-¿Cuándo podré salir?-preguntó el niño impaciente, pero el hombre no contestó, ellos se encontraban en el sótano, en el habían dos muebles pequeños, una cama grande, varias repisas con comida enlatada y un congelador muy grande lleno de carne congelada, el niño no recordaba cuando fue la última vez que vio un amanecer, llevaba tanto tiempo que no recordaba otra cosa fuera de ahí.
-¿Papá?-repitió el niño, pero el hombre solo le hizo una señal para que guardara silencio la cual obedeció rápidamente, varios gritos se escucharon en el piso de arriba, el hombre abrió la puerta dejando entrar un poco de luz en el sótano, salió rápidamente, varios golpes se dejaron escuchar, alguien gritaba fuertemente, la puerta se abrió de nuevo y el hombre bajó con una gran bolsa, abrió el congelador y la vacío por completo, tomó un pedazo de carne y se lo dio al pequeño.
Para el niño todo aquello era rutinario, su vida se había resumido en aquel lugar oscuro, nunca salía de ese pequeño cuarto, batallaba para subir a los muebles, a la cama y ni hablar del congelador, parecía una pared enorme que nunca podría alcanzar, siempre veía salir a su padre y regresar al sótano con comida, no conocía la situación del mundo exterior, su padre le decía que muy pronto saldrían, solo tenía que esperar un poco más.
El niño escuchaba aquellas palabras muy a menudo, pero debía esperar hasta que su padre lo considerara prudente, no sabía cuánto tiempo había pasado pero su estómago empezaba a hacer ruidos, el hombre se levantó, tomó un trozo de carne del congelador y alimento al niño, pasaron varias horas, el niño volvió a pedir comida, la carne escaseaba y tenían que hacerla rendir ya que según el hombre era muy difícil de conseguir.
Pasaron varias horas o eso creía, ahí dentro todo era muy oscuro y se dificultaba saber en qué momento del día se encontraban, el niño había estado durmiendo plácidamente hasta que un fuerte ruido lo despertó, parecía que el hombre hablaba con alguien más, era una voz diferente, en su corta vida solo había escuchado su voz y la del hombre, pero esta vez hablaba con alguien, no lograba entender del todo lo que decía, se acercó a la puerta caminando entre la oscuridad con mucho cuidado, de pronto comenzaron los gritos y los golpes, escuchó pasos acercándose y corrió de nuevo a su rincón, el hombre abrió la puerta, encendió una linterna y empezó a buscar algo en el sótano.
-¿Papá, estas bien?-preguntó el niño con un tono de miedo.
-Si todo está en orden-contestó el hombre sin dejar de buscar en las repisas-es solo que aquella cosa me hirió-el hombre se giró y dejo ver su rostro lleno de sangre, tenía varios rasguños en la cara, abrió una botella de agua y remojó un pedazo de tela que había arrancado de su camisa, lo paso por su rostro y solo quedaron varias líneas rojas de las cuales brotaba un poco de sangre, volvió a pasar el pedazo de tela y las heridas quedaron limpias.
-¿puedo salir a ayudarte?-preguntó el niño con curiosidad.
-¡No!-dijo el hombre rápidamente y le señalo una esquina del sótano -no te muevas de ahí.
El hombre se había ido y no había regresado en muchas horas, el niño tenía hambre, no sabía qué hacer, varias pisadas en el piso de arriba se dejaron escuchar, “es papá” pensó, se acercó a la puerta y la abrió lentamente, la luz dio de lleno sobre su rostro, tardo varios minutos en acostumbrar su vista a la luz de día, unos gritos muy fuertes se empezaron a escuchar en la parte de arriba, una vez que se acostumbró a la claridad salió al primer nivel, había un pasillo largo, lo recorrió lentamente, los gritos continuaban, llegó hasta otra puerta y la abrió, todo estaba tranquilo, había una sala grande, habían floreros y una mesa de centro, el niño salió y recorrió el lugar, todo estaba desordenado, se detuvo a mitad de la sala y vio a su padre tirado cerca de la entrada principal, salía sangre de su boca y un charco de sangre empezaba a formarse a su alrededor, el niño se acercó al hombre y lo tomó de los hombros manchando sus manos de sangre, el hombre con sus últimas fuerzas lo sujetó de las muñecas apretándolo fuertemente pero al final la muerte reclamo su vida, los gritos continuaban, el niño caminó en esa dirección, las paredes estaban llenas de sangre, dejando un rastro que seguía hasta donde yacía el hombre.
El niño llegó hasta aquella habitación y encontró a una mujer con una cadena en una de sus piernas, estaba rodeada de cadáveres, le pedía ayuda, el niño se acercó a ella, logró ver un cuchillo en el suelo, estaba lleno de sangre, el mismo que utilizaba su padre para cortar la carne con la que lo alimentaba.
-Ya no está papá-Dijo el niño mostrándole sus pequeñas manos llenas de sangre- ya puedo salir-continuo el niño temblando de emoción, una sonrisa se dibujó en su boca adornada con colmillos, las manos le empezaron a crecer rápidamente, sus dedos se alargaban, sus brazos y piernas crecían, aquella cosa se agitaba pero la sonrisa se mantenía en su rostro, la boca se abrió más allá de lo humanamente posible, sus ojos se llenaron de sangre-¡Puedo salir!-Gritó aquella cosa que alguna vez había sido el niño. La mujer no podía creer lo que veía, tiraba desenfrenadamente la cadena en un intento inútil de escapar, aquella cosa se acercó y de un solo tirón la levantó hasta casi tocar el techo, un grito desgarrador se dejó oír por toda la casa, un pie y un pedazo de pierna se habían quedado en la cadena, la mujer trataba de liberarse, golpeaba las manos que la sostenían, la cosa la acercó a su rostro y luego de un fuerte grito, el silencio reino en el lugar.
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Editado: 05.01.2021