Siguiendo el mapa, llegaron a una cueva en la base de una montaña.
El interior estaba oscuro, pero el eco del viento resonaba con fuerza.
—Aquí es —dijo Ewan—. Deben tocar juntos.
Ian y Clara comenzaron a tocar, y los otros niños se unieron.
El sonido se multiplicó, reverberando en la cueva y creando luces azules que danzaban sobre las paredes.
De repente, apareció el hombre del paraguas azul, flotando entre los rayos de luz.
—Bienvenidos —dijo—. Pocos niños llegan hasta aquí.
La figura inclinó el paraguas y una bruma azul los envolvió.
—Han pasado la primera etapa. Pero aún queda mucho por aprender.
Editado: 12.11.2025