El muro de los te quiero

Capítulo 2: El viaje

El mundo es imperfecto y, por ende, nosotros también lo somos. Pero por alguna razón que jamás comprenderé intentamos pretender que no lo somos. Intentamos pretender que todo esta bien en nuestras vidas cuando nunca es así. Debo admitir que yo también intentaba pretender que todo era "perfecto" pero con Daniel no necesitaba hacer eso. 

Desde su visita a mi ciudad nos mantuvimos en contacto a través de mensajes y me encantaba contarle todo lo que me pasaba. Él también me hablaba de sus cosas, chicas con las que salía, su familia o de sus intereses. Incluso llegué a saber como era su rutina y eso era algo muy personal

En fin, éramos buenos amigos a distancia. Así pasaron meses, hasta que un lunes de diciembre por la mañana lo volví a ver. 

Parte de mi rutina ( además de andar en bicicleta los sábados, claro está) era atender la chocolatería de mi madre una vez a la semana.  Esta semana había decidido que sería un lunes, ya que estábamos en las vacaciones previas a navidad. Ese día había sido particularmente aburrido, no había ido casi nadie y yo quería estar en cualquier lugar menos ese.

Me sobresalté al escuchar la campana de la entrada y preparé mi bandeja para dar muestras al cliente, solo que cuando vi de quién se trataba casi tiro todo al suelo 

- Sabía que te alegrarías de verme- me dijo con su habitual sonrisa mientras se sacaba sus guantes y su abrigo 

- Hola- respondí amablemente guardando los chocolates. 

- Vengo a proponerte algo: Vamos a París 

- ¿ A París?

- Si, habrá una importante carrera y Mario Tarquez estará ahí, sé que mueres por conocerlo y no se me ocurre nadie mejor con quién ir 

Era cierto que Mario Tarquez era muy atractivo y que me encantaría conocerlo, también era cierto que nunca había podido conocer París y siempre había querido hacerlo y por último, creía que sería divertido por lo que asentí y pregunté:

- ¿ Cuando nos vamos? 

- Esta misma tarde

Me guiñó el ojo y yo no pude hacer ningún gesto amable. ¿ Esta misma tarde? Era demasiado pronto, tenía que hacer mi maleta, avisar a mi madre, planear que visitar... 

Iba a decirle todo eso cuando mi madre entró en el negocio con una bandeja llena de chocolates y me decidí a ayudarla de inmediato

- Oh, muchas gracias Alex. No está nevando, pero hace demasiado frío afuera, casi sentí que no llegaba 

A mi madre le brillaron los ojos cuando vieron a Daniel junto a mi, quise explicarle que él era sólo un amigo pero ya era demasiado tarde

- Hola- lo saludó arqueando las cejas con un tono pícaro que yo ya conocía. Yo quería morir de vergüenza, ese encuentro nunca debió existir

- Hola- saludó él simplemente sonriendo y siguió mirándome esperando una respuesta

En seguida me di cuenta de mi falta de modales

- Oh, mamá él es Daniel, es un viejo amigo 

Mi madre sonrió. Yo sabía que no me creía que era un amigo pero no podía decirle nada si Daniel estaba ahí

- ¿ Quieres algún chocolate, querido?- le preguntó, supongo que por cortesía

- No, gracias. Yo no como golosinas

Claro, se me había olvidado su alimentación " sana" y aburrida

- Mamá, él quería invitarme a un viaje a París pero es...

- ¡ Asombroso! Es una excelente idea, necesitas salir un tiempo de la ciudad. últimamente estás demasiado tiempo aquí 

Era cierto que debido a las vacaciones y a mi falta de vida social había pasado mucho tiempo en el negocio y debo admitir que a veces me estresaba mucho. Por supuesto que mi madre se daba cuenta de todo, sino no sería madre

- Pero al parecer es esta tarde y...

- Si- me interrumpió mi amigo- ya tengo los boletos del tren

- Como decía: Debo hacer muchas cosas, preparar mi maleta, un itinerario y además...

- Deja de preocuparte- me interrumpió mi madre- no puedes estar ni dos segundos sin estresarte, creo que te haría bien una aventura, algo espontaneo. Por eso creo que te vendía bien este chico 

Mi amigo se rió, al parecer le había parecido simpático el comentario de mi mamá. En cambio yo la mire mal. Ella estaba muy cómoda apoyada sobre el mostrador, disfrutando de avergonzarme 

- ¿ Que pasará con el negocio?- no pude evitar preguntar

- No quiero ofenderte cariño pero ambas sabemos que puedo atenderlo yo sola

Miré a Daniel, luego a mi familiar, ambos esperaban una respuesta por mi parte. Me quité el delantal de cocina y alcé las manos en señal de que me rendía. Podía ver la felicidad de mis conocidos en sus rostros 

Más tarde estaba sentada en un tren que iba a Bruselas y de allí, a París. No entendía como a la mañana podía estar en un lugar y a la noche en otro, era algo muy extraño.  Quería ver por la ventana pero todo estaba oscuro así que me puse a leer un libro de Voltaire y cuando me di cuenta, Daniel estaba dormido sobre mis piernas. 




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