El Muro

XXIV. Caos

William

Llegué a La Fábrica, parecía que había habido una guerra. No entendía nada de lo que estaba sucediendo.

—Emily. Nick. —grité mientras me acercaba al búnker.

Todo estaba en ruinas, las cosas tiradas, signos de que alguien había peleado allí.

—Will. —escuche la voz de Edgar, provenía de la otra habitación.

Corrí hacia él...

*****

Olivia

El hospital era un caos. Los doctores y enfermeros corrían por todos lados. Parecía como si nadie hubiera notado la falta de Patrick.

Patrick. Recordarlo me hacía sentir enferma. Era mi culpa...

—Anderson te necesito en cirugía ya. —me gritó un médico del cual no sabía su nombre.

Corrí hacia donde estaba...

*****

William

—¿Qué pasó? —mi hermano mayor estaba tirado en el piso, sangrando. Otros de nuestra facción estaban también heridos o intentando acomodar el desorden.

—Estoy bien. —me respondió levantándome la mano.

—No, no lo estás ¿Qué demonios pasó aquí? —me acerqué y me puse en cuclillas a su lado.

Kayla estaba curando su herida.

—Quédate quieto Ed. —le dijo. —Tienes corte profundo. —mi hermano rodó los ojos.

—Estoy bien Kay.

—Cállate y quédate quieto. —le respondió.

—¿Dónde está Emily? —pregunté un poco nervioso, miré alrededor y no la veía por ningún lado.

—Creo que en la otra habitación. —murmuró Kayla.

Fui corriendo y ahí estaba. Nick limpiaba su ceja la cual no dejaba de sangrar. 

—Mierda quédate quieta Ly, que te voy a hacer más daño. —él también estaba un poco golpeado.

- Me duele y eres un bruto. - respondió cruzándose de brazos y mirándolo con mala cara.

—Ya. No seas infantil. Quédate quieta que si te desangras por una ceja cortada me van a culpar a mí por no cuidarte.

—Pero si lo hiciste. —le dijo Em mientras apoyaba su mano en el hombro.

—¿Están bien? —ambos se giraron y asintieron.

—Los carroñeros nos atacaron y luego los guardias... en el búnker... no hay forma de que supieran donde estábamos. No entiendo qué pasó. —mi hermana hablaba demasiado rápido, como usualmente lo hacía al estar nerviosa o asustada. —Ya déjame Nick. —tomó la tela con la que la estaba limpiando y siguió ella haciendo presión. Nick rodó los ojos pero sonrió.

—Alguien hablo. —comenté. Era la única forma. Había un traidor.

—¿Quién? Casi nos matan Will. Si no hubiéramos reaccionado a tiempo nos mataban a todos. Algunos centinelas han resultado heridos también. Esto fue una verdadera batalla. Sabía que mi padre tenía algunas armas escondidas y por eso pudimos hacerles frente.

—El juicio fue una pantalla... —dije para mí mismo.

—¿Juicio? —preguntaron ambos a la vez.

—Mataron a un amigo de Olivia. Por ayudar a liberarte.

—Pensé que solo ella sabía de esto. —se acercó a mí revolviendo su cabello.

—Así es. Aidan debe saber o sospechar que ella es nuestra aliada. Quiso exponerla. Y yo la dejé sola... —no se me había ocurrido el riesgo que podía estar corriendo hasta ese mismo momento.

—Te necesitábamos aquí. —Emily se me acercó y me abrazó. Por mucho que intentara hacerme sentir mejor no iba a lograrlo. Solo una cosa podía hacerlo.

—Nick. Tienes que venir conmigo; tenemos que ayudarla.

—No. —lo miré sin entender. Era la primera vez que se negaba a ayudarme, además... él estaba vivo gracias a Olivia.

—¿Qué?

—No voy a dejar a Emily sola, ni tampoco a todos nuestros amigos. Están heridos y los centinelas pueden volver.

—Olivia está en peligro. —intenté convencerlo, pero sabía que no tenía chances de cambiar su opinión.

—Tu hermana también y perdoname, pero ella me importa más que Olivia en este momento. —escupió cada palabra como si fuera yo quien estaba errado.

—Entonces iré solo. —sentencié.

—No irás a ningún lado Dunne...

*****

Olivia

Cuando llegué al quirófano ya todo estaba listo.

—El centinela fue atacado en una misión. Herida de bala en el tórax. Requiere extraer el proyectil. —asentí mientras me alistaba. —Anderson te necesito como instrumentadora.

—Si doctor. —me acerqué a la mesa de operaciones. —Trevor. —dije ahogada por el horror.

—¿Lo conoces? —el cirujano me miró un poco desconcertado.

—Es un amigo. —respondí con lágrimas en los ojos.

—¿Podrás hacerlo? Si no llamaré a otra persona.

—No hará falta. —dije convencida. —Puedo hacerlo. —tenía que hacerlo; debía ayudar a salvarlo. Ya había perdido un amigo ese día, no me permitiría perder a otro.

*****

Casi cinco horas después estaba caminando por uno de los pasillos, dirigiéndome a la sala de descanso cuando vi a Shia.

—¿Qué haces aquí? —pregunté nerviosa.

—Vine a ver cómo estas. ¿Aidan se apareció por aquí? —negué mirando hacia abajo. —¿De quién es toda esa sangre? Pobre.

—Ven. —tomé su mano y lo arrastré hacia una habitación vacía.

—¿Qué sucede Olivia? —me soltó un poco molesto.

—Tengo...tengo que decirte algo. —no sabía cómo haría para contarle.

—Dime que pasa me estas poniendo nervioso. —en sus ojos veía que ya sospechaba lo que estaba sucediendo.

—Hubo un tiroteo, una misión y... —empecé. Se me cortó la voz.

—Habla. —me gritó poniendo sus manos en mis hombros.

—Trevor resultó herido. Lo trajeron aquí tenía una bala en el tórax. Acabo de salir de su operación. —solté de golpe.

—¿Dónde está? Quiero verlo. —su desesperación era palpable.

—No puedes.

—¿Esta... —cayó al piso abatido.

—No. —me senté a su lado y lo abracé. —Sobrevivió, pero no sabemos si va a despertar. Perdió mucha sangre.

—Dime dónde está. —volvió a levantarse y comenzó a caminar en círculos.




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