Luna siempre tenía un sexto sentido para los chismes del instituto. Bastaba una mañana normal para que ya supiera lo que los demás descubrirían horas después. Y ese martes no fue la excepción.
Revisaba distraída el tablón de anuncios cuando vió un pequeño cartel pegado de forma apresurada, con letras doradas y una fecha al pie.
“Fiesta de fin de trimestre. Se requiere pareja.”
Sus ojos se abrieron con emoción inmediata.
—No puede ser… —susurró, conteniendo un grito—. ¡Un baile!
Durante toda la mañana trató de no soltarlo, pero no pudo aguantar más.
En el cambio de clase, cuando Axel pasaba por el pasillo junto a Kiel, lo tomó del brazo.
—Axel, ven conmigo un segundo —dijo, con esa sonrisa suya que no admitía un “no” como respuesta.
Kiel se quedó mirando cómo se alejaban. Axel solo suspiró, resignado.
—Vuelvo en un momento —le dijo antes de seguir a Luna.
Ella lo llevó hasta el extremo vacío del pasillo, miró a ambos lados para asegurarse de que nadie escuchaba, y bajó la voz.
—Te tengo que contar algo, pero prométeme que no dirás ni una palabra todavía. Ni a Noah. Ni a Kiel. A nadie.
—Vale… ¿qué pasa? —preguntó Axel, curioso.
Luna sonrió, casi brillando de emoción.
—Va a haber un baile. Un baile de verdad. De esos con luces, música y todo el mundo arreglado.
—¿Qué? ¿En serio? —Axel arqueó las cejas—. Pero si nunca hacen esas cosas aquí.
—Ya lo sé —dijo ella, cruzando los brazos—, por eso es tan increíble. Es dentro de dos semanas. Y hay que ir con pareja.
Axel se rió, incrédulo.
—¿Pareja? Genial… lo que me faltaba.
—Oh, vamos, no pongas esa cara. Va a ser divertido.
—¿Divertido para quién?
—Para todos —dijo Luna, rodando los ojos—. Y tú deberías empezar a pensar en con quién vas.
Axel se sonrojó un poco, fingiendo indiferencia.
—No tengo a nadie en mente.
Luna levantó una ceja, notando algo en su tono.
—¿Seguro? Porque últimamente pasas mucho tiempo con cierto alguien que se hace el frío y distante.
—Kiel solo es un amigo. —Lo dijo rápido, demasiado rápido.
Luna sonrió con picardía.
—Claro, claro. Solo un amigo con el que casi siempre estás y con quien te ves distinto.
Axel frunció el ceño, evitando su mirada.
—Luna, no empieces.
Ella alzó las manos en señal de paz.
—Tranquilo, no diré nada. Pero… si quieres un consejo, ese baile podría ser una oportunidad para, ya sabes, ver qué pasa.
—¿Qué pasa con qué?
—Con lo que sea que haya entre ustedes —dijo con una sonrisa traviesa, alejándose antes de que él pudiera responder.
Axel la vio marcharse, todavía procesando lo que acababa de escuchar. “¿Qué pasa con nosotros?”, repitió mentalmente, sin saber qué pensar.
El resto del día transcurrió con normalidad aparente.
En clase, Kiel se inclinó sobre su cuaderno, pasando una nota a Axel.
“¿Qué te dijo Luna?”
Axel sonrió levemente y escribió de vuelta:
“Nada importante. Solo… chismes.”
Kiel levantó una ceja, algo escéptico, pero no insistió.
Aun así, cuando Axel miró de reojo su perfil, sintió que su pecho se apretaba un poco.
Luna tenía razón: había algo allí, algo que empezaba a notarse en los silencios y en las miradas largas.
Y mientras el rumor del baile se extendía discretamente por el instituto, solo Luna y Axel sabían lo que se avecinaba.