El Muro

XVI. Herido

Olivia:

—Volví. 

Escuché su voz y sentí como el alma me regresaba al cuerpo. Llevaba horas pensando, escuchando música, intentando olvidar que a mi padre no le importaba nada sobre lo que me deparaba el destino.

Me incorporé en la cama y le sonreí. Tenía en la mano un libro, lo sacudió, mientras sonreía.

—¿Lo trajiste? 

Me sentí feliz de solo verlo. Su presencia tenía un efecto extraño en mi, me alegraba y a la vez relajaba.

—Te prometí que lo haría Olivia Grace. —el tono de su voz me pareció muy tierno, podía acostumbrarme a que me llamara así. —Te dije que siempre cumplo mis promesas.

—Mis disculpas por no creer en ti, William Thomas. —sonrió, lanzó el libro sobre el escritorio y se abalanzó sobre mí, besándome con desesperación.

—¿Qué tipo de bicho te picó? —parecía como si hubiera liberado toda su frustración, como si fuera una persona completamente nueva.

—¿Debería tener un motivo para besarte? —me mordí el labio con tanta fuerza que sentí que estaba a punto de lastimarme. Negué con la cabeza y sonreí. Esto me estaba gustando más de lo que debería. —¿Cómo te sientes? - su mano acarició mi mejilla aún hinchada.

—Al menos ya no me duele. —me encogí de hombros.

—¿Te has puesto hielo no es así? ¿Y tomado esos analgésicos también? —tuve que hacer un esfuerzo para no ponerme a gritar de emoción. Se lo notaba sinceramente preocupado.

—Si, Will. —respondí rodando los ojos.

Olivia. —escuché la voz de mi padre acercándose a mi habitación.

—Escóndete. —susurré asustada. Will pareció bastante tranquilo. Se levantó y se metió en el baño; justo en ese momento le abrí la puerta a mi padre.

—¿Qué sucede? —aunque aparentaba estar tranquila, me moría de miedo, Will y mi padre solo estaban a unos metros de distancia.

—Debes ir al hospital. Aidan fue atacado por salvajes. Está internado. Como su prometida debes ir. —soltó y me quedé en shock.

Luego de un instante reaccioné, llena de rabia.

—¿No has escuchado lo que dije hoy en la mañana? Aidan me dejó así. —le señale mi mejilla, hinchada. —No voy a ir a verlo como una abnegada amante. Como si me importara lo que le pasa.

—Irás y es mi última palabra. Si en media hora no estás allí, vendré a buscarte. Y te llevaré yo mismo. —su voz sonaba muy gruesa y sus pupilas estaban completamente dilatadas. Me odiaba. Este hombre quería más a Aidan que a mi, que era su propia hija.

Asentí un poco amedrentada y se alejó. Lo escuché abandonar la casa.

*****

William:

¿Cuántas veces más tendría que esconderme? Estaba harto de estar siempre mirando detrás de mi hombro. Cada vez las misiones se hacían más difíciles de realizar. Los guardias aumentaban.

Bajé la cabeza frustrado y me concentré en escuchar lo que sucedía en la otra habitación. ¿Cómo alguien podía tratar así a su propia hija? Sino fuera porque sabía que en el instante que saliera pondría en riesgo a Olivia, no me detendría a pensar y lo haría arrepentirse de todo lo que le estaba diciendo.

En el instante en que su padre se fue salí del baño.

Estaba parada en el medio de la habitación, de brazos cruzados. Me miraba como si fuera un asesino o algo parecido; no entendía el motivo.

*****

Olivia:

—William. ¿Tu atacaste a Aidan?

—¿Qué? No.

—¿Por qué no te creo? —intentó acercarse pero le hice un gesto para que no lo hiciera. —¿Por eso estabas tan feliz cuando llegaste? Porque te sentías más poderoso que él ¿No es así? —ahora todo tenía sentido.

—¿No lo hice de acuerdo? Quería, te juro que estaba decidido a buscarlo y hacerlo sufrir. Fui a la casa de Shia, le pedí que me dijera dónde vivía...

—¿Metiste a mi hermano en tu jueguito de venganza? —maldito. No podía creer lo que me estaba diciendo. —¿Acaso no te importo ni un poco? —grité histérica.

—Porque me importas quería hacerlo y porque me importas no lo hice. —se acercó otra vez y antes de que pudiera reaccionar me abrazó, tan fuerte que no pude soltarme. —Si está en el hospital no es por mi. Olivia, tu hermano me convenció de no hacer nada. ¿De acuerdo? De que de alguna forma ibas a odiarme por hacerle algo, como ahora, solo que esta vez no me lo merezco.

Tome fuerzas y me solté, alejándome algunos pasos.

—Ahora tengo que ir al hospital, a aparentar que me interesa lo que sea que le hayas hecho. —los ojos se me llenaron de lágrimas. Estaba dominada por la ira.

—No le hice nada. Me fui a mi casa y traje el libro que prometí que te prestaría. —me giré, pero me tomó de la muñeca para evitar que me alejara. —¿Por qué no confías en mí? —su voz sonaba rota, pero no tenía tiempo para sus mentiras.

Sin mirar hacia atrás caminé por la habitación y salí de ella.

*****

William

En cuanto se fue me senté en la cama, sosteniendo mi cabeza con las manos.

¿Por qué demonios no me creía? Hubiera preferido haberle roto todos los huesos a ese tipo, al menos me merecería su rencor.

Salí de la casa con mi ánimo por el suelo y fui directo a La Fábrica. Necesitaba golpear algo y el saco de boxeo era la mejor opción.

*****

Entré al gimnasio, escuché la estruendosa risa de mi hermana.

—Sigue riendo así y caeré a tus pies. —Nick estaba sentado a su lado, ambos reían, como siempre. Algo en su mirada era diferente. —Will. —dijo al verme.

—¿Todo bien? —Emily se levantó de un salto y se acercó.

—Si. Solo necesito distraerme. —me sonrió amargamente. Me conocía demasiado bien, sabía que no debía presionarme para hablar

—Debería irme. ¿Vas a estar bien amigo? —asentí sin mirarlo.

—Yo también me voy. Te espero en casa.




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