El Niño Nuevo

Lunes 24 de Marzo

Lunes 24/Marzo/2014

08:38 p. m.

Curiosamente, Iker y Sebastián decidieron que hoy era un buen día para venir a verme antes de la escuela.

El primero que llegó fue Iker, justo después de que salí de bañarme. Mi madre lo pasó a mi habitación y cuando entre él estaba metido en el libro de ejercicios de álgebra. 

— ¿Qué haces aquí?— pregunté sobresaltada, con la toalla atada a mi cabello.

— Lo siento,  no quería molestarte, pero, se acercan los exámenes finales, y de verdad quiero mejorar, no se me ocurrió nadie más inteligente que tú para ayudarme— sonreí tiernamente, ahora que estábamos por graduarnos él se mostraba bastante preocupado por mejorar en sus calificaciones; me senté a su lado, y con calma, comencé a explicarle algunas ecuaciones.

Después de un rato, escuche como una motocicleta se estacionaba frente a la puerta

— Vuelvo enseguida— Me levanté de la cama y fui hacia la sala a abrir la puerta.

— Hola— Sebastián estaba frente a mí, sonriendo.

— ¿Hola?— respondí confundida.

— Verás, quizás te sorprenda verme aquí, pero el asunto es, que estaba tratando de redactar el trabajo que pidió la maestra de filosofía, llevó como dos horas intentando que salga algo, pero no llevo ni dos oraciones— Se detuvo un poco para agarrar aire, puesto que hablaba demasiado rápido— Sé lo mucho que a ti te gusta escribir, y quería saber si podrías ayudarme a redactar esto— Suspiró, y me miró suplicante, así que yo solo me aparte de la puerta.

— Pasa hasta mi cuarto, Iker ya está ahí, trata de no distraerlo—

— ¡Oh! Si interrumpo algo puedo venir en otro momento— Lo golpee en el hombro después de su típica carcajada al decir eso.

— Pasa antes de que me arrepienta— Ambos nos sonreímos y nos encaminamos hacia mi habitación. 

Ayudarlos, no fue muy difícil, realmente ambos son muy inteligentes solo les falta un poco de apoyo.

Terminamos a buen tiempo, y salí a despedirlos.

— Gracias por todo— dijo Iker y comenzó a caminar. Le di un abrazo y me dirigí hacia Sebastián, aunque no pude disimular lo mucho que me gustó su motocicleta.

— ¿Quieres subir?— Ofreció divertido.

— ¿Puedo?— 

— Claro, demos una vuelta ¿Te parece?— Di unos saltitos y grite de emoción.

— Iré por mis cosas—.

 

Cuando salí de nuevo, Sebastián ya estaba sobre la motocicleta. 

— ¿Qué esperas?— Enseguida, y como pude, subí. —Vas a tener que abrazarme— Reí por lo bajo, me agradaban los momentos en que el actuaba coqueto conmigo, porque lo hacía de manera diferente, como de una manera amistosa, juguetona. Lo tomé de la cintura y recosté mi rostro en su espalda. Arrancó y mi corazón comenzó a latir tan rápidamente que pensé que me daría taquicardia. 

Por alguna extraña razón cuando sientes el viento en tu cara, te da una sensación de libertad, mi cabello terminaría totalmente despeinado pero no importaba. Levanté mi rostro y disfrute esa sensación más que nunca. Sebas comenzó a acelerar y  no me importó, ni siquiera tenía idea de a dónde íbamos pero ¿Acaso importaba? Después de 17 años de vida estaba en una motocicleta, estaba cumpliendo uno de mis más ridículos sueños, y además estaba con él.

Nos estacionamos en un parque en el que nunca había estado antes.

— Debemos regresar, llegaremos tarde al instituto— Sebastián soltó una sonora carcajada.

— Aún tenemos tiempo— Mire mi celular para verificar la hora, y en efecto él tenía razón—Me has ayudado mucho, quisiera devolverte el favor— Le sonreí tímidamente, no tenía idea de a dónde iba a llegar, hasta que actuó.

En menos de lo que pensé, me encontraba sobre su motocicleta yo sola, escuchando sus instrucciones y rogando por no matarme en esta tontería. Cerré los ojos un segundo, tenía miedo, pero realmente quería intentarlo. Los abrí y de repente me di cuenta de que ya estaba conduciendo.

Estaba. Conduciendo. Una. Motocicleta. Y. No. Morí

Fue como si ya supiera andar en ella, fue mágico.

Baje  entusiasmada y abrace a Sebastián. Lo abrace como nunca.

— ¡Muchísimas gracias!—Dije aun saltando de emoción

— No hay de que pequeña —Dijo él, sacudiendo mi cabello a manera de cariño— Solo que vamos una hora tarde a la prepa―

— Valió la pena. Valió cada segundo.

                                                                                                                                   




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