Esa noche, Ian sostuvo la flauta y tocó una melodía suave, recordando la carta de su padre.
De repente, el colgante azul brilló intensamente, y una imagen tenue de su padre apareció frente a él.
—Ian… —susurró la figura—. Has encontrado lo que dejé para ti. Usa tu música para proteger y guiar. Nunca olvides que tu corazón es tu verdadera fuerza.
Ian sintió lágrimas en los ojos:
—Te encontraré, papá. Lo prometo.
—Y yo estaré contigo —dijo Clara, apretando su mano—.
El paraguas azul flotó sobre ellos, brillando con fuerza, como aprobando su decisión.
Editado: 12.11.2025