El Noveno Baile

Capitulo 1: El ritual

El sol se estaba ocultando en el horizonte, perdiéndose entre las grandes montañas que rodeaban los territorios de la tribu, provocando que las nubes tuvieran un matiz entre los colores naranja y rosa, dándole un toque misterioso y quizás místico al cielo, dando como resultado que se tornara más bello a esa hora .

Nazarut se encontraba en el lago de la tribu observando a los pequeños patitos amarillos y esponjosos nadar todos en una perfecta fila detrás de su madre, mientras los minutos se iban tan lento que lo creyó una eternidad; suspiro resignada, al parecer él no llegaría.

No se hizo de rogar y se zambulló en el agua, que se encontraba un poco fría gracias a la ida del sol.

Estaba esperando a Jaxrayé, quien la había citado a ese lago, cuando los rayos del sol se estuvieran escondiendo. No quería imaginarse por qué estaría tardando tanto, pero se sentía impaciente.

Su corazón; cada vez que lo veía, lo nombraban, o estaba cerca de él, palpitaba de forma acelerada, y cada vez que eso pasaba tenía miedo de que saliera de su pecho.

Comenzó a flotar en el lago, observando al cielo donde este de un lado estaba oscurecido y de otro se veían los colores claros. Su noche (como ella la denominaba), creía iba a ser perfecta. Tenían ya nueve largos años de paz entre sus tribus, y ellos lo iban a celebrar, luego de eso por fin consumarían su amor a la luz de las estrellas y bendecidos por la luna, quien era cómplice de todas sus aventuras.

Su cabellos negro estaba esparcido a su alrededor, tan largo que pareciera le llegara hasta los tobillos, ese era un tributo muy bien visto y halagado por todos; cabello largo significaba salud, y con ella fuerza. No cabía duda que para cualquiera ella sería una potencial esposa.

El lago le traía muchos recuerdos de su infancia, recuerdos compartidos con todos en la tribu, pero en especial con Jaxrayé, se conocían desde que tenían uso de razón y siempre estaban juntos. Ella sabía sus más profundos secretos e imperfecciones, tanto como Jaxrayé los de ella. Eran el complemento perfecto, él: fuerte y decidido y ella: tan delicada y agraciada, pero a la vez peligrosa, como una rosa con espinas.

La noche avanzaba, en esos momentos ya se podían distinguir los gritos y el bullicio que hacían los habitantes en esa pequeña y apartada tribu, de los cantos naturales de los animales con quienes compartían su hogar. Con los ojos cerrados ella se los podía imaginar yendo y viniendo a la vez, cargando las grandes ramas que servirían para encender la llama de la gigante fogata, trayendo las comidas y sacrificios animales que se presentarían esa noche para la diosa a la cual veneraban.

Sin poder evitarlo, a su mente volvieron los extraños ojos de Jaxrayè, y divagó sobre lo que pudo haberle pasado para haya tardado en llegar hasta su confidencial encuentro. Todos sus pensamientos la ahogaban.

Su cuerpo estaba relajado, pero su mente y corazón parecían un intenso caballo; corriendo tan rápido que la dejaban aturdida. Un búho hacia su debut a comienzo de la noche, cuando recordó que tenía un mandado: ayudar a su madre preparando la comida que debe ser servida en el ritual, junto con las demás mujeres.

Usó las puntas de sus pies para mantenerse a flote en la cristalina agua de la laguna, desde esa distancia podía visualizar a los pequeños peces nadar, todos en una carrera por conseguir más alimento, y ser comidos por los posibles depredadores.

Esa perspectiva avivó de nuevo su mente con otro recuerdo.

Una risa se escapó de sus labios al revivir el recuerdo de la última cacería de la tribu, que se llevaba a cabo a luz de la luna llena, para invocar a la prosperidad de la tierra y los alimentos. Se habían separado de los demás, cuando vieron un jabalí, donde los dos terminaron llenos de lodo al perseguirlo hasta su madriguera, pero de nada sirvió, ya que lamentablemente no pudieron atraparlo.

Sin prisa salió del lago para llegar a la orilla, con el pesar de su alma no podía esperarlo más, tenía tareas con las que cumplir. Tomando su lanza, que se encontraba encima de una roca, empezó a caminar hacia el poblado.

Un ruido la puso alerta y, viendo para diferentes direcciones alzo su lanza lista para el ataque. Pero no pudo hacer nada al momento en que sintió una mano por su espalda y otra cubriéndole la boca. Forcejeo lo más que pudo, pero ese cuerpo era mucho más fuerte y grande que ella.

-Tranquila ¿O me tienes miedo, Rut? -Pudo estar más tranquila al escuchar su voz. Su corazón acelerado no dejo de latir a ese ritmo, haciendo un intento para calmarse, se dio la vuelta para darle la cara, cuando ya no era presa de sus manos.

-Llegas tarde, Rae -dijo decepcionada-, como de costumbre.

-No ha sido porque no quisiera venir, pajarita. Sabes como es mi padre cuando es una fecha importante, no deja de dar ordenes. -Puso una de sus manos en la mejilla de Nazarut haciendo que ella se acercara más a su tacto.

-No eres el único aquí con deberes, yo también los tengo, y llegaré tarde por tu culpa. -Ella tenía los ojos cerrados, disfrutando de su encuentro-. Jaxrayé, todavía no entiendo por qué tenemos que escondernos de los ojos ajenos ¿acaso no me amas lo suficiente como para presumir que me tienes?



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Editado: 16.03.2018

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