El Muro

XIV. Promesa

Olivia

Llegué a mi casa todavía un poco conmocionada por todo lo que había sucedido en la noche.

La Cena, el discurso de mi padre, Shia... ya una cosa era mucho, todo eso junto, en menos de 24 horas. Imposible de procesar.

Había pasado la noche y casi todo el día en la casa de mi hermano, hablamos; como no lo hacíamos en años, nos contamos todo, esta vez de verdad, ya no podían existir mentiras entre nosotros. Deseaba con todo mi corazón que confiara en mí, que se diera cuenta de que realmente podía contar conmigo.

Entre a la habitación solo con un pensamiento en la cabeza. Bañarme e irme a dormir, estaba agotada.

Estaba terminando de vestirme, cuando la puerta de mi habitación se abrió con un golpe. Aidan.

 — ¿Dónde estabas? —se acercó y me tomo el brazo, sacudiéndome. —¿Dónde te habías escondido? —seguía sacudiéndome y me estaba apretando cada vez más fuerte.

—Me estás lastimando. —susurré intentando soltarme.

—¿Te gusta dejarme en ridículo? Primero te vistes como una zorra y luego desapareces. ¿Intentas demostrar que no puedo controlarte? Porque sabes que puedo. —me empujó y caí acostada en la cama. Instintivamente me senté e intenté pararme, pero en ese momento sentí un golpe, tan fuerte que me giró la cara. Un gusto metálico me invadió la boca.

—Aidan basta. —los ojos se me llenaron de lágrimas, no podía reaccionar. Volví a sentir otro golpe. —Por favor...

—Eso te enseñará a nunca más dejarme en ridículo. Tu me obligaste. Sabes que tu actitud no fue la correcta. Tienes que aprender cuál es tu lugar.

Acto seguido se dio media vuelta y abandonó la habitación y la casa. Lo supe porque escuché un portazo.

Me quedé acostada en la cama, hecha un ovillo, llorando en silencio, sin importarme nada más.

*****

William:

Subí por el árbol y me acerqué más que de costumbre. Había escuchado una especie de quejido, parecido a un llanto.

Estaba acostada en la cama, llorando, desconsolada.

Por algún motivo que desconozco entre a la habitación. Sabía que no tenía que hacerlo, había prometido que no interferiría más en su vida; pero no podía verla así.

—Olivia. —susurré. 

Levantó un poco el rostro y pude verla, sus ojos estaban completamente rojos, hinchados, un hematoma había comenzado a generarse en su mejilla; los labios también estaban rojos y sangrando.

—¿Qué quieres aquí? —preguntó mirándome con odio. —Vete.

—Solo... estás lastimada. ¿Qué te pasó? —me acerqué y me senté a su lado, ella se corrió un poco, alejándose —Olivia ¿Quién te hizo esto? —con la mano que no sostenía su hombro había formado un puño. Quién fuera el responsable la iba a pagar.

—No te importa salvaje. Vete, desaparece. Eres un experto en eso. 

No tenía derecho de enojarme con ella, no después de lo que le había hecho, pero necesitaba respuestas.

—Espera. —de golpe recordé que había visto a alguien salir de la casa, antes de que subiera al árbol. —Ese tipo que se fue. ¿Ese es con el que te vas a casar? ¿Él te hizo esto?

Ni siquiera me estaba mirando, seguía hecha un ovillo, llorando, pero aún así note que asintió.

Sentí que el calor y el odio me invadía el cuerpo. Iba a matarlo; iba a encontrar la forma de hacerlo sufrir, y mucho.

—Las va a pagar. —grité histérico. —No puedes casarte con él. Va a terminar matándote. Olivia.

Tiré de ella para que se sentara en la cama. Ni siquiera se resistió.

—No puedo negarme. —respondió bajando la mirada.

—Claro que puedes. Si no haces algo yo lo haré. —no tendría ningún problema de dale su merecido a ese infeliz.

—¿Ahora te preocupas por mi? ¿Te recuerdo lo que me hiciste? Puede que Aidan me haga daño pero tú también lo hiciste. Me hiciste sentir basura, al igual que él. 

Sentí como si me hubiera enterrado un cuchillo en el pecho.

Me miraba con odio, sabía que estaría enojada conmigo, pero sus ojos... no podía enfrentarlos; baje la cara.

—Tienes razón. Me comporte como un idiota, pero por eso no voy a dejar que me compares con él. —se levantó de la cama y se alejó. —No puedes casarte con ese tipo. Tienes poder, puedes negarte.

—Mi padre tiene poder y él cree que Aidan es perfecto para mi, que él puede... calmarme. —bajo la mirada, cómo avergonzada.

—¿Sabe que te golpea y aún así deja que esté aquí solo contigo? ¿Deja que sigas con ese compromiso? ¿Aún no lo ha molido a golpes?- no lo podía creer. No me entraba en la cabeza.

Sabía que ese hombre era despreciable, pero ¿Al nivel de dejar que alguien golpee a su hija?

—Siempre fui muy contestataria, rebelde. No sé espera eso de mí. —se encogió de hombros, avergonzada. Como si tuviera que sentirse mal por quien era.

—¿Estás loca verdad? No puedes creer lo que estás diciendo. —me acerqué e intenté abrazarla, pero se alejó.

—William tú no entiendes...

—¿Yo no entiendo? Hay un idiota con el que quieren que te cases, que te golpea. Aun así lo defiendes y ¿Soy yo el que no entiende? —la cabeza me daba vueltas, esto era irreal.

—Vete...

—No te mereces esto. Yo lo sé y tú también. —dije en voz baja, sintiendo que la ira me invadía cada vez más.

Se dio vuelta y entró al baño, la seguí sin entender muy bien el motivo.

Le saqué de la mano la toalla con la que estaba intentando limpiarse el labio.

—Dame eso. Levanta la cara. —me miró con esos ojos increíblemente gigantes y sentí como la ira hacia ese idiota aumentaba.

*****

Olivia:

Tomo mi mentón con su mano y pude sentir como un pequeño cosquilleo se apoderaba de de la zona en la que nuestras pieles hacían contacto.

—Listo. —dijo luego de unos minutos. No lo había podido volver a mirarlo, me negaba a hacerlo. —Ponte hielo o se te hinchará.




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