—¿Qué demonios haces?¿Estás loco?Esto no puede volver a pasar.Eva es tu novia mi hermana.Eres un cabron—le golpeó como loca el pecho con mis dos puños, me suelta y se da la vuelta.Miro hacia todos lados para asegurarme que nadie haya visto ese error.
—Vete—me habla con desagrado evitando mi mirada.
—Eres un imbécil¿Cómo pudiste besarme?
—Tu lo querías y yo también.
—Sínico yo nunca quise que me besaras.Mi novio está aquí y tú hermana también ¡Eres un desgraciado!
—¿Entonces porque no me apartaste?—me enfrenta con voz ronca acercándose demasiado a mi pero sin tocarme—Me besaste con la misma intensidad y ahora me echas toda la culpa a mí.Eres una estúpida, ahora sal de mi vista —toma un vaso con whisky y lo termina de un solo sorbo.
Le doy una sonora cachetada y salgo corriendo de ahí.Con lágrimas en los ojos me dirijo al baño pasando entre la gente eufórica por la música y el alcohol, algunos ya borrachos. Soy una estúpida ¿Cómo pude besar al novio de mi hermana?¿Cómo pude sentirme atraída por él? ¿Cómo le pude seguir el beso?
Abro el lavabo y me lavo la cara, mirando mi reflejo en el espejo, mis pupilas dilatadas, mis labios rojos e hinchados por el beso y mis ojos aguados por las lágrimas ¿Que me está pasando? No puedo sentir atracción hacia Bruno ... mi cuñado.Siento asco de mi misma no puedo traicionar a mi hermana.Salgo del baño en dirección a la mesa donde estaba con mi novio y Bella.
—¿Emma dónde estabas? Te estaba buscando.
—Fui al baño —respondo rápido
—Alex me dijo que fuiste a por un trago.—me toca el brazo.
—Si
—Ok —ella asiente notando mi actitud extraña.
—¿Y Alex?—pregunto mirando hacia todos los lados intentando verlo.Pero la búsqueda de mi novio se ve interrumpida por el imbécil de mi cuñado que se encuentra bebiendo esta vez solo.
—¿Qué carajos hace mi hermano aquí?—Bella mira en la misma dirección que yo.
—No tengo idea.Pero tu hermano es un imbécil.
—¿El te hizo algo?—me pregunta frunciendo el ceño.
—No, que va.—Si ella supiera, evito mirarla a la cara.Me bese con su hermano y estoy avergonzada.
—Mi amor ¿Dónde estabas?—Alex llega en mi encuentro y me toma por la cabeza acercándome a sus labios para que lo bese.Lo rechazo moviendo mi cabeza para que el beso me quedé en la mejilla.
—¿Te pasa algo?—cuestiona preocupado.
—No solo estoy cansada.La música es muy fuerte y me duele la cabeza.
—De acuerdo, entonces vámonos ¿Bella te quedas?
—Si, mi hermano está aqui le pediré que me lleve.
—Ok.
Nos despedimos de Bella.Alex me toma de la mano y salimos del club.
El camino a casa es silencioso.Ninguno de los dos hace el intento de hablar, miro por la ventana del auto como la ciudad pasa rápido ante nosotros.Una lágrima se desliza por mi mejilla.No puedo sentirme más culpable.¿Que voy a ser cuando le vea la cara a Eva?¿Como voy actuar con mi novio y mi hermana a partir de ahora?Me limpio la cara al llegar a casa.
Bruno Lombardi
Llegué hace apenas media hora fui directo a la zona VIP, tome asiento en unos de los sillones de cuero negro buscando con mis ojos a cierta personita en la planta de abajo.El lugar estaba lleno.Hasta que mis ojos dieron con ella.Las luces iluminaban la pista de baile, donde ella—con ese maldito vestido rojo que se le pegaba a las caderas—se movía contra Alex como si quisiera torturarme. ajena a la tormenta que estaba formando. Cada risa suya era un cuchillo en mi costilla.La música electrónica vibraba en el aire, mezclándose con el olor a alcohol y lujos derrochados, cada vez que el la tocaba o le mordía yo sentía la rabia y celos correr por mis venas con fuerza apreté el baso de whisky que me ofreció un camarero ¿Por qué demonios no puede alejarse de él? Bebí otro whisky, intentando ahogar el fuego en mi pecho.En cambio, agarré a dos mujeres que se acercaron a mi con intención de algo más y las senté en mis piernas.
—Brindemos—dije, pasando un brazo alrededor de cada una, exagerando cada caricia, cada mirada lasciva. No me importaban ellas.Solo quería que ella me viera.Hacerme notar.Fingiendo interés intente conversar con las dos mujeres en mis piernas que no paraba de hacerme caricias.Trate de concentrarme por un momento en ellas pero mis ojos volvían una y otra vez hacia Emma bailando muy pegada del imbécil de su novio con sonrisa de niño bueno.
Y entonces... ocurrió.
Emma alzó la vista hacia la zona VIP. Nuestros ojos se encontraron a través del humo y las luces.
Vi como por un instante dejo de respirar.Vi cómo su sonrisa se congelaba.Sus ojos se agrandaron al verme con dos mujeres.Finalmente... me había notado.
Un triunfo agridulce. Al fin se dió cuenta de mi presencia en el club y mi mirada penetrante sobre ella.Un momento estaba en mi mesa VIP, fingiendo interés en esas dos rubias que ni recordaba cómo se llamaban.Al siguiente, Emma estaba frente a mí, esos ojos verdes brillando de furia. Empezamos a discutir fue entonces cuando perdí el control, la acerque.
La besé.
Mi cuerpo actuó antes que mi cerebro.Fue duro, salvaje, como si mi vida dependiera de probar su sabor.Y ella respondió con la misma intensidad que yo.
La saboree como un hombre condenado saboreando su último cigarrillo. Fue violento. Fue perfecto.La besé posesivo, lleno de rabia y deseo reprimido.Hasta que la separe de mi y le susurré al oído.
—De esto no se enterara nadie.
...
Me serví un vaso so dewhisky, todavía con su sabor en mi boca, viendo cómo corría hacia su noviecito.Pero no podía hacer nada.Porque nadie podía saber.Así que, en lugar de actuar, me servi otro trago y fingí que no existía.Nadie podía enterarse de que Bruno Lombardi el hombre más poderoso de la ciudad, se moría de deseo por la hermana pequeña de su novia.Yo, Bruno Lombardi, dueño de media ciudad, hombre que no pestañea ante amenazas de muerte, estaba sudando como un adolescente.
¿En qué demonios estaba pensando?
Era la hermana de Eva.Inalcanzable. Prohibida.
Pero ahora que sabía cómo sabía...
¿Cómo diablos iba a olvidarlo?
Me desplomé en el sillón, todavía con el sabor de Emma en mi boca.
¿Estoy loco?
Era la hermana de mi novia.Eva, dulce, leal Eva, que ni sospechaba que su novio ardía de deseo por su hermana menor.
Emma, esa chica demasiado alegre, demasiado amable, que me trataba como a una plaga.
¿Por qué ella?
No tenía sentido.
Era todo lo que detestaba en una mujer: ingenuidad, sonrisas fáciles, esa maldita luz que parecía irradiar.
Entonces...
—Mierda. Mierda. Mierda—maldigo en voz baja.
Me serví otro trago.
Esto no podía volver a pasar.Era un hombre de control, no un animal guiado por impulsos.
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Editado: 14.08.2025