El Nerd Que Hackeó El Corazón Del Popular

CAPÍTULO 16. Mañana en pijama.

El olor a café y pan tostado llenaba la casa cuando Axel abrió los ojos.
Por un momento no recordó dónde estaba. Solo sintió algo cálido a su lado.
Y entonces lo recordó.
Kiel.
Dormía todavía, tranquilo, con el cabello un poco despeinado y el brazo aún apoyado cerca de él. Axel se separó rápido, intentando no hacer ruido, con el corazón latiéndole más rápido de lo que quería admitir.

Desde el pasillo, la voz de Luna rompió el silencio:
—¡Despierten, dormilones! ¡Desayuno listo!

Axel se pasó una mano por la cara, suspiró y salió del cuarto. Encontró a Luna en pijama, con el cabello recogido en un moño improvisado y una sonrisa que prometía caos. Noah ya estaba sentado en la mesa, comiendo cereal y hojeando su teléfono con cara inocente.

—Buenos días —dijo Noah, con un tono sospechosamente alegre.

—Demasiado alegres para la hora que es —murmuró Axel adormilado, sirviéndose café.

Kiel llegó poco después, bostezando. Luna lo saludó con una sonrisa demasiado amplia.
—¿Durmieron bien? —preguntó con voz dulce.

Axel casi se atraganta con el café.

—Sí, sí. Normal.

Kiel lo miró de reojo, conteniendo una sonrisa leve.

—Nada fuera de lo común.

Noah tosió disimuladamente, y Luna le lanzó una mirada asesina.
—Ni se te ocurra —susurró entre dientes.

El desayuno transcurrió entre risas y comentarios tontos. Luna había decidido que pasarían el día juntos hasta la tarde. “Total, es sábado, no hay prisa”, había dicho.

A media mañana, extendió una manta en el suelo del salón, cerró las cortinas y puso una película.
—Vamos a ver algo lindo —anunció.

—¿Algo de acción? —preguntó Axel.

—De amor —corrigió Luna, encendiendo la televisión.

—Perfecto —dijo Noah, sonriendo—. Así puedo dormirme tranquilo.

—Te juro que si roncas, te lanzo palomitas —respondió Luna, riendo.

Axel y Kiel se acomodaron uno junto al otro en el suelo, con un bol de palomitas entre ambos. La película empezó: una historia dulce, predecible, de esas que Luna amaba y que Axel fingía odiar, aunque secretamente siempre terminaba enganchándose.

De vez en cuando, las risas llenaban la habitación. Noah se burlaba de las escenas cursis, Luna lo golpeaba con un cojín, y Axel notaba, sin querer, que a veces el brazo de Kiel rozaba el suyo. Pequeños contactos, suaves, pero que hacían que su respiración se volviera un poco más consciente.

A mitad de la película, Noah habló sin pensar:
—Oye, Kiel, ¿te acuerdas de cómo amanecieron-...?

Luna casi se atragantó con una palomita.

—¡Noah!

Kiel lo miró, frunciendo el ceño. Axel giró lentamente la cabeza.

—¿Cómo que “amanecieron”?

Noah sonrió, nervioso.

—Nada, nada. Cosas de… poses para dormir.

—¿Poses? —repitió Axel, cruzándose de brazos.

Luna se adelantó rápido.

—Ya sabes, que Noah se durmió de cabeza en la almohada, cosas así —dijo, riendo forzadamente—. Nada raro.

Noah bajó la mirada, mordiéndose los labios para no reír.
Kiel solo negó con la cabeza, disimulando una sonrisa.

El resto de la película pasó entre risas y comentarios, pero Axel no dejaba de pensar que había algo más detrás de las miradas cómplices de Noah y Luna.
No lo decía, no lo admitía, pero una parte de él quería saber qué escondían.

Cuando la tarde llegó y el sol comenzaba a colarse por la ventana, los cuatro estaban aún tirados en el suelo, rodeados de vasos vacíos, cojines y risas compartidas.
Nada parecía extraordinario, y sin embargo, para cada uno, algo pequeño pero importante había cambiado.

Porque a veces, las historias no empiezan con grandes confesiones, sino con una foto que alguien prometió no enseñar.



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En el texto hay: skate, popular y nerd, lgtbq+

Editado: 28.10.2025

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