El Niño Nuevo

Viernes 07 de Marzo

Viernes 07/Marzo/2014

05:46 p.m.

Ningún problema es lo suficientemente grande como para hacerte daño a ti misma.

10:03 p.m.

Digamos que la mañana no fue el mejor momento del día. Como tenía planeado, Sebastián llegó por mí a las nueve de la mañana para ir a su casa, aunque yo les dije a mis padres que iría a casa de Sofía. Llegamos aproximadamente a las 10. Después de un rato Sofi recibió un mensaje de su mamá donde le decía que mis padres habían ido a buscarme, y no solo ahí, también a casa de Yazmín y de Liz.

Cuando se enteraron dónde estaba fueron hasta casa de Sebastián por mí. Me castigaron el celular, la computadora y me quitaron la poca libertad que tenía.

En fin, Sofía le contó a Sebastián el asunto de las cortadas.

Y durante el receso las cosas explotaron. Lo que inició como un debate sin importancia entre nosotros dos terminó en un confesionario.

—No estoy de acuerdo con las personas que abortan— susurre para mí misma, pero al parecer Sebastián también escuchó.

—Yo tampoco, pero a las personas que se cortan simplemente las odio— mis ojos se abrieron con sorpresa, una cosa es no estar de acuerdo, pero otra muy distinta es odiar, esa palabra ya explora otras dimensiones.

Mire mi brazo, las cortadas no parecían algo que yo haría, se veían tan ajenas a mí, y lo que en un momento era desahogarme comenzó a darme culpa.

— ¿Qué odias?— Pregunte en un hilo de voz, él giró de manera repentina.

— ¿Te cortas?— su voz, entre enojada y preocupada, me pasó la piel de gallina, me dejó helada y tan solo pude susurrar un "tal vez" en respuesta. Su mirada se suavizo y esta vez preguntó más tranquilo — ¿Te cortaste?—

— ¿Quién te dijo?— dije sin mirarlo, aunque mi tono de voz natural aun no regresaba

—Me enteré por mi propia cuenta— levanté mis rostro y me topé con sus enormes ojos marrones, me exigían respuestas, respuestas que no encontraba cómo darle— Déjame ver—

— ¿Ver qué?— Él resopló, cansado de que lo estuviera evadiendo y tomó mi muñeca. Mis ojos comenzaron a humedecerse, no quería que el pensara mal de mí, no quería enfrentar mi realidad. Y cuando vio las marcas no pudo decir nada, y esos ojos, sus hermosos ojos solo reflejaron decepción.

 




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