Lunes 17/Marzo/2014
11:48 p.m.
No quiero perderlos.
No quiero que un día, a mitad de una carcajada los recuerde de manera distante como algo borroso. Después de acostumbrarme a hablar con ellos todos los días, será difícil dejar de verlos. Al menos espero que jamás se olviden de mí.
Jamás olvidaré la extraña manera en que Lizeth me protege, a veces dándome los consejos que yo misma le di antes. Trata de ayudarme a ver el mundo de una manera más realista antes de que no pueda defenderme por mi misma.
Y así como ella me cuida, yo cuido de Sofía, ella nunca deja de preocuparse por mí y hacerme entrar en razón, pero hay algo en mí que me dice que no debo dejarla sola. Con ella comparto todo, sonrisas y lágrimas, nuestras diferencias nos vuelven una.
Sebastián es como mi consciencia mala, la que me recuerda que solo estaré viva una vez, que debo dejar que la seguridad flote de mí. De alguna manera me da fuerza y me ha enseñado que hay cosas en la vida que no deben tomarse tan en serio.
Por último, pero no menos importante, está Iker. Se ha ganado mi cariño en muy poco tiempo y siento que encontré en él lo que tanto tiempo estuve buscando: un hermano mayor. Me comprende, me protege, me escucha, me hace reír y tiene una manera especial de hacerme entender las cosas, no necesita regañarme ni me hace sentir como niña pequeña.
Algunas personas, llegan a conocerte en poco tiempo mucho más que las que viven junto a ti toda tu vida.