El Nerd Que Hackeó El Corazón Del Popular

CAPÍTULO 37. Flores y latidos. (Kiel).

El viento del parque olía a tierra húmeda y hojas recién caídas.
Tenía las manos tan frías que casi se me resbalaban las flores. Eran unas pequeñas margaritas que había comprado esa mañana, no eran grandes ni elegantes, pero me gustaban porque eran simples. Como Axel. Como lo que sentía cuando estaba con él.

Noah me había dicho que lo dejaría “todo listo”.
Que confiara.
Eso fue lo peor que pudo decirme, porque confiar en Noah era como entregarle dinamita y pedirle que tuviera cuidado con el fuego.

—Tranquilo, va a salir bien —me dijo, palmeándome la espalda.
—No sé si puedo hacer esto —murmuré.
—Puedes —intervino Luna, con una sonrisa traviesa—. Solo no te pongas a temblar cuando lo veas.

Demasiado tarde. Ya estaba temblando.

El plan era simple.
Luna llevaría a Axel al parque con los ojos vendados, diciendo que tenía “una sorpresa”. Noah y yo esperaríamos cerca del puente, donde el sol comenzaba a esconderse entre los árboles.
El cielo estaba naranja, y la luz dorada se colaba entre las hojas.

—¿Listo? —preguntó Noah.
Negué con la cabeza.
—No, pero igual voy a hacerlo.

Escuchamos las risas acercarse, y mi corazón se desbocó.
Los pasos de Axel sonaban sobre la grava, torpes, porque Luna lo guiaba tomándolo de las manos.
—¿Puedo quitarme ya esto? —preguntó él, riendo.
—Aún no —dijo Luna—. Falta poquito.

Cuando estuvieron frente a mí, Noah me hizo una seña y retrocedieron los dos, dándome espacio.

Tragué saliva, las manos me temblaban tanto que casi dejé caer las flores.
—Ahora sí —dijo Luna, suavemente.

Axel se quitó la venda.

Por un segundo, el tiempo se detuvo.
Sus ojos, confusos al principio, se abrieron un poco más al verme ahí, de rodillas, con las margaritas apretadas entre los dedos.

—Kiel… —susurró, incrédulo.

Me aclaré la garganta, intentando que mi voz no temblara.
—Sé que esto es un poco ridículo —empecé, sintiendo cómo me ardían las mejillas—. Pero quería hacerlo bien.

Axel parpadeó, todavía sin entender del todo.
—¿Hacer qué…?

—Invitarte —dije, casi sin aire—. Al baile.

El silencio fue tan fuerte que pude escuchar los latidos de mi corazón retumbando en los oídos.
Axel se quedó quieto, los ojos brillando con una mezcla de sorpresa y algo más, algo que me hizo contener el aliento.

Y entonces, su rostro se volvió de un rojo intenso.
—¿A-al baile? —balbuceó.
Asentí.

—Sí. Si quieres, claro.

Por detrás, juraría que escuché un susurro emocionado de Luna:
—Awww, ¡mira su cara!

Axel parpadeó, y una pequeña risa nerviosa escapó de sus labios.
—No esperaba… esto.
—Yo tampoco —admití—. Pero… quiero ir contigo.

Él bajó la mirada, aún sonrojado, y luego la levantó con una sonrisa tan tímida que me desarmó por completo.
—Entonces… sí —dijo.

No sé si fue el alivio o la alegría, pero terminé riendo torpemente. Le extendí las flores, y cuando las tomó, nuestras manos se rozaron.
Su piel estaba cálida, la mía temblando.

Luna y Noah aplaudieron como si fuera una película.
Axel me miró, medio avergonzado, medio feliz, y en su sonrisa vi algo que no había visto antes:
confianza.

Por primera vez, no me sentí un error.
Por primera vez, todo valía la pena.

Cuando se fueron, quedamos un momento solos, el viento moviendo las flores entre sus dedos.
Axel me miró, todavía con las mejillas encendidas.
—Eres un desastre… pero uno lindo —murmuró.

Y por poco se me olvidó respirar.



#4968 en Novela romántica
#1796 en Otros
#122 en Aventura

En el texto hay: skate, popular y nerd, lgtbq+

Editado: 28.10.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.