El Nerd Que Hackeó El Corazón Del Popular

CAPÍTULO 46. Plantando cara. (Kiel).

La mañana había comenzado como cualquier otra, pero un ambiente tenso llenaba la casa de Kiel. Su padre, que normalmente se mantenía ausente, había escuchado algunos rumores en el instituto y decidió enfrentar a Kiel directamente.

—¡¿Qué es esto que me están contando?! —gritó, su rostro rojo de ira—. ¿¡Que sales con… con un chico!?

Kiel, que estaba recogiendo algunos libros, se quedó rígido. El corazón le latía con fuerza, pero esta vez no había miedo: solo determinación.

—Sí, salgo con un chico —dijo firme, sin retroceder—. Se llama Axel, y me hace feliz.

El padre frunció el ceño y, sin mediar palabra, lo golpeó. Kiel cayó al suelo, sorprendido por la fuerza, pero se levantó de inmediato, la rabia y la valentía burbujeando dentro de él.

—¡No me importa lo que pienses! —gritó, su voz temblando entre la furia y la emoción—. Axel me hace feliz, y no voy a dejarlo. No voy a vivir según tus reglas ni tus miedos.

El padre intentó abalanzarse de nuevo, pero Kiel retrocedió con firmeza. Había algo dentro de él que ya no aceptaba el abuso: su felicidad, su amor, su identidad, eran más importantes que cualquier golpe o grito.

—Escúchame bien —continuó Kiel—. No voy a esconderme, no voy a disculparme por sentirme feliz, ni por amar a quien quiero. Si quieres mi respeto, tendrás que ganártelo. Pero mi vida… mi vida es mía.

El padre, sorprendido por la fuerza con la que Kiel se había plantado, retrocedió unos pasos. La tensión llenaba la habitación, pero algo en los ojos de Kiel dejaba claro que no había marcha atrás. Esta era su decisión, y nadie podría arrebatársela.

Kiel respiró hondo, sintiendo la adrenalina mezclarse con alivio. Sabía que no sería fácil, que probablemente habría más enfrentamientos, pero también sabía que su amor por Axel y su propia determinación eran más fuertes que cualquier miedo o amenaza.

Mientras su padre lo miraba, incrédulo y silencioso, Kiel sintió cómo la valentía y la certeza lo envolvían. Podía caer una y otra vez, pero siempre se levantaría. Porque esta vez, su felicidad dependía de él y de Axel, y nadie, absolutamente nadie, se lo quitaría.

Con la espalda erguida y la mirada firme, Kiel se alejó unos pasos, respirando hondo, y murmuró para sí mismo:

Nadie me hará renunciar a lo que me hace feliz. Nadie.

Y en ese instante, aunque la tensión no había desaparecido, Kiel sintió por primera vez que tenía el control de su vida, de su amor y de su destino.



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En el texto hay: skate, popular y nerd, lgtbq+

Editado: 28.10.2025

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