Al día siguiente llegaron a un lago cristalino.
El agua reflejaba no solo su imagen, sino fragmentos de recuerdos y sueños.
—Este lago muestra lo que llevamos dentro —explicó Lyra—.
Ian se acercó y vio algo sorprendente: una silueta que parecía su padre, junto al hombre del paraguas azul.
—¡Papá! —gritó, pero la figura desapareció.
—No tengas miedo —susurró la voz del paraguas azul—. Él está allí, aunque no lo veas. Tu música lo encontrará.
Clara tomó su mano:
—Nunca olvides esto, Ian. Tu corazón y tu música pueden cambiar el mundo.
Editado: 12.11.2025