El Niño Nuevo

Diciembre 28 de Diciembre

Domingo 28/Diciembre/ 2014

10:00 p. m.

El día comenzó tarde para mi, y fui tan feliz.Entre más creces, más difícil es ser flojo a libertad.

Tamara había salido a visitar a su familia, mis padres salieron desde temprano para visitar viejas amistades, y Mary había pasado la noche con una amiga, asi que tenia la casa para mi sola. El plan era, tumbarme a ver películas, escribir un poco, limpiar la casa con la música a todo volumen y pedir pizza a domicilio, pero a la una de la tarde esos planes cambiaron.

“Amiga, tú me debes una cita”

               -6141632416.

Al principio, me asusté. No tenía idea de a quién pertenecía ese número, pero algo en mi cabeza hizo “click” y recordé.

“¿Alejandro? ¿Cómo tienes mi número?”

                                        -Débora.

Después de unos minutos, comencé a pensar que tal vez no había sido Alejandro, y que la persona del mensaje se dio cuenta de que le escribió al número equivocado. Pero justo antes de rendirme, una llamada entró a mi celular―

― ¿Estás libre en una hora? ― Su voz era mucho más sexy por teléfono.

― ¿Quién habla? ― Pregunte, tratando de sonar lo más inocente posible.

― Puede ser el amor de tu vida, o por lo menos, el amor de este día― Sabía que él también estaba sonriendo― ¿Entonces? ¿Paso por ti? ―

― Nos vemos en una hora― Dije y colgué.

Por un momento, me sentí en las nubes, jamás me había dado cuenta de lo fácil que resulta coquetear hasta que lo conocí. Pero enseguida caí en cuenta de que tenía que lograr verme decente en una hora.

Corrí hacia la regadera para ducharme, cuando salí, me quedé parada frente a mi closet envuelta en una toalla. Literalmente tendría mi primera cita ¿Que podía vestir?

Como en las películas, comencé a lanzar prenda por prenda sobre mi cama esperando que alguna me convenciera, todas tenían un “pero”. Termine escogiendo un vestido blanco de tirantes, ajustado hasta la cintura y luego suelto hasta un poco arriba de las rodillas. Alborote mi cabello, y aplique un poco de brillo labial sobre mis labios.

“Ya llegue”

      -Alejandro.

Tome mi chaqueta de mezclilla, mi bolso y sali.

Estaba tan acostumbrada a la motocicleta de Sebastián, que ver un auto frente a mi acera fue extraño. Alejandro bajó la ventanilla del copiloto y desde dentro me gritó.

― ¡Sube! ― Su auto era gris, y creo que era deportivo. Cuando subí, note que Alejandro estaba usando perfume, vestía una sudadera gris. Intente cerrar la puerta con cuidado, pero falle, por suerte él no dijo nada.

― ¿A dónde iremos? ― pregunte, aunque mi voz sonó más baja de lo que quería.

― Iremos a comer, es lo ideal en la primera cita― Me mordí el labio inferior sin darme cuenta.

―¿Esto es una cita? ― pregunté, obviamente emocionada.

― Si sale bien, podríamos contarla como la primera cita― Sin quitar la vista del volante me guiño. Yo sonreí por lo bajo, encantada con su coqueta personalidad.

Ambos estábamos nerviosos, lo supe porque nunca lo había visto tan callado, y siendo sincera, yo tampoco tenía mucho que decir, solo bailaba internamente. Después de un rato manejando llegamos a un local, que a juzgar por su apariencia, era de comida asiática.

Alejandro bajó del auto y me abrió la puerta ¿Puede acaso ser mas lindo?, pues sí, pues también se adelantó para abrirme la puerta del restaurant y me acomodo la silla al sentarme, espero que no haya notado cuanto temblaban mis rodillas.  Nos trajeron el menú rápidamente, el cual constaba de una extensa variedad de sushis.

― ¿Por qué elegiste venir aquí? ― Pregunte, mientras releía el menú.

― Tamara me dijo que te gustaba el sushi, y este es el mejor lugar que conozco― Sonrió de forma genuina, una sonrisa que no había visto antes en él.

― ¿Hablaste con Tamara antes?  ― me incline en la mesa, sentía como si estuviera por escuchar una confesión, el me imito.

― ¿Cómo crees que conseguí tu número si no? ― Susurro, seguía sonriendo.

El mesero llego a interrumpirnos, así que ordenamos rápidamente, el pidió sushi de salmón y yo, un rollo empanizado de camarón.

Llegó el momento incómodo, no teníamos ni idea de que hablar. Todos los temas que pasaban por mi mente me parecían demasiado básicos o demasiado extravagantes.

― ¿Que estudias? ― Soltó él, de la nada.

― Estudiaba, Ingenierìa en mecatrónica― dije, sin querer darle mucha importancia, por el contrario, el se mostro muy intrigado.

― ¿Estudiabas? ¿Qué pasó? ―




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.