El Nerd Que Hackeó El Corazón Del Popular

CAPÍTULO 21. El ruido detrás del silencio. (Kiel).

El camino a casa parecía más largo esa noche.
El aire era fresco, el cielo estaba claro, y aún podía sentir el eco de la risa de Axel flotando en mi cabeza. Había sido una tarde normal, pero me había dejado una sensación extraña en el pecho.
Ligera. Casi feliz.

Sonreí para mí mismo, metiendo las manos en los bolsillos. Por un segundo, quise pensar que todo podía seguir así. Que ese tipo de tranquilidad podía durar.
Pero cuando llegué a casa y abrí la puerta, supe que no.

Las luces estaban encendidas. Demasiado.
Y el silencio... ese silencio espeso que solo existe cuando algo está mal.

—Llegas tarde —la voz de mi padre resonó desde la sala, profunda, cortante.

Tragué saliva.
—Fui a estudiar con un amigo —respondí, intentando sonar tranquilo.

Él levantó la mirada del sillón. Sus ojos estaban rojos, y el vaso medio vacío en la mesa decía lo que yo ya sabía: había bebido.

—¿Un amigo? —repitió con una sonrisa torcida—. ¿Y desde cuándo tienes tiempo para eso?

No contesté. Aprendí hace tiempo que hablar demasiado solo lo empeoraba.
Pero eso no le gustó. Se levantó, pesado, con ese aire de autoridad podrida que llenaba la habitación.

—Te crees listo, ¿eh? —dijo acercándose—. Te veo sonriendo últimamente, y no me gusta. No me gusta porque nada de lo que tienes te da derecho a sonreír.

Cada palabra era un golpe que no necesitaba caer para doler.
—No fue nada, papá —intenté, bajando la mirada.

Y entonces vino lo inevitable. Un empujón contra la pared, la rabia se convertía en ruido.
No sé cuánto duró. Aprendí hace tiempo a dejar que el tiempo se apague cuando eso pasa.

Cuando por fin todo terminó, solo quedó el silencio.
El verdadero.

Me quedé en el suelo unos segundos, respirando con dificultad, mirando las luces del techo como si fueran estrellas que no alcanzaba.
Quise llorar, pero no lo hice. Llorar era perder más de lo que ya había perdido.

Subí a mi habitación en silencio. La casa olía a alcohol y a rabia.
Cerré la puerta y me dejé caer en la cama.

Por instinto, tomé el teléfono.
Tenía un mensaje de Axel:

>‘Gracias por la tarde. Fue genial. Me alegra haberte conocido, Kiel.’

Me quedé mirándolo largo rato, con los dedos temblando sobre la pantalla.
Y sin pensarlo, escribí:

>‘Gracias a ti.’

No dije más. No tenía fuerzas para explicarlo.
Pero por primera vez en mucho tiempo, sentí que no estaba completamente solo.

Apagué la luz.
El silencio volvió, pero esta vez no era tan pesado.
Esta vez, al menos, había una voz en mi cabeza que sonaba distinta.

La de alguien que me hacía creer que quizás podía ser más que las sombras de esta casa.



#4968 en Novela romántica
#1796 en Otros
#122 en Aventura

En el texto hay: skate, popular y nerd, lgtbq+

Editado: 28.10.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.