06 de Abril del 2015
11:05 p.m.
La vida está pasando demasiado lento.
He estado estudiando y esforzándome por que mi vida diera un giro trascendental y avanzar conforme a eso.
Pero, al caminar, una parte de mi esperaba verlo llegar y sonreirme . Esperaba con cada llamada que fuera él y arreglar todo. Esperaba que un día al llegar a casa él estuviera esperándome. Nunca pasó, y mis días tuvieron que acostumbrarse a terminar sin Sebastián.
Hasta hoy, que harta de exámenes, tareas, presentaciones y de pensar en el futuro, decidí saltarme una clase, para caminar con los audífonos puestos hacia el parque que el el pasado me llenaba de tanta calma; y ahí lo encontré.
Estaba de pie a espaldas mías. Usaba unos jeans azules y una camiseta a rayas gris con blanco. Su cabello era corto, y cuando presté atención noté que el armazón de sus lentes era distinto.
Quería gritarle, decir algo, pero la voz no me salía, y en lo que tomaba fuerzas para moverme, él giró.
― ¿Débora? ― Vi que sus ojos se cristalizaron, yo sentía que el corazón se me salía del pecho. No era por el enamoramiento que tantos años me había atado a él, era porque frente a mi estaba mi mejor amigo, al que creí haber perdido.
― ¿Qué haces aquí? ― Su ausencia física, habia sido de un mes, pero tenia mucho mas tiempo siendo una persona distinta a la que yo conocí. No podìa confìar tan fácilmente en él. Pero era tan tentador solo hacer como si nada hubiera pasado y empezar de cero.
― Te estaba esperando― Susurraba, y susurraba por miedo a que su voz se quebrara. Cuidadosamente, me acerque a él.
― ¿Me estabas esperando? ― Mantuve el volumen al mismo nivel que el suyo, pues mi orgullo me impedía dejar que fuera mi voz la que se quebrara primero.
― Este siempre ha sido nuestro lugar― dijo, señalando con ambos brazos todo el parque― Y he venido aquí todos los días antes o después del trabajo, entre clases, en cada momento libre, esperando verte, porque siempre terminamos aquí, y necesitaba con mi alma verte―
― ¿Por qué no fuiste a mi casa? ―
― Porque se que no querías verme. Sabìa que cuando la vida te trajera hasta aquí estarías lista para escuchar― Su voz ya no era un susurro, sonaba desesperada.
― ¿Que tienes que decir para que escuché? ―
― Perdón― Mis ojos se llenaron de ira. Lo vi de nuevo como lo había visto antes. Como una persona tóxica.
― ¡¿Al menos sabes por qué pides perdón?! ¡¿O solo quieres tenerme de nuevo en tu vida?! ― Dije señalando hacia él mientras daba un paso al frente.
― ¡¿Esta mal quererte en mi vida?! ― Sus gritos, eran distintos a los míos. En el no había ira. Había desesperación. ― Cuando estoy contigo me siento completo. Me haces bien―
― Tu me haces mal. Primero gritas al viento que yo me cortaba, y luego vas y te acuestas con una de mis mejores amigas. ― Me pasé las manos por mi cabello― Y sabes, ni siquiera me importan tus razones. Me dañaste. ¡Tengo que protegerme de ti! ―
― La gente comete errores― Su voz, siempre fuerte, al fin se había quebrado. ― Soy torpe con mis palabras. En ocasiones me sentía tan ensimismado en nosotros que olvidaba que había más gente a nuestro alrededor. Esa es la primera razón― Di un paso hacia atrás cuando comenzó a hablar, pero él me sostuvo de la muñeca. ― Necesito que me escuches Débora. No puedo perderte. No estoy bien, no me siento bien. Y sé que puedo salir adelante, puedo cambiar, puedo ser una mejor versión de mi mismo aunque no estes a mi lado. Pero cuando logre ser todo lo que quiero ser, nada me haría más feliz que verte a mi lado― Mi corazón se encogió y decidió darle una última oportunidad.
― Te escuchó―
― Si quería hacerte daño. ― Rodé los ojos― No podía perdonarme, el no corresponder el amor tan puro que me profesaste. Tenías todo el derecho de detestarme, pero tú, tú tan llena de bondad nunca podrías lograrlo. Tenía que lograr que fuera más fácil odiarme. Pero, yo creí merecer tu odio, y que hacer que me odiaras era lo mejor que podía hacer por ti―
― No puedes decidir por mi― Dije, safándome de su agarre ― Mis sentimientos son algo que yo elijo, no vuelvas a intentar manipularme. Pues tú nunca lograras que te odie. Es mi vida―
― También es MI vida, y aun asi te molestó que me acostara con ella. Con otra de tantas con las que me he acostado. Te recuerdo que tu y yo aun no somos nada―
― Pero ella era mi amiga―
― Sofía también era tu amiga, y de todas maneras sentiste algo por Iker― Al instante le di una cachetada.
― ¿Esa es tu manera de disculparte? ―
― No. Es mi manera de explicarte que todos cometemos errores, que todos somos un villano en la vida de alguien, que todos vamos a cometer una gran estupidez alguna vez. Incluso tú, vas a cometer uno, dos, tres, mil errores― Sebastìan se postrò sobre sus dos rodillas ― Pero que, lo importante es querer mejorar, arrepentirse y cambiar desde el fondo. Y mi vida puede seguir, pero Débora Macías te quiero en mi vida. Y nunca me perdonaré si te pierdo. ¿Me darías la oportunidad de demostrarte que puedo ser mejor? ― Las lágrimas no dejaban de salir de sus ojos, y yo sentía que el mundo se había detenido por completo.