CAPÍTULO 39. Preguntas incómodas.

La tarde estaba tranquila, y Noah y Luna habían planeado “un poco de ayuda extra” para que Axel y Kiel no lo pasaran tan nerviosos con la proximidad del baile.

—Oye, Luna —dijo Noah mientras caminaban hacia la cafetería—, creo que deberíamos ver si realmente sienten algo el uno por el otro. Solo un poquito, para motivarlos.

Luna sonrió traviesa:
—Sí, pero con cuidado.

Luna se acercó a Axel mientras él organizaba sus apuntes.
—Hey… pequeño consejo amistoso —dijo ella, sonriendo con picardía—. ¿Te gusta Kiel?

Axel casi se atraganta con su lápiz.
—¿Qué? —balbuceó, rojo como un tomate—. No, no… No es eso… Bueno, no sé…

—Ajá —interrumpió Luna, cruzándose de brazos—. Ya veo.

Noah fue a buscar a Kiel.
—Oye —comenzó, con esa voz que podía sonar intimidante y amigable al mismo tiempo—. Esto es confidencial: ¿te gusta Axel?

Kiel se quedó en silencio, parpadeando, y luego sus mejillas se tiñeron de rojo intenso.
—¡N-no! —exclamó, aunque su tartamudeo delataba lo contrario—. No… bueno… no sé…

—Perfecto —dijo Noah, con sonrisa triunfante—. Al menos sabemos que ambos piensan en el otro.

Más tarde, cuando Axel y Kiel se cruzaron en el pasillo, Noah y Luna se retiraron discretamente, dejando que los dos quedaran a solas.
El silencio que siguió fue pesado, lleno de preguntas no formuladas y miradas que duraban un poco más de lo normal.

—Eh… —Axel empezó, rascándose la nuca—. Bueno… yo… —su voz temblaba un poco.

Kiel bajó la mirada, con las mejillas ardiendo, y murmuró:
—Yo tampoco sé… cómo decirlo… pero… creo que me importas más de lo que debería.

Axel parpadeó, sorprendido, y luego sonrió tímidamente.
—Yo también… —dijo suavemente—. Me pasa lo mismo.

Por un momento se quedaron ahí, simplemente respirando, compartiendo la cercanía sin necesidad de más palabras.
Los corazones latían rápido, los nervios estaban a flor de piel y, aunque ninguno lo admitiera en voz alta, ambos sabían que algo estaba cambiando entre ellos.

Noah y Luna los miraban a distancia, sonriendo cómplices.
—Esto va a ser más fácil de lo que pensamos —susurró Noah.
—Sí… —asintió Luna—. Qué adorable es verlos así, nerviosos y torpes.

Y mientras los dos chicos compartían ese momento silencioso, la tensión y la emoción seguían creciendo, dejando que todo lo demás se desvaneciera a su alrededor.