El Niño Nuevo

30 de Octubre

   30/Octubre/2014

06:58 p. m.

De cierta forma, los trabajos grupales son una excelente forma de conocer a la gente con la que estudias.

Hoy salí junto a Diego, Lidia, y Sebastián. El objetivo del trabajo, era hacer un reporte acerca del desfile de día de muertos que se presentaría en el centro de la ciudad, pero por poco y ni siquiera pasamos por ahí.

Quedamos de vernos en el centro a mediodía, para comer antes de que comenzara el desfile. Fui la última en llegar al punto de reunión.

Sebastián, como siempre estaba despreocupado, como si no sintiera el paso del tiempo. Diego y Lidia, por otro lado, si me miraron inconformes cuando llegue.

― No conozco muchos sitios donde comer, ¿Ustedes si? ― Comentó Lidia poco después de que yo saludara a todos.

― Pues, podemos buscar uno, no será difícil― Dijo Sebastián mientras comenzaba a caminar, y  todos comenzamos a seguirlo. Él tiene algo en su personalidad que logra que todos le obedezcamos cuando ni siquiera busca mandarnos, espiritu de lider le llaman.

Por motivo de las festividades, el centro estaba decorado, había gente vendiendo y comprando cosas y en  la plaza por la que paseábamos, había unas fuentes de agua que emanaba del suelo, siguiendo un patrón. Era maravilloso verlas.

De repente, Sebastián arrojó su mochila hacia el suelo y corrió atravesando el agua, y para su suerte, se mojo muy poco. Lidia corrió a seguirlo; ambos jugaban como niños a través de las fuentes. Diego y yo los observamos desde una banca sentados y reíamos al verlos. De repente, Lidia y Sebastián hicieron contacto visual con nosotros y un destello de maldad atravesó su rostro. Primero Lidia corrió hacia Diego y con la poca fuerza que tenía lo jalo hacia ella hasta que logró ponerlo de pie y convencerlo de ir con ella a jugar. Yo perdí a Sebastián de vista, pero enseguida volví a encontrarlo, pues salio detrás de mí.

― Vamos a jugar― Gritó mientras me tomaba en su brazos y corría hacia las fuentes para que ambos terminamos empapados. Mientras me sostenía lo mire, estaba a mi lado y lucía tan feliz, realmente estaba disfrutando lo que hacía, y a pesar de que me estaba mojando en su brazos y él corría  a través de una superficie resbalosa, a mí no me importo. Yo me sentía segura con él.

 

Decidimos sentarnos en el pasto, para esperar a que el sol nos secara.

― Nunca había hecho esto antes― Dijimos Lidia y yo al unísono. Diego y Sebastián rieron por la casualidad. Era un momento tranquilo, no era el grupo de amigos al que estaba acostumbrada, y ni siquiera se sentía como un nuevo comienzo. Se sentía como un momento, sabía que era el algo destinado a terminar, que en algún punto de mi vida esto solo sería un recuerdo; así que decidí mirar a cada uno, mirarlos detalladamente. Porque si esto iba a quedar grabado solo en mi memoria, tenía que asegurarme de que después iba a  recordarlo bien.

 

― Ahora que recuerdo― Dijo Diego, rompiendo el silencio que comenzaba a apreciar― yo conozco un lugar donde podemos comer, además es una especie de mirador― Sebastian me miró, él sabe lo mucho que me asustan las alturas, yo le sonreí, no iba a dejar que mis miedos me detuvieran.

Todos nos levantamos y nos pusimos en marcha, Diego iba al frente, seguido por Lidia y al final Sebastián y yo.

En efecto, el lugar tenía varios pisos.

― Hay que tomar el ascensor, y comer en el piso más alto― Mencionó Sebastián. Todos estuvimos de acuerdo, pero calculamos mal y las puertas del ascensor se cerraron antes de que Sebastián y yo pudiéramos entrar.

― Aún podemos subir por las escaleras― Optimista como siempre Sebastián comenzó a caminar.

― Llegaremos una hora después que ellos ¡Esta en el último piso! ― reproche girando los ojos.

― Podemos aprovechar para hablar― Su tono alegre de siempre, tomo una seriedad que yo no conocía.

― No creo poder hablar y subir escaleras al mismo tiempo― dije a modo de broma, pero él ni siquiera sonrío.

― Débora. ¿Aún sientes algo por mí? ― Mi corazón comenzó a latir demasiado rápido, no estaba preparada para esa pregunta.

― Eres mi mejor amigo, te quiero― Opté por utilizar una maniobra evasiva.

― Pero, ¿Hay algo más que amistad? ―

― ¿Tú sientes algo más que amistad por mí? ― Al instante, me arrepentí de preguntar. si el sintiera algo por mi, sus actos hubieran dicho mucho más que sus palabras hace  tiempo.

― Eres una mujer super especial, eres inteligente, valiente, decidida. La mejor amiga que he tenido, nadie se te iguala― No me miró al soltar esas palabras.

― ¿Pero? ― ÉL suspiró antes de contestar.

― Una relación amorosa, arruinaría por completo esta amistad. Sé que en algún momento, yo terminaría por hacer algo mal,y no quiero hacer nada que te lastimé― Su voz era firme, tan firme que no se dio cuenta de que esas palabras me lastimaron.

― Eso no responde mi pregunta― Mi voz sonaba entrecortada, y no estaba segura de si era porque mi condición física dejaba mucho que desear, o porque sentía una oleada de distintas emociones en ese momento. Quizás un poco de ambas.




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