El Muro

XIX. Luces

Olivia:

Ya estaba lista para la fiesta. Emily me había prestado un vestido; la verdad es que no sabía cómo había logrado entrar en esa prenda. Era demasiado ajustada y mucho más corta de lo que estaba acostumbrada a usar.

Me había maquillado y peinado, al mirarme al espejo, casi no pude reconocerme.

—Cuando te vea mi hermano se va a desmayar. —bromeó —Ya vengo.

Me quedé sola, me continuaba mirando en el espejo incrédula, jamás me había visto así.

Golpearon la puerta y rodé los ojos.

—Pasa Em.

—Soy yo. ¿Puedo pasar? 

—Si. —dije un poco nerviosa; aunque mi look me gustaba, no podía evitar sentirme un poco incómoda al tener que enfrentarme con su mirada. Además... las pocas veces que me había vestido de forma diferente a la de lo usual, Aidan se había encargado de hacerme sentir muy mal.

Entró y se quedó un momento quieto, como paralizado en el lugar, eso hizo que todas mis inseguridades se evaporaran.

—Ne... necesitaba una remera. Mi ropa está aquí. —dijo bajando la mirada. Caminó directo al armario y sacó una remera negra.

—Entonces no es que solo tienes una remera, sino que tienes muchas del mismo color. —bromeé.

—Me gusta el negro.

—Para no llamar la atención... —agregué recordando lo que me había dicho una vez. Seguía dándome la espalda.

—Tu llamas la atención con el negro. —en cuanto lo dijo me ruboricé por completo.

—¿Cómo me veo? —pregunté nerviosa, mientras me acercaba.

—Bien. —se giró y me recorrió con la mirada.

—¿Sólo bien? —sabía que estaba presionándolo pero no podía evitarlo.

Acortó nuestra distancia con dos pasos, levantó mi cara y me miró fijo.

—Como un ángel. —contestó. Me ruboricé otra vez y el corazón se me desbocó.

—¿Cuál crees que se me vería mejor? —dije alejándome un poco y mostrándole los labiales que Emily había dejado.

—Ninguno. —lo miré extrañada. —Te ves perfecta así.

—Deja de ponerme nerviosa. 

Sabía que lo había obligado a responderme, pero era demasiado.

—¿Te pone nerviosa que diga la verdad? —volvió a acercarse y me tomó por la cintura.

—¿Viniste solo a molestarme o a cambiarte? —dije con una sonrisa.

—Me distraes Olivia. —me soltó, se puso de espalda y se sacó la remera. Allí, en el omóplato tenía un tatuaje, era la silueta de un lobo pero por dentro parecía un bosque, era simplemente hermoso. Me miró por encima de su hombro. —¿Qué? —preguntó un poco desconcertado.

—No sabía que tenías un tatuaje. —le dije acercándome y poniendo mi mano sobre su espalda.

—Ya me has visto sin remera. —respondió con una sonrisa.

—No miré tu espalda —dije con la voz muy fina y retirando mi mano rápidamente; en respuesta rió.

—Eso es porque no te tomaste el tiempo para observarme. —dijo mientras se giraba. —En cambio yo sí lo he hecho, sé que tienes una marca de nacimiento en las costillas derechas, que parece un corazón. —su mano se apoyó en el lugar exacto en donde estaba la marca. —Que tienes tres lunares en la nuca. Qué tienes una cicatriz casi imperceptible, por lo que supongo que es antigua en la rodilla...

—Ya entendí. —dije un poco acalorada.

En ese instante escuchamos como la puerta se abría, por lo que se separó unos centímetros de mi.

Emily entró y nos observó por un momento con una sonrisa torcida.

—¿Interrumpo algo? —dijo haciendo fuerza para no reírse. Negué con la cabeza, de forma efusiva. —Entonces ya podemos irnos.

*****

Llegamos a un enorme almacén, la música era ensordecedora y aún no habíamos entrado.

Me detuve a unos metros de la puerta.

—¿Vas a quedarte aquí? —Will estaba a mi lado, sonriéndome y sentí que me temblaban las piernas. Me tomó de la mano; y ahora me fallaban las rodillas.

—Espera. Will. —nos giramos los tres al mismo tiempo al escuchar su nombre.

—¿A quién tenemos aquí? —un chico de cabello castaño, alto como Will, de ojos celestes, un aro en la nariz y una enorme sonrisa me estaba mirando fijo. —Mi salvadora. —agregó y solo en ese momento lo reconocí.

—¿Nick? —dije y al instante me abrazó y levantó del suelo. —Es bueno verte. —agregué en el momento en el que me bajo y soltó. Se veía tan diferente desde la última vez que lo había visto. Podía llegar a entender el motivo por el cual Emily parecía estar tan loca por aquel chico.

—¡No puedo creer que estés aquí! —sonrió y miró a Will —Y tú... tenías esta sorpresa bien guardada.

—Yo tampoco sabía que vendría. —se defendió metiendo las manos en los bolsillos.

—Yo se lo pedí. —respondió Emily un poco... ¿Nerviosa?

—Eres una genio. Nunca dejas de sorprenderme. —respondió casi suspirando. Miré a Will el cual parecía no haberlo notado. Emily sonrió ampliamente, emocionada. —Vamos, voy a conseguirle a mi mejor aliada los mejores tragos. —me tomó de la mano y me arrastró hacia adentro.

A cada paso miraba hacia donde estaba Will, él me sonreía pero lo notaba un poco incómodo. Su amigo nos llevó cerca de una barra.

—Ya vengo. Todos... ¡Quietos! —Nick hizo un gesto para que nos quedáramos en donde estábamos.

—¿Sabes bailar salvaje? —le dije mientras me acercaba y hundía los dedos en su cabello.

—No vengo aquí a bailar.

—¿Y qué haces entonces? —ladeé la cabeza sin comprender.

—Me emborracho...mucho. Es la única vez en el año que tenemos alcohol de este lado, debemos aprovechar. Pero, por ti y sólo por ti, haré una excepción. —me condujo con mucha confianza, al centro de la pista.

Bailaba... bien, mejor de lo que había imaginado.

—Estoy impresionada. —grité por encima de la música. —Dijiste que no sabías bailar.

—Dije que no bailaba, no que no sabía hacerlo. —comenzó a reír, tanto que me contagió.

Miré por detrás de él y vi como una nube espesa de humo azul comenzaba acercarse a nosotros.

—¿Qué clase de humo es ese? —pregunté confundida.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.