Viernes 14/Marzo/2014
09:32 p. m.
Estoy despierta desde las seis de la mañana.
No me gusta levantarme temprano, y mucho menos para ir a algún lugar al que no estaba interesada en asistir.
Tuve que ir al concurso de robótica, y debido a mi falta de interés no sentía nada de nervios. Pero eso, fue más una desventaja, ya que mi mente solo se ocupaba en una cosa...
Mi robot compitió varias veces, pero la más interesante fue la batalla final.
Era mi pequeño cuadrito morado contra un gran robot gris. Hubiera sido genial que mi pequeño robot ganara y rompiera los estereotipos acerca de las cosas pequeñas, pero eso solo pasa en las películas. En cambio, mi robot quedó aplastado como vil lata; el lado amable del asunto es que quede en segundo lugar, lo que me garantiza un pase directo al concurso estatal (Al que tampoco me interesa ir) y además el dueño del robot ganador ¡me pidió mi número!
— Buen juego niña—Dijo, con una voz más gruesa de lo que esperaba.
— Tú tampoco estuviste mal—Dije, con una sonrisa sarcástica.
—Me encantaría que charláramos un rato, para mejor nuestros robots para la etapa estatal, ¿Te parece?—
— ¡Claro!—Sentí que comenzaba a sonrojarme, pero afortunadamente pude controlarlo, (Es como un don) — Solo que ya tengo que retirarme—
—Comprendo, ¿Puedo anotar tu número?— Tendió su teléfono hacia mí y me guarde como contacto, no tome el suyo ya que el prometió llamarme.
Al principio, lo tomé de una manera inocente, creyendo en su palabra de que era meramente asunto estudiantil, sin embargo cuando lo mencione junto a Sofía y Lizeth ellas me dijeron que eso fue una clara señal de coqueteo, y les creí, porque soy muy mala descifrando ese tipo de cosas y porque quiero pensar que alguien si se puede fijar en mí.
Y ya que puedo encontrar nuevos horizontes en el extraño mundo del romance, decidí que por una vez vería a Sebastián como mi amigo y nada más. Y hable:
— Me corto, porque los problemas en mi casa llegaron a ser lo suficientemente pesados como para que yo ya no pudiera cargar más con ellos. Y Luisa, es una perra, disculpa que lo diga, pero lo es y solo busca tratar de hacerme sentir inferior y atentar contra la poca autoestima que conservo—Mi voz quiso quebrarse, pero no lo permití— Y no quería que se llevara a mi mejor amigo.
Y contra todo lo planeado Sebastián no dijo una sola palabra, solo me abrazó, y ese gesto me hizo darme cuenta que confiar en él es más fácil de lo que pensaba.