Martes 10 de Marzo 2015
09:02 p. m.
Decidí que desconectarme de todo era la mejor opción, incluso deje de escribir.
Mi día se resumía en una rutina de ir a la escuela, comer, hacer tarea y dormir, así día tras día. Concentrarme en la escuela fue fácil, pues por fin estudio lo que me apasiona, y aunque, por desgracia, algunas veces las materias son tediosas, aun asi me siento feliz.
Pero hoy, hoy paso algo que tenía que escribir, por mi salud emocional tenía que venir a escupir todo aquí.
Fue a las 4:00 de la tarde cuando lo encontré. Acababa de terminar mis clases, estaba concentrada en la música que se reproducìa en los audífonos cuando el apareció en mi camino.
― Débora― Tenía unos meses sin verlo, en efecto no había cambiado nada, pero mi corazón era frío ante el.
― ¿Qué quieres? ― Sebastián levantó una ceja, sorprendido.
― Necesitamos hablar, las cosas no están bien entre nosotros― Con cuidado, me tomó del brazo y nos apartó del camino principal.
― ¿Cuál nosotros? ― Pregunté evitando mirarlo.
― Nosotros, nuestra amistad, no se que tengo que hacer para recuperarla―
― ¿Que te hace creer que yo la quiero recuperar? ― Escupí las palabras.
― Para ti la amistad es lo más importante― Entrecerró los ojos, como víbora esperando atacar.
― Eres pésimo amigo. Y además, no pareció importarte lo que yo sentia por ti. Tu meta, a mi parecer fue dañarme― Sebastián tensó la mandíbula y se cruzó de brazos.
― ¿Eso crees? ―
― Eso hiciste― . Espere a que respondiera, a que se defendiera. Pero no lo hizo, su mirada cambió totalmente, estaba vacía.
― Eso hice― Dijo, y se fue.
Ese siempre ha sido el problema, llegue y crea confusiòn. Luego se va y me deja sola.