Clara llevó a Ian al faro abandonado, un lugar que solo ella conocía.
—Aquí vengo cuando quiero hablar con el viento —dijo—. Siempre responde, si lo escuchas bien.
Subieron hasta la cima.
El mar se extendía infinito, cubierto por una bruma plateada.
Ian sacó su flauta. Clara, su armónica.
Comenzaron a tocar juntos.
El sonido se mezcló con el silbido del viento.
Y entonces, algo sucedió: las nubes se abrieron por un instante, dejando pasar un rayo de luz.
En esa luz, Ian creyó ver la silueta del hombre del paraguas azul, caminando sobre las olas.
Clara también lo vio.
—¿Quién es? —preguntó.
—No lo sé… pero creo que me está guiando.
Editado: 12.11.2025