Miércoles 14/Enero/2015
11:06 p.m.
Cuando un dia es maravilloso, está prohibido dejar que un momento amargo lo arruine.
Al despertar, mi cabeza solo pensaba en una cosa. Hoy darían los resultados del examen de admisión a la facultad. Mi estómago ardía en nervios.
Comencé a barrer y trapear toda la casa, para distraerme en lo que se llegaba el mediodía, el momento en el que subirán los resultados a la página web.
Cuando faltaban 10 minutos, comencé a encender el computador, mis piernas temblaban, me sentía tensa. Deje que “La La Land” de Demi Lovato comenzará a sonar, y luego entré al website de la facultad.
Las listas de aceptados ya estaban publicados. Despacio, seleccione la facultad de Letras y comencé a buscar a través de cada uno de los apellidos.
Magallanes
Mendoza
Macias.
Mi corazón saltó.
Macias Orozco Débora.
Los ojos comenzaron a quemar por las lágrimas, no cabía la emoción dentro de mi. Releí mi nombre varias veces en la lista, cerciorándome de que que realmente fuera yo. Por fin, después de un año, las cosas parecían salir a mi favor. Luego de unos minutos, una llamada entró a mi celular.
― Bueno― contesté, con la voz temblando de emoción.
― Hola. Quisiera invitar a cenar a la próxima licenciada en letras ¿Está libre esta noche? ― Sonreí, la voz de Alejandro tenía mucha facilidad para cambiar mi estado de ánimo.
― ¿Cómo supiste que entre? ―
― No tenía idea, solo lo supuse porque eres fantástica. ¿Entonces pasó por ti a las 8:00? ― Creo que escuche su sonrisa a través del teléfono. No sé en qué momento pasó, pero me había estado enamorando poco a poco de él.
Tomé un vestido gris strapless y suelto desde la cintura de mi armario, además, recogí mi cabello en una coleta semi despeinada y unos tacones negros. Por alguna extraña razón, sentía miedo.
Alejandro llegó faltando 5 minutos para las 8:00. Retoque mi labial frente al espejo y baje rápidamente hacia la puerta, mi madre rodó los ojos al verme salir, pero realmente no le preste atención.
Alejandro bajó del auto para abrirme la puerta, vestía una camisa blanca, abierta de los primeros dos botones. Sonreía galantemente.
― Te ves preciosa― Me dijo mientras me ayudaba a subir al auto.
― Gracias― susurré sonrojandome.
El camino fue un poco largo, falto de conversación pero amenizado con buena música, como en una película romántica; de verdad me sentía de ensueño.
Era un restaurante elegante, fino. Ambos pedimos salmón.
― Estoy muy orgulloso de ti, eres maravillosa― Estaba por contestarle, cuando mi telefono comenzo a vibrar. Era un número desconocido.
― Entraste a la facultad―
― ¿Quién habla? ― Contesté, asustada.
― Yo he visto cuanto te has esmerado por cumplir tus sueños, lo mucho que sufriste cuando estudiabas lo que no te gustaba. Yo debería estar celebrando contigo, no él― La voz sonaba quebrada pero la reconocí
― ¿Sebastián? ―
― Tu y yo eramos mejores amigos Déb, ¿Que nos paso? ―
― Preguntatelo a ti mismo― Colgué.
Una llamada fue suficiente, para que durante toda la noche, mientras convivía con un hombre atento y maravilloso mi mente solo pensara en...Sebastián, lo mucho que me confunde y lo mucho que sigo deseando que algo pase entre los dos.