Jueves 06/Marzo/2014
10:24 p.m.
Más idiota no puedo estar.
El secreto que mejor quería guardar en mi vida, ya lo descubrió Sofía; en efecto, Sofía vio las cortadas en mis antebrazos.
Tomé todas las precauciones posibles, utilice camisetas de manga larga, pulseras, y elimine en gran cantidad mis ademanes. Pero no sirvió de nada, al salir del instituto Sofía me tomó de la mano:
—Débora ¿Te encuentras bien?— Sus ojos se notaban preocupados, inmediatamente un nudo se formó en mi garganta, pero traté de responderle con una sonrisa en mi rostro.
—Estoy muy bien— Y es en este tipo de momentos en los que realmente comprendes el significado de amistad.
—No lo estas. No tienes por qué ocultarlo conmigo. Somos amigas, conozco cuando tu sonrisa es sincera. Conozco cuando tus ojos brillan de felicidad y cuando se cristalizan porque no puedes soportar el llanto— La amistad es eso, Sofía no pudo haberlo descrito mejor. Amistad es conocer las fortalezas del otro y celebrarlas, conocer las debilidades y ayudarnos a superarlas. — Debby, yo sé que no estás bien— Dijo, y me abrazó. Y no sé si fue el hecho de que utilizó el sobrenombre con el que me llamaban de niña o la manera en que un abrazó siempre logra que te quiebres, pero ahí junto a ella, ya no pude guardar por más tiempo todo las lágrimas que contenía.
Poco a poco me quitó las pulseras y subió mis mangas. Ahora era ella quien tenía lágrimas en los ojos. Pensé que me pediría alguna explicación pero no lo hizo, quizás estaba esperando un momento más adecuado o tal vez solo no se atrevía, pero agradecí que no lo hiciera. Jamás había externado mis problemas y no me sentía preparada para hacerlo ahora.
En casa nadie se ha dado cuenta, supongo que en ocasiones actuar de manera tan fuerte y perfecta hace que los demás en verdad piensen que eres así. No puedo evitar que durante las noches, cuando me quedo sola aun me cortó.
De cierta forma...alivia el dolor.