El mundo es muy grande y hermoso, dentro hay tantas cosas preciosas, raras, venenosas, agradables e incluso desconocidas.
Los humanos vivimos en el mundo junto con otros animales como perros, pajaritos incluso ballenas, también hay flores, árboles y muchas plantas... pero no son los únicos, escondidos entre la oscuridad podemos encontrar vampiros.
Como un pequeño vampiro viviendo en medio del bosque en una casa junto a sus padres, hace cientos de años sus abuelos construyeron esa gran casa, para que pudieran vivir tranquilos y en familia todos juntos.
No siempre podían salir, podía ser peligroso y eso el pequeño vampiro lo sabía, solía jugar en su gran jardín, pasaba las noches brincando, viendo las estrellas e imaginando que hay más allá del bosque.
Un día el pequeño vampiro estaba muy aburrido, cansado de no salir, solo le permitían explorar por las noches y exclusivamente en el jardín. Sus noches favoritas eran dónde no había luna y solo las luciérnagas iluminaban.
Salía todas las noches y se acostaba en el pasto solamente a jugar con luciérnagas, ver el cielo o mirar los alrededores.
Al pequeño vampiro no le dejaban salir más que a su jardín, pero con el tiempo y mucha curiosidad comenzó a explorar poco a poco el exterior de su jardín.
Con los años poco a poco lo dejaron aventura más el jardín, sus padres notaron que no podían contra la gran curiosidad de su hijo, menos con sus escapadas, un par de veces se adentraba en el bosque explorando, conociendo algunos animales y más allá de la cerca.
Uno de esos días, el pequeño vampiro caminaba alegremente por el jardín de su enorme mansión buscando a un amiguito que había visto unas noches atrás, un hermoso búho blanco rondando cerca.
Lo busco por un buen rato, inicio por la tarde, pero ya era de noche… El vampiro decidió ir al bosque a buscarlo.
“Solo será un rato y volveré rápido” pensó el vampiro.
Caminó por un tiempo, estaba más lejos de lo esperado, pero lo había encontrado.
— Ahí estás búho ¡Ya te encontré!
Grito al ver pequeñas alas blancas moviéndose entre los árboles, corrió para alcanzarlo.
“Solo un poco más” se decía a sí mismo, “Ya casi”.
Por fin alcanzo al búho, posando en una rama de un árbol enorme… Pero el vampiro se detuvo ante algo que no esperaba ver.
En medio de los árboles hay una fuente gris de tres niveles cubierta de algunas enredaderas, parecía llevar un tiempo ahí, cada nivel un poco más pequeño que el anterior, pero con agua cristalina, justo en un claro despejado, algunas plantas y flores apenas le rodeaban… Un paisaje así en medio de una noche estrellada era inigualable.
— Había un lugar así en el bosque…
Poco a poco el vampiro se acercó para ver mejor la fuente.
—¿Querías mostrarme esto? ¡Gracias amigo!
Sumergiendo su mano sobre la fuente camino rodeando la fuente sintiendo el agua fría.
"Hoy pude conocer un poco más".
La alegre sensación del vampiro fue interrumpida por un movimiento, algunas hierbas moviéndose del otro lado de la fuente, junto con un bostezo. El grito del vampiro despertó a un pequeño lobo que tomaba una siesta en medio de los arbustos, era un lugar calientito y donde le gustaba descansar.
—¡Que buena siesta! ¡Ohhh! Y que hermosa noche, que suerte que hoy pueda verla también.
Mencionaba mientras se estiraba en el pasto, tallando un poco sus ojos.
Asustado el pequeño vampiro se agacho lo más rápido que pudo para esconderse, pero en medio de ello sus pisadas hicieron ruido pasando sobre un par de enredaderas.
— ¿Quién es?
Pregunto el lobo en alerta mientras se levanta rápidamente y sacaba sus garras, pero al ver una pequeña silueta tontamente escondida se emocionó y su cola se movió del lado al lado.
“Es un niño…”
Pensó el vampiro al oír una pequeña voz.
— No tengo porque decirte.
Contesto el vampiro con algo de miedo, no esperaba encontrar a alguien… menos uno de ellos.
El lobo estaba muy emocionado por ver a otro niño, bromista y sonriendo dijo.
— Entonces, eres el niño de los secretos.
Mientras se acercaba siguió hablando.
— Casi no veo a niños por aquí, ¿de dónde eres?, ¿quieres jugar?, ¡Seremos grandes amigos!
Al encontrarse cara a cara con el vampiro su emoción llego al tope mientras el vampiro sentía miedo y desconfianza.
— ¡Esto es increíble por fin tengo con quien jugar!
Sin esperar respuesta, rápidamente el lobo se acercó a un montón de ramas cerca de allí, mientras su cola se movía de un lado a otro y le dio la más grande al vampiro.
— Toma, está es mi rama favorita, ¡tú empiezas!
El vampiro no sabía qué hacer, de la nada un lobo salió, le hablo todo emocionado y le dio una rama… además no podía dejar de ver su colita.
“Parece un perro”
Pensó para sí mismo, viendo una gran sonrisa del contrario como si le hubieran dado un gran regalo por su cumpleaños.
Le dijeron que los vampiros y los lobos nunca se llevaron bien del todo, hubo muchos problemas a lo largo de los siglos… nunca terminaban bien los encuentros entre ambas especies.
Siempre se la pasaban peleando y ahora el pequeño con colmillos estaba en una situación extraña.
“¿Con esto quiere jugar?” “¿Por qué jugarías con una rama?”, pensó preguntando con confusión.
— ¿Qué es esto?
El lobo respondió de forma simplona.
— Una rama ¿no vez?
Ante el tono el vampiro se enojó y contesto.
— Sé que es una rama, pero ¿qué hago con esto', además no sé quién eres o que intenciones tengas.
El lobo quien no había podido jugar con nadie desde que se mudó al bosque hace unos años se sintió triste, de nuevo, no querían estar con él.
— ¿El niño de los secretos no quiere jugar conmigo porque soy un lobo?
El vampiro no había conocido antes a ningún lobo, sabía que eran de temer… Pero vio la misma mirada que él le hacía a sus padres cuando no podían jugar, cuando lo dejaban solo.
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Editado: 22.06.2025