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La familia Tomlinson era una de las familias más antiguas y de alta posición social. Dueños de una importante empresa de negocios T Corporetion, la gran familia vive excelente tienen una vida en sueño, excepto por un detalle, un pequeño: Louis. Al pequeño y único heredero de las grandes riquezas y fortunas que poseía la familia le diagnosticaron hace un tiempo una rara enfermedad de la cual no se sabe mucho, puede ser controlada con tratamientos. Le habían dado como máximo dos años de vida, pero para sorpresa de todos el pequeño castaño vivió más bajo los cuidados necesarios.

"Voy a estar bien, mamá. Confía en mi" dijo mientras metía un poco de ropa a la maleta azul.

"Confió en ti, Louis. Es sólo que me aterra tenerte lejos ¿y si recaes? El doctor dijo que podrías rechazar el tratamiento, que tu organismo lo rechace." Los ojos de Jay reflejaban preocupación, Louis la miró con cariño.

"Hagamos esto, te llamare todos los días. Apenas comience con algún malestar hago que me traigan de inmediato" A Jay no le fascinaba tanto la idea de mandar a su hijo lejos.

"Lou, cariño si no quieres ir entenderemos, podemos contratar al mejor pianista para que te enseñe"

Louis bufó cansado, desde que le detectaron aquella enfermedad sus padres lo han tratado como si fuera de cristal, como si fuer un papel que el viento se llevara fácilmente.

Hace unos días el doctor les había indicado que Louis debía distraerse y que mejor que ir a una pequeña clínica-academia donde aprendería pero también lo tratarían. Sin embargo quedaba en un pequeño pueblo lejano, Louis tendría que vivir con un viejo amigo de la familia James Styles, era un viejo amigo de su abuelo. También era un magnate hombre de negocios.

"Estaré bien, no puedes contradecir a los médicos. Debo ir"
Insistió, el salir de aquel lugar significaba libertad.

"No estoy segura, Lou. Sólo no quiero perderte" Jay sollozó, Louis corrió a abrazarla dejando un beso en su cabello.

"No pasará, el mundo no se deshará de Louis Tomlinson tan fácilmente"

"No digas eso, no hables como si fueras a morir"

"Ambos sabemos que puede pasar mamá"

Y es que una de las cosas que podía pasarle a Louis era jamás volver a despertar, un día simplemente se quedaría dormido para siempre.

"Basta, no quiero que vuelvas hablar así.¿Me oyes? Tu padre ha estado hablando con varios médicos del mundo"

"Mal gastan el dinero, no va a pasarme nada. Soy fuerte" sonrió.

Debía aceptar que estaba asustado, estaba aterrado de su enfermedad. Le horrorizaba pensar que un día sin más dejaría de vivir, por esa razón trataba de no dormir. El suponía que si no dormía simplemente la muerte no lo visitaría.

"Mandare a que te hagan la merienda" Jay caminó fuera de la habitación.

Louis asintió acomodando la última maleta, su madre le hizo empacar prácticamente todo su armario. También al irse al aeropuerto le entregó una lista con todos los números de emergencia que pudiera necesitar. Su madre estaba exagerando eso pensaba él.

Miraba por la ventana, las nubes parecían algodones. Era mágico, era algo que de verdad maravillaba al ojiazul.

"Es hermoso ¿no es así?" Dijo para nadie en especial, había viajado unas cuantas veces pero jamás había podido apreciar la belleza del cielo. Siempre estaban guardaespaldas o médicos a su al rededor por si algo pasaba.

Y hoy no era la excepción, era un vuelo de unas 3 horas. Aún así viajaba la enfermera que su familia le contrató.

Su teléfono vibro en el bolsillo, podía imaginarse quien era.

"Hola de nuevo, mamá" su tono de voz era irritado.

"Cariño, no pude esperar. Malo siento, ¿qué tal el viaje?" Su madre viajaba muy seguido, no entendía por qué quería saber algo que es obvio.

"Bien, sin complicaciones. Hay un cielo hermoso" sonrió deleitando su pupila con el paisaje.

"¿Tomaste fotos? Mándamelas, recuerda que te recogerá uno de los guardaespaldas del señor Styles"

Louis se acomodó mejor en su asiento. Comenzaba a entumirse.

"¿Tomaste tu medicina?" Jay sonaba preocupada de nuevo.

"Tengo que colgar" mintió "La tomé hace un rato, te quiero" colgó, que su madre lo sobre protegiera comenzaba a asfixiarlo, como si tuviera una soga en el cuello que poco a poco la apretaban.