El Niño Nuevo

Lunes 03 de Marzo

 Lunes 03/Marzo/2014

10:08 p.m.

Se dice, que cuando un escritor se enamora de ti jamás morirás....

Hay ocasiones en las que no te das cuenta de lo que estás haciendo hasta que ya no puedes revertir la acción. Hoy fue una de esas ocasiones.

Todo empezó cuando Sofía pasó a recogerme para ir al instituto. La tarde era prometedora, el cielo estaba pintado de un gris lobo, se avecinaba una tormenta, quizá incluso un tornado.  

¿Tienes alguna idea extraña en tu cabeza? La idea de ver algo peligroso, de hacer algún daño, ¿La tienes? Esa idea que nunca le contarías a nadie porque sabes que te verán como si estuvieras loco, y que nunca aceptaran que ellos tienen una idea similar.

Bueno, yo tengo una similar, me gustaría ver un tornado, presenciar de cerca, lo suficientemente cerca como para acercarme, como para asustarme. Siendo sincera creo que no me molestaría morir dentro de un tornado.

Bueno, la jornada escolar pasó tranquila durante las primeras horas, traté de concentrarme lo más posible en las clases, y lo logré. La desgracia llegó en las últimas dos horas.

¿Alguna vez has sentido que te quedas en blanco? ¿Qué actúas por mero instinto? Pues justo hoy eso me paso, yo lo llamo: estado neutral.

Cuando me encuentro en "estado neutral" simplemente actúo, no pienso, ni estoy muy consciente de las cosas que hago, así que cuando Sebastián tomó mi diario no le di mucha importancia. 

  • ¿Qué es esto?— preguntó al verme concentrada leyéndolo.

—Mi diario—dije, aun sin despegar la mirada del cuaderno

  — ¿Puedo tomarlo?— Lo miré, con ese tipo de miradas con las que no necesitas palabras para entender, pero evidentemente, Sebas no entendió. Siguió, y siguió preguntando que si podía tomarlo, así que solo me harte y se lo di.

Exactamente, dejé que Sebastián tomará mi diario, y leyó todos y cada uno de los días aquí plasmados. ¿Qué si en qué estaba pensando? En nada, absolutamente en nada, solo quería que se callara y dejara de molestar.

Al principio parecía como si no estuviera consciente de la estupidez que había cometido, pero poco a poco comencé a salir del trance y comencé a sentirme histérica, muy, muy histérica.  

Sebastián tenía mi diario.

Sebastián estaba leyendo mi diario.

A Sebastián le estaba gustando mi diario.

No quiso soltarlo hasta haber terminado de leer todo, incluso comentó que le pareció una buena novela, y para ser sincera, no fue precisamente lo que quería escuchar, no de él al menos.

Los sentimientos, pensamientos y sucesos aquí plasmados, son reales, cosas que he estado escribiendo, nada es parte de mi imaginación, no soy un personaje, soy tan real como él; y siendo sincera, a veces creo que se olvida de eso.


 




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