. Pueden llamarlo así.